251 chilenos en huelga

A punto de terminar su segunda semana de huelga se encuentran los trabajadores de los Sindicatos COMERCIAL VALENCIA (87 trabajadores, textil) y XELLA CHILE (45 trabajadores, hormigón armado)

Por Director

08/08/2008

Publicado en

Columnas

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A punto de terminar su segunda semana de huelga se encuentran los trabajadores de los Sindicatos COMERCIAL VALENCIA (87 trabajadores, textil) y XELLA CHILE (45 trabajadores, hormigón armado).

Además, el 6 de Agosto han comenzado su huelga los profesores socios del Sindicato Nº 2 del INSTITUTO CHILENO NORTEAMERICANO (119 trabajadores).

Todos llegaron a esta instancia producto de la intransigencia patronal y se seguirán sumando otros, cuando el nivel de conciencia llegue a un punto alto y los abusados entiendan que este es el camino.

Concientes de que la pelea es dura y podría no entregarles todo lo que demandaron cuando presentaron su proyecto, tienen claro que el primer objetivo, que era dignificarse en su condición de seres humanos, de personas que venden su fuerza de trabajo y que por ello deben ser retribuidos en justicia, lo han logrado a cabalidad.

Le ganaron al miedo, a los temores, a la incertidumbre, a la campaña del terror que asocia a la huelga con la cesantía y la perdida de derechos.

El segundo objetivo de estas movilizaciones, por mejoras contractuales, es conseguir el respaldo de otros trabajadores y en eso debemos seguir perseverando pues aún no lo logramos del todo. No es suficiente el envío de correos electrónicos o alguna visita de cortesía de un miembro del sindicato que solidariza, ni siquiera es vital que los solidarios lleguen con cajas de mercadería o apoyos de todo tipo. Se requiere además compañía, conversación, participación activa en la huelga, asistencia masiva, compromiso con la causa.

Estar en huelga es la señal más potente de que el explotado se cansó, que no le sirven las palabras de buena crianza ni los «mañana será todo mejor». Este estado sindical, que no es otra cosa que haberse puesto de pie por lo que se cree de justicia, debe ser reforzado por los demás organizados, incluso aquellos que sienten que «sus problemas» están solucionados. Mientras no seamos todos uno en este movimiento el sistema nos estará ganando la partida, de ahí la importancia de la solidaridad.

Un tercer tema en discusión es la forma en que la huelga se desarrolla. Durante su vigencia no hay turnos y las responsabilidades son para todos similares, sino iguales. Hay que apostar a instalarse frente a la empresa las 24 horas si es necesario, refregarles su indolencia frente a sus oficinas, a sus casas. Que sepan en todo momento los patrones, que los que reclaman mejoras son los mismos que con su trabajo   permiten que tenga las ganancias de las que disfrutan. No deben faltar pintura, lienzos, pancartas, instrumentos de ruido de todo tipo, consignas justas y precisas, una disposición total a hacer las guardias y turnos que el movimiento requiera. Es el momento de la «ley seca» y de la disciplina total. Nadie está por sobre la organización.

Nada de lo que hagan los trabajadores por demandar respuestas a sus demandas es prohibido, sólo debe primar el sentido común, entender que las acciones deben sumar a la mayoría y no asustar o restar a nadie.

Por último en este somero diagnóstico (que se asoma a la luz a petición de los propios trabajadores) está el trabajo de las comunicaciones. No esperemos que los medios de comunicación, que son el sostén del sistema en esto de mantener desinformada a la población y preocupada solo de los temas que ellos definen como importantes, se vayan a preocupar de difundir las huelgas. Ni siquiera lo harán todos los que se definen como alternativos, si los trabajadores no están sometidos a sus directrices.

Es necesario, imperioso, que comencemos a desarrollar nuestros propios instrumentos, que nos vinculemos con las radios populares, con los periodistas INDEPENDIENTES que si informaran nuestras luchas, que hagamos uso de todo lo que nos ofrece la modernidad, Internet, blog, diarios electrónicos, paginas web. Hay que mantener informada a la gente con todos los medios de que dispongamos

Coinciden todos los compañeros en conflicto que la lucha la ganamos nosotros, con nuestras fuerzas y todas nuestras capacidades. Si el costo de la lucha dada es el despido, habrá que pagarlo. No nos obligaron a luchar lo hicimos concientes y convencidos. Iremos a otros lugares de trabajo y comenzaremos a educar a los que están iniciándose, la tarea desde ahora será multiplicarnos en miles de industrias y empresas de todo tipo.

No existe la derrota en nuestro vocabulario, podrán haber momentos de freno e incluso de retroceso en esta lucha contra el capital pero el resultado final será a nuestro favor. Lo que está vez no se consiguió, lo tendremos en el futuro.

MANUEL AHUMADA LILLO

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