Tralka Estudio: encuadernación artística desde Talca al mundo

El estudio mantiene vivo el arte de la encuadernación artística a través de talleres y cursos. Confeccionan y restauran libros y documentos, colaborando con bibliotecas, museos, fundaciones y más.

Por Cristian Hugo García

28/06/2023

Publicado en

Artes / Cultura / Entrevistas / Libros

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Tralka Estudio, liderado por el encuadernador Leonardo Cancino Figueroa, se ha convertido en un referente del arte de la encuadernación. Después de presentar exitosamente dos libros en Francia y Bélgica, así como participar en la Bienal del libro de artista en Rodez – Aveyron, el estudio continúa manteniendo vivo este arte a través de talleres, cursos y conversatorios ligados al libro y su vasto universo.

Enclavado en la provincia de Talca, en el valle del Maule, Tralka Estudio se dedica a confeccionar y preparar meticulosamente los bastidores para coser volúmenes, martillar los lomos y «dorar» con diversos tipos de hierros los cueros que visten las más variadas formas del libro. Su experiencia abarca desde la restauración de libros y biblias hasta la creación de carpetas y estuches para proteger documentos valiosos.

El compromiso del estudio de encuadernación trasciende las fronteras locales, colaborando con bibliotecas, museos, fundaciones y bibliófilos tanto a nivel nacional como internacional. Su dedicación y pasión por preservar y embellecer los tesoros literarios lo convierten en un aliado indispensable para aquellos que valoran la importancia del libro como objeto artístico.

Para conocer más sobre este antiguo oficio y sobre Trakla Estudio, conversamos con su fundador. Lee la entrevista a continuación.

¿Por qué el nombre?

– Es secundario. Tralka por el vínculo con Talca, que en mapudungún significa «trueno o rayo (tralkan)», la hispanización de trueno no comulga con nuestra perspectiva del territorio; aunque podría haber sido el nombre Piduco, Río Claro o Quizapú, lo primario es el trabajo, dedicación y el resultado que se obtiene en el taller.

¿Cómo nace la idea de formar un taller con un oficio de hace cientos de años?

– Siento que nace de continuar trabajando con técnicas olvidadas, y poder entregarle vida a los libros y sus diferentes tipos de expresión como objeto. A su vez, del rescate patrimonial tanto material a través de sus actores indirectos: imprenteros, papeleros, linotipieros, grabadores, curtidores y un largo etcétera, como también inmaterial, ya que los conocimientos y corpus técnico son transmitidos de maestro en maestro, lo cual le otorga un valor humano a este oficio que en Chile cuenta con sus primeros antecedentes desde hace más de 150 años.

¿De qué manera se fueron conformando como un taller–estudio?

Ha sido orgánico. Al principio, 8 años atrás, comencé a encuadernar para mí y los amigos. Fui formando paulatinamente el taller con herramientas, máquinas y materiales. Creo que el cambio se produjo cuando me mude a Valparaíso, la ciudad de los oficios como narra un autor porteño. Allá conocí a Alejandro Marambio que le otorgo un alma gráfica a lo que hacemos. Luego, regresé a Talca y se integró Franco Caballero, Carola Chacón, Ricardo Vásquez, Fernanda Ponce, Felipe Figueroa, Belén Flores y Bárbara López, todos en sus más diversos quehaceres: diseñador e ilustrador, editor, encuadernadores, traductoras y soporte digital.

¿Cuál es tu perspectiva de la encuadernación en la actualidad en Chile?

Pienso que cada vez hay más personas que están interesadas en el rescate de los libros y no tanto en su reproducción. Veo que se multiplican las ferias, exposiciones y conversatorios en torno al oficio y sus diversas extensiones como las artes gráficas, el diseño, la tipografía y técnicas de impresión. Hay una energía comulgante en todo latino américa, observas casi lo mismo en Argentina, Colombia, México y Perú. Sumado a las plataformas digitales y sus múltiples usos puedes conocer otras formas de encuadernar, con un discurso propio y autentico. Aun así, en nuestro país los encuadernadores tienen que buscar la forma de obtener materiales, herramientas e instrumentos básicos. Paulatinamente en los últimos 40 años, producto de la progresiva desindustrialización y por la nula protección del patrimonio industrial; por ejemplo, han tenido que cerrar industrias papeleras como la Schorr y Concha en Talca, imprentas en Valparaíso, Concepción y Santiago, y así sucesivamente impactando en nuestras dinámicas socioculturales que han tenido que mirar pasivamente el cierre de escuelas técnicas y el olvido de aquellos maestros y profesores que atesoran un saber histórico, humano y educativo.

¿Por qué sostienes que el oficio impacta en las dinámicas de un país?

Porque es una red que se sostiene comunitariamente. No es menor que la primera cooperativa y mancomunal de Chile (el equivalente en la actualidad a los sindicatos) haya sido la sociedad de tipógrafos en 1852, aquel antecedente te predispone a observar lo que sucedió después; el nacimiento de escuelas de oficios, imprentas, diarios, publicidad, información y todo lo que uno ve en la actualidad con un dispositivo en la mano. Posterior a esto se creó la escuela de oficios de la Universidad de Chile y Santiago de Chile; sumándose a los que venían desarrollando esta instrucción amparadas en Los Salesianos, Maristas, Jesuitas, Dominicos y otros más. Siendo la época de oro la del “desarrollo hacia adentro” mitad del siglo XX en donde hubo un auge de la manufactura nacional impulsado por la CORFO. Luego el apagón cultural y los últimos 40 años en donde ni gobierno ni ciudadanos hemos aprendido a valorar la importancia de los oficios.

¿Cómo observas el futuro de la encuadernación?

Múltiple en formas, saberes y acciones. Creo que el acceso y conexión que puedes tener a través de internet permitirá integrar más el oficio con personas que no necesariamente se encuentren en un centro metropolitano como Santiago. Sumado al desarrollo de ferias, exposiciones, talleres y encuentros permitirá compartir estas técnicas y conocimientos de forma presencial, que es lo que realmente importa desde un punto de vista material, instrumental y humano. Inclusive, puede resultar atractivo para las diferentes universidades, liceos y escuelas técnicas integrar a sus módulos talleres de encuadernación y todo lo relacionado al mundo del libro. Hemos impartido talleres en Institutos y la retroalimentación ha sido positiva.

¿Cuál es el presente del estudio?

Mantenemos el trabajo que hemos venido realizando para diversas personas. Lo medular es encuadernar, restaurar y reparar libros para personas de a pie. Continuamos encuadernando el valioso tesoro bibliográfico de la Fundación Roberto Hernández Cornejo, y también para algunos bibliófilos. Proyectamos una presentación del primer libro que hemos publicado para el segundo semestre, como también el desarrollo de un proyecto de reedición de un libro de la historia de la encuadernación con un autor español. Y, por supuesto, continuar impartiendo talleres, cursos y laboratorios en Talca, Valparaíso y online.

¿Y Santiago?

“La metrópolis”. Si los de allá están interesados en los de acá, quizás algún día lo de la “descentralización cultural” sea real.

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