La industria del modelaje se debate entre la inclusión y la perpetuación de estándares, mientras academias como Venus Model buscan derribar barreras.
En el dinámico escenario del modelaje profesional, se reabre la discusión sobre si esta disciplina es una vía de empoderamiento femenino o si, por el contrario, contribuye a mantener cánones de belleza inalcanzables. Mientras algunos defienden su capacidad transformadora, otros cuestionan el impacto de sus estándares.
Venus Model es un centro de formación profesional para personas cuyos sueños son convertirse en Modelo Profesional o llegar a certámenes de Miss. Rodolfo Ramírez es productor general e instructor de la academia, y según él los estándares en el modelaje son un problema de interpretación, no inherente a la industria: «hoy en día tenemos la libertad de poder expresarnos y mostrarnos al mundo tal cual somos», afirma, defendiendo la inclusión de todas las personas, sin importar raza, color, orientación sexual o características físicas, en la academia que dirige. Para él, el modelaje siempre ha contado con diversidad de tallas y tonos de piel, siendo la era actual la que ha visibilizado esta realidad gracias al clamor por la inclusión.
Ramírez enfatiza que la noción de un «90-60-90» es obsoleta y que la variedad de modelos en tiendas demuestra que la industria ya se adapta a todos los tipos de cuerpos: “los estándares de belleza a nivel de modelaje creo que nunca han sido un problema, es la interpretación de la gente lo que ha hecho que esto se vuelva un problema”, asegura.
No obstante, reconoce que el mundo de los concursos de belleza, como los de Miss, sí tuvo en el pasado estándares más estrictos, una realidad que, según él, también está cambiando. En su visión, los proyectos dentro del rubro son diversos, y pedir modelos de ciertas características para un trabajo específico no es sinónimo de exclusión.
La directora de Venus Model, Constanza Reyes, quien también es Modelo Profesional e instructora de la academia, comparte esta visión y va más allá, impulsando la inclusión como un pilar fundamental de la academia. Motivada por su experiencia personal con una abuela que sufría discapacidad, Reyes destaca que la verdadera inclusión trasciende los cuerpos, abarcando a personas con hipoacusia, síndrome de Down o trastorno del espectro autista: “realmente la inclusividad más allá de los cuerpos es la inclusividad de todas las personas”, asegura.
Publicaciones recientes, como las de Matiz y Abbordare en 2024, enfatizan que la idea de belleza ha evolucionado. La industria se mueve hacia la belleza real y la diversidad, impulsada en gran parte por las nuevas generaciones y la influencia de las redes sociales. Se valora la autenticidad, la individualidad y la representación de diferentes tipos de cuerpos, tallas, razas, edades y capacidades. Empresas como Savage X Fenty de Rihanna son citadas como pioneras en mostrar una amplia gama de cuerpos en sus campañas, promoviendo el body positivity. La inclusión de modelos con discapacidad y la celebración de diferentes etnias son cada vez más visibles, marcando un camino hacia una industria más representativa.
Reyes subraya que el modelaje, más que ser feminista o machista, es una profesión como cualquier otra, pero con un valor añadido con su potencial terapéutico: «el modelaje solamente te entrega herramientas para que tengas competencias laborales más fuertes que otras personas», señala, aludiendo a cómo esta disciplina puede potenciar la autoestima, la confianza y la seguridad en los alumnos, brindándoles herramientas para enfrentar el mundo y diferenciarse en un mercado competitivo.