La historia del anillo de Super Bowl que le cambió la vida a 24 niños de Tailandia

Es el premio más preciado, el que provoca un estatus social superior, el que muchas veces busca en quienes los poseen a un eventual salvador de causas perdidas

Por Alex Ripne

01/02/2017

Publicado en

Deportes

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jerod-cherryEs el premio más preciado, el que provoca un estatus social superior, el que muchas veces busca en quienes los poseen a un eventual salvador de causas perdidas. Es el caso de Jerod Cherry, quien estaba asistiendo a una conferencia religiosa en 2008 cuando se encontró con un empleado que tenía una idea sobre los tres títulos de Super Bowl que ganó con los New England Patriots. Los adolescentes reunidos se habían quedado 20.000 dólares por debajo de su objetivo para la construcción de un orfanato en el extranjero, y la empleada, Courtney Cherest, se preguntó si Cherry podría estar de ánimo como para cubrir la diferencia.1137770-594x356

Claro que lo de ella era en tono de broma. La empleada era fan de Peyton Manning y no precisamente fanática de Tom Brady, así que cuando Cherry caminó cerca de ella durante un descanso, ella preguntó: «Oye, ¿vas a donar uno de esos anillos?». Cherry se echó a reír. Aunque ese mismo día ya había sido conmovido por un chico desfavorecido de West Viriginia que habló en la Momentum Youth Conference en Cedarville, Ohio. «No tenía un centavo a su nombre», recordó el jugador remarcando que «y estaba dando 25 o 50 centavos, lo que tenía en el bolsillo, para lograr la meta».

El jugador estaba ayudando en ese evento solo porque su esposa estaba sirviendo como voluntaria. No tenía ni idea de que ese día lo inspiraría a ayudar a proteger a dos docenas de huérfanos en Tailandia de la extrema pobreza, las drogas, el tráfico sexual y la falta de educación. Y finalmente, fue conmovido por una presentación que incluía la imagen de un niño hambriento en una tierra lejana; al mismo tiempo se encontraba un buitre que esperaba a que el niño muriera. «Soy un padre con cuatro hijos, y algo así te pone en tu lugar», dijo. «Estás pensando, ‘Oh, Dios mío, alguien realmente está viviendo así.’ Y aquí estoy tirando algo de mi comida.»

Cherry tuvo tres tacleadas en esa victoria por 20-17 sobre los Rams. Derramó un río de sangre, sudor y lágrimas en ese viaje, que él llamó, «algo irreal, algo que nunca había experimentado en la NFL». Pero el deportista había leído sobre Caín y Abel, por lo que decidió que su sacrificio debía ser más parecido al de Abel. «Sin falta de respeto a los otros dos anillos», dijo. «Fácilmente podría haber dado el segundo o el tercero, y nadie hubiera dicho nada, pero mi pensamiento era, ‘Si voy a dar algo que representa mi fe en Dios, mejor dar lo mejor de mí y lo que más me importa».

Ahora tenía que averiguar qué, exactamente, hacer con su pieza más querida, de 14 quilates de oro blanco. Cherry terminó encontrándose con Tom Brady y su familia en un concierto benéfico, y la hermana de Brady, Nancy, que ha hecho un trabajo extenso por causas africanas, puso al exPatriot en contacto con alguien que podía maximizar el valor del anillo. Decidieron una rifa que no excluiría al aficionado promedio, que suele estar abrumado por los corporativos en una subasta.

Los boletos de la rifa costaban dos dólares cada uno, con una compra mínima de cinco boletos. El ganador se llevaría el anillo de un Super Bowl épico y unos 16.000 dólares para pagar los impuestos. La rifa recaudó más de $ 180,000 para las causas benéficas de la elección de Cherry.

Algunas de las ganancias fueron a organizaciones benéficas como Boston for Africa y Feed My Starving Children. Parte del dinero se destinó a Asia’s Hope, una organización cristiana que construye viviendas y ofrece oportunidades educativas, alimentación y atención médica para niños huérfanos en Tailandia, Camboya e India, donde los niños son víctimas, entre otras cosas, de la explotación sexual. De acuerdo a Asia’s Hope, la donación de Cherry fue directamente responsable de la construcción de un orfanato que alberga a dos docenas de niños de la tribu de las colinas en el distrito de Doi Saket, en el norte de Tailandia, a media hora de Chiang Mai. John McCollum, director ejecutivo de la organización, dijo que estos niños de las tribus de las colinas prácticamente no tienen derechos del gobierno y que a menudo no tienen la esperanza de construir vidas sustanciales después de que sus padres mueran mientras trabajan en el narcotráfico. Son efectivamente refugiados en su propia tierra, algunos de ellos viviendo cerca de la frontera con Birmania sin electricidad ni servicios básicos. McCollum dijo que las tasas de graduación de la escuela secundaria entre estos niños se estiman entre 2 y 10 por ciento, y los niños y niñas que terminan en los hogares de su organización se gradúan de la escuela secundaria a una tasa de casi 90 por ciento.

Algunos de los huérfanos están ahora estudiando en la universidad local o participando en la formación profesional, mejorando para que puedan afectar a las generaciones venideras. «Reconozco que algo como un anillo de Super Bowl es realmente insustituible», dijo McCollum. «Pero Jerod tomó lo que había ganado y es legítimamente suyo, algo que no tiene precio, y se despojó de eso e hizo algo que verdaderamente transforma a estos niños».

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