Fútbol y mujeres: testimonios de exclusión, resistencia y pasión

Un conversatorio reunió a cuatro mujeres de diversos espacios a exponer sus experiencias y testimonios en relación a una pasión compartida: el fútbol. Un amor que muchas veces implica la exclusión y el rechazo constante al sumergirse en un mundo tradicionalmente pensado por y para los hombres.

Por Vanessa Vargas

28/10/2016

Publicado en

Chile / Deportes / Género / Portada

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mujeresyfutbolDurante el pasado jueves, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se desarrolló el foro «Mujeres y fútbol», con el objetivo de reflexionar acerca de las experiencias de exclusión y resistencia del género en este deporte, marcado históricamente por una amplia hegemonía masculina que se hace sentir en sus diversas áreas.

La actividad -organizada por la Asociación Hinchas Azules (AHA), en conjunto con el Centro de Estudios Sociales Hinchas Azules, la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), la Secretaría de Sexualidades y Géneros de la facultad de Derecho de la U. de Chile y el Laboratorio Social del Deporte- tuvo entre sus expositoras a la estudiante de antropología e investigadora en temas de fútbol y género, Vjera Leyton; a la vicepresidenta de la ANJUFF y jugadora de la Universidad de Chile, Fernanda Pinilla; a la entrenadora y dirigenta Mariana Sandoval y a Javiera Miranda, hincha de la U y miembro delegada de la AHA.

Desde sus diversos espacios como mujeres vinculadas al fútbol, las expositoras dieron a conocer sus visiones y testimonios, que dan cuenta a la vez de las múltiples violencias que el género experimenta a la hora de relacionarse con el balompié.

«La FIFA y los aficionados no ven al fútbol de mujeres como un negocio rentable o como un espectáculo, por una serie de prejuicios: que las mujeres no juegan bien, que no tienen el mismo roce y que es femenino en sí«, explicó la investigadora Vjera Leyton, agregando que es necesario que puedan ser más visibilizadas y consideradas dentro de las asociaciones nacionales de fútbol y desde la misma FIFA.

Actualmente, enfatizó, se desarrolla un torneo nacional de fútbol femenino, que «ni siquiera es considerado o transmitido desde la dirigencia de nuestros clubes para que podamos verlo».

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MUJERES Y FÚTBOL: MÚLTIPLES VIOLENCIAS

Mariana Sandoval es conocida ante la opinión pública por ser madre de Charles Aránguiz, pero lo cierto es que la entrenadora y dirigenta acumula tres décadas de trayectoria en el mundo del fútbol amateur. Luego de conocer la invitación de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur (ANFA) para iniciadores de fútbol, Mariana se abrió camino en un rubro prácticamente exclusivo de los hombres y decidió convertirse en entrenadora. Actualmente se desempeña también como dirigenta en el club de fútbol Nueva Esperanza, de su barrio en Puente Alto.

Como madre, relató «las mujeres somos las primeras que nos preocupados incentivar y apoyar a nuestros niños en este deporte, peero no es porque somos mujeres, sino porque el papá no está. Ahí está nuestro aguante».

Además, la dirigenta y entrenadora señaló que el género debe luchar contra las adversidades propias del fútbol, un mundo que les presenta diversos obstáculos. «Las cosas hay que proponérselas. A mí el fútbol barrio me ha llevado a muchas pasiones. Perdí hasta mi matrimonio por el fútbol, porque por pasar en reuniones y entrenamientos se me olvidaba el marido. He vivido muchas cosas por este deporte, pero soy feliz», señaló, orgullosa de su pasión.

Por su parte, la hincha y miembro de la Asociación Hinchas Azules, Javiera Miranda, profundizó en la experiencia de las mujeres que asisten cada fin de semana a alentar al equipo de sus amores.

«Se vive una violencia que una misma aturaliza, se ven muchas relaciones de poder que una va asumiendo. Yo soy contestaria, así que me hice un espacio dentro de la barra respondiendo, porque así tenemos que ser las mujeres para poder participar: contestatarias, a veces flaites, a veces chorizas… la mayoría de las veces muy chorizas, en realidad. Porque para tener el respeto de los hombres hay que pararles la mano un par de veces: qué te creís, qué me estai mirando, por sólo decir algunas cosas», contó.

