Walmart, un gigante egoísta en el barrio

Chile tiene varios dueños de casa, uno de ellos es Walmart

Por Daniel Labbé Yáñez

21/10/2015

Publicado en

Columnas

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Walmart workers, community groups and religious leaders held a rally on Black Friday, November 23, 2012, at a Walmart store, Colfax Avenue at Wadsworth Blvd in Lakewood. RJ Sangosti, The Denver Post

Chile tiene varios dueños de casa, uno de ellos es Walmart. Uno que por estos días golpeó la mesa, la silla, el velador, la cómoda, el estante, el banquillo y demasiados bolsillos de los locatarios del Mall del Mueble en el Barrio Frankin. Tiene el puño grande, le dicen el gigante de retail. Es egoísta, cuando regresó a una de sus miles de propiedades y sorprendió a un grupo de hombres y mujeres en su interior, llamó a la policía y los echó con muebles y todo a la calle.

A Walmart le da lo mismo la historia de los ocupantes, que se hayan convertido en una tradición. Finalmente no son más que muebles, aquellos definidos en el diccionario como algo que puede trasladarse fácilmente de un lugar a otro. Son elementos decorativos.

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El señor Walmart es el nuevo dueño de casa del barrio Franklin y cree tener algo mejor que ofrecerle a los vecinos. Por eso lo primero que hizo fue deshacerse de los muebles viejos. Luego vendrán los pequeños almacenes, las cocinerías, la plaza de la esquina. Él les ofrecerá en 12, 24, 36 cuotas eso y muchas cosas más.     

Es como el compañero de curso maceteado que les pegaba coscachos a los más chicos cuando los encontraba sentados en su pupitre. Así creció, se hizo grande. Nuestro barrio sudaca ya lo conoce. Es Lider en maltratar a los trabajadores. Para pararle los carros se necesita autoridad: una que defienda a los vecinos más pequeños, en vez de andar correteando también de la mano de la policía a los ambulantes.

¿Cómo hacer para que a este gigante egoísta su cuento de hadas se le transforme en una pesadilla? No visitando su jardín cuando lo abra e invite a los vecinos. Que sus primaveras sean como las de ahora, un invierno permanente. Que nada dé fruto ahí. Que comparta con el cuento solo el final y lo encontremos pronto muerto bajo un montón de estanterías llenas.

Eso sería fabuloso. Por ahora es solo una buena fábula.

Por Daniel Labbé Yáñez

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