Ultraviolencia, rinocerontes morados y música electrónica: el equipo soviético detrás de los capítulos más extraños de Tom y Jerry

En 1960, la MGM encargó nuevos capítulos de Tom y Jerry a un estudio ubicado en la Checoslovaquia comunista. El resultado fue una pesadilla de psicodelia y ultraviolencia.

Por Axel

18/08/2022

Publicado en

Animación / Cultura / Series

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En sus orígenes Tom no se llamaba Tom, sino Jasper. Tampoco tenía el pelaje corto y las cejas gruesas y expresivas que fueron definiéndose a través de los años hasta llegar a la versión pulcra y ultra HD que pasan hoy en el Cartoon Network.

Jerry tampoco se llamaba Jerry, sino Jinx. De hecho, si queremos ir aún más lejos, cuando Joseph Barbera y William Hannah se conocieron en los estudios de animación de la MGM, los protagonistas iniciales de su proyecto ni siquiera eran un gato y un ratón: eran un zorro y un perro.

Es tentador hacer el ejercicio mental de imaginarnos un universo paralelo en el que finalmente esa idea hubiera visto la luz y en que El zorro y el sabueso hubiera terminado protagonizada por un gato y un ratón, pero la verdad es que pocas combinaciones de animales prendieron tanto como la presentada ese año por la MGM.

El corto en cuestión se llamó Puss Gets the Boot y se presentó en las salas de cine en 1940 (porque sí, querido lector, en esa época la única manera de ver estos simpáticos dibujos animados era en las salas de cine), convirtiéndose en todo un fenómeno en Estados Unidos y siendo hasta hoy la serie animada con más premios Óscar de la historia.

William Hannah y Joseph Barbera estuvieron a cargo de 114 cortometrajes de Tom y Jerry antes de que la MGM decidiera cerrar su estudio de animación en 1957, cuando cayó en la cuenta de que salía más rentable repetir capítulos antiguos que producir nuevos.

Cuando en 1960 la MGM volvió a cambiar de opinión y decidió que sí quería más capítulos de Tom y Jerry, ya no contaban con estudios de animación y tampoco estaban dispuestos a aumentar el precario presupuesto con el que habían contado los últimos episodios de la época de Hannah y Barbera, por lo que decidieron encargarle todo a Rembrandt Films, un estudio ubicado en Praga, la capital de la Checoslovaquia comunista.

El equipo de Praga

El dibujante estadounidense Gene Deitch se había radicado en la ciudad luego de conocer al amor de su vida (real, siguen juntos hasta el día de hoy) cuando recibió el encargo por parte de Rembrandt Films de dirigir nuevos capítulos de Tom y Jerry.

Deitch había trabajado anteriormente para la United Productions of America, un estudio que era todo lo contrario a la MGM: privilegiaba la visión artística antes que la comercial y había sido precursor en nuevas técnicas de animación. Por lo mismo el dibujante no era fanático de la serie, a la que consideraba innecesariamente violenta.

Y aquí es donde la cosa se pone surrealista. Luego de aceptar la oferta, Deitch no solo se dio vuelta la chaqueta de manera épica al declarar que en realidad la violencia de la caricatura era una parodia de las emociones humanas, sino que llegó incluso a encontrar raíces bíblicas en el conflicto entre el gato y el ratón, comparándolo con la historia de David y Goliat.

Luego armó un equipo conformado casi en su totalidad por realizadores checoslovacos, de los cuales ninguno hablaba inglés ni había visto jamás un capítulo de la serie original.

Deitch dibujó él mismo los nuevos episodios y encargó los efectos de sonido a Tod Dockstader, un compositor de música electrónica cuyos trabajos se acercan más a la banda sonora de una película de David Lynch que a una serie de cortometrajes para niños.

Para que se hagan una idea (y de paso quitarle un poco de peso de los hombros al malogrado Deitch), en la época de Hannah-Barbera un solo capítulo de Tom y Jerry tenía un presupuesto que rondaba los 50 mil dólares. El equipo de Praga, por otro lado, contó con menos de 10 mil.

Uno de los grandes cambios que introdujo esta nueva tanda de episodios, y que se ha mantenido hasta el día de hoy, fue que los personajes por primera vez dejaron la casa y comenzaron a vivir aventuras en escenarios tan variados como la antigua Grecia, el espacio exterior y la cubierta de un barco ballenero.

La época de Deitch también es conocida por sus efectos de sonido precarios y sobrecargados con ecos electrónicos y tonos futuristas, además de diálogos incomprensibles y pésima actuación vocal. Y es que todo fue grabado en un equipo del tamaño de un maletín que el mismo dibujante trajo desde Estados Unidos y que más tarde mezclaría personalmente en su departamento.

Los dibujos, por otro lado, estaban desprovistos de cualquier detalle y los colores se aplicaban de manera absurda, llegando a existir en un capítulo leones de melenas verdes y rinocerontes morados. Sin embargo, el diseño de los escenarios ha sido revalorizado en el tiempo por su peculiaridad estética, que hace aún más patente la distancia cultural entre Estados Unidos y Checoslovaquia.

También la violencia alcanzó niveles desmedidos en estos capítulos. Si algunos se sienten fuera de lugar por recordar a Jerry como el gran villano de la historia, probablemente sea porque alcanzaron a ver la época de Deitch.

Del inocente ratón que escapaba con ingenio de las garras del gato, Jerry se convirtió en una rata (nunca mejor dicho) que disfrutaba viendo sufrir a Tom de las peores maneras posibles.

Y no solo Jerry se transformó en un sádico. También el nuevo dueño de Tom era un hombre abusivo que lo golpeaba a la mínima provocación. Lejos quedaban las amenazas de Mammy Two Shoes, la antigua guardiana de Tom cuyo último recurso era expulsarlo de la casa.

Deitch explicaría más tarde que esto se debió a las diferencias culturales entre Checoslovaquia y Estados Unidos. El humor slapstick (que consiste en reírse de los golpes y caídas) era netamente norteamericano y no era comprendido por el equipo de realizadores, que en su intento de hacer reír a los gringos terminaron creando una pesadilla de tortura y violencia irracional para el pobre gato.

Las diferencias culturales se hicieron más patentes aún al momento de firmar los capítulos. Estando en plena Guerra Fría, la MGM no podía revelar que la caricatura favorita de las familias gringas estaba siendo producida en un frío laboratorio comunista, por lo que el equipo checoslovaco debió americanizar sus nombres. Así, Stêpan Koniček apareció en los créditos como Steven Konichek, y Vaclav Lidl se convirtió en Victor Little.

Finalmente, la MGM decidió no renovar el contrato a Rembrandt Films y los trece capítulos dirigidos por Gene Deitch se recuerdan como los peores de la serie animada, a pesar de haber sido en su tiempo un rotundo éxito comercial.

Sin embargo, como fervientes amantes de lo extraño y de la precariedad audiovisual, quisimos rendir este pequeño homenaje a un estudio que recibió la tarea titánica de, con un presupuesto ínfimo, continuar una serie completamente a ciegas y con todas las barreras culturales posibles, para terminar entregando esta tierna pesadilla de psicodelia y ultraviolencia.

Aquí les dejamos la primera parte de un capítulo que, entre muchas otras cosas, tiene a los animales peores dibujados de la historia de la animación, a un hombre rompiéndole las manos a un gato y a Tom colgando de un árbol intentando librarse de una escopeta que está a punto de volarle la cara. Todo muy familiar.

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