Javiera llegó cerca de los 11 años al estadio por primera vez y desde entonces comenzó a observar las lógicas machistas de las que ella misma se fue haciendo parte, en ocasiones: «Hice mi mea culpa: cuando una dice: ‘cacha cómo está vestida, cómo viene al estadio así’. Repetimos eso porque hemos escuchado dentro de nuestro espacio muchas veces a nuestros amigos hablar de esa manera. En vez de decir: a ver, cuál es el problema que ella venga así, ¿se viste para ti? No po. Y canta igual».

Las mujeres están obligadas a validarse todo el tiempo en el estadio, razón por la que enfatiza que el género tiene una responsabilidad principal en no repetir el discurso de ofensa masculina.

«Como mujeres e hinchas tenemos que cambiar estas lógicas, no invisibilizarnos. Nosotras somos responsables. No necesito que me digan Javierito, ni que me traten de hombre. Queremos que nos validen por cómo somos y por quiénes somos: yo soy mujer e hincha», cerró.

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LA EXPERIENCIA DESDE LA CANCHA

La interesante reflexión del foro, que fue transmitido por streaming y llenó el Aula Magna de la Facultad de Derecho, dio paso al testimonio de Fernanda Pinilla, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF) y jugadora del club Universidad de Chile, quien contó las dificultades de vivir la pasión por este deporte desde la cancha.

El fútbol fue su amor desde pequeña. Las dificultades vinieron cuando creció y logró ingresar a un club de fútbol femenino y constató la escasa competencia del rubro.

«Me di cuenta que sólo existían cuatro equipos femeninos. Quise volver a jugar con los hombres, pero por un tema de edad ya no me dejaban ingresar a los campeonatos. Siempre había algún partido femenino, pero enfrentarse tres ó cuatro veces con el mismo rival no tenía mucho sentido. A esa edad, lo único que una quiere es jugar», relató.

En el 2008 se inició el campeonato nacional femenino organizado por la ANFP y ella comenzó a jugar por Universidad Católica en la categoría sub-17. Entonces advirtió una de las primeras injusticias, de muchas que vendrían: «Para poder tener ropa y jugar teníamos que cancelar una cuota mensual. En cambio los niños de mi edad tenían las mismas condiciones, pero para ellos era sin costo«.

El torneo se inició un poco a la fuerza, debido a que Chile organizaría el Mundial Femenino de Fútbol Sub 20 y parecía absurdo no contar con un campeonato oficial. En la actualidad, sin embargo, el panorama no es muy alentador, ya que este año dos clubes decidieron cerrar su rama femenina: Audax Italiano y Unión Española.

«La justificación fue que no alcanzaban los recursos pa mantenerla y que el fútbol femenino no vende. Dejaron sin club a aproxiamadamente cien niñas», señaló Pinilla.

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A diferencia de los hombres, las mujeres no pueden dedicarse profesionalmente al fútbol en Chile y ni siquiera existe una regulación en torno a un contrato profesional entre los clubes y las jugadoras. Tampoco son remuneradas. Por ello, este año un grupo de jugadoras de distintos clubes iniciaron la ANJUFF.

Fernanda invitó a participar y compartió su diagnóstico: «Pensamos que el fútbol y el deporte en general representan un fenómeno social de gran escala y que está considerado como un patrimonio cultural de la humanidad. Es la sociedad la que limita la práctica de las mujeres del deporte a nivel recreativo y competitivo. La falta de una postura sólida de las autoridades han llevado a que su desarrollo dependa de las voluntades de la dirigencia de turno».

Las expositoras dieron paso a una serie de preguntas y conversaciones acerca de la necesidad de repensar los discursos hegemónicos que imperan en el mundo de las hinchadas. Esto, con la voluntad de erradicar las ofensas a las mujeres y a la disidencia sexual que abundan en el mal llamado «folclore» del fútbol.

La jornada contó una convocatoria transversal, que advirtió la presencia de hinchas de Colo Colo y Deportes Concepción, entre otros clubes. Un importante gesto que evidencia los frutos de la organización de las y los hinchas, que buscan desafiar las lógicas alienantes del fútbol negocio y también -en consideración de que esta pasión ya no es exclusiva de los hombres- del patriarcado.

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