Piel Ardiente y Mala Cara. Un día para no olvidar

No quisimos partir hablando de fútbol y no es porque estemos en contra o a favor de tanto futbolizar un País, es más, creemos el balompié es uno de los deportes por excelencia y con más adherentes en todos los rincones del planeta, te hace hinchar el corazón de alegría cuando tu equipo hace un […]

Por Director

25/04/2005

Publicado en

Deportes

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No quisimos partir hablando de fútbol y no es porque estemos en contra o a favor de tanto futbolizar un País, es más, creemos el balompié es uno de los deportes por excelencia y con más adherentes en todos los rincones del planeta, te hace hinchar el corazón de alegría cuando tu equipo hace un gol , te pone los pelos de punta cuando el rival se acerca al área y te hace vociferar más de un garabato en contra del – seremos educados- “arbitro saquero”. Pero ya habrá tiempo y espacio para quienes saben mover los pies sobre la cancha, nuestros Clubes Locales de Fútbol. Así inauguramos esta sección del Deporte Local con una especialidad que personalmente calificaría de incomparable. Me refiero a las Carreras a la Chilena, especialidad en que caballo y jinete , tal centauro, se transforman en un ser único, ágil , sagaz y veloz. Con el sol quemando en las cabezas , otros escapando al cara de gallo bajo los árboles , sombreros de huasos, cerveza que corre amistosamente para aplacar el calor, mujeres, niños, y gente de muy lejos que siguen a hermosos equinos de sur a norte , se reúnen para dar inicio a todo un ceremonial lleno de tradición y magia. La carrera que se realizó en la Cancha el Maitén de propiedad de “Chito” Obando, corralero y amante de los caballos, congregó por lo menos unas 1200 personas -a vuelo de pájaro- la tarde del Domingo 20 de Febrero. La Semana Unionina ya culminaba pero aquí, una fiesta al más puro estilo campesino recién comenzaba. Apostados a un costado de la impecable pista, y a la espera del inicio de las apuestas, dos ingeniosos hombres tenían instalados sus propios casinos ambulantes. En un sector se jugaba al montoncito sobre un rojo cojín, mientras cerquita y sobre un tablero de madera , se tiraban los dados apostando a los números mayores o menores , donde un animoso anfitrión gritaba al público”Usted elige el ganador me deja el perdedor” , batía los dados en un vasito color verde, destapaba , pagaba apuestas y recogía a la vez el dinero de los menos afortunados. La hora avanzaba y los dueños de los caballos junto a sus comitivas recorrían metro a metro la cancha, midiendo y fijándose en que todo estuviera en orden para el momento de la carrera. Las especulaciones rondaban el ambiente y ya se veía aparecer a los primeros depositarios no oficiales, hombres de confianza a quienes los apostadores entregaban su dinero. -Oye si hay que apostarle a la Yegüita Mala Cara, no vez que le dieron la garantía de las herraduras gruesas –comentaba uno a mi paso -No sé yo amigo, usted apueste al que guste, mire que yo voy con el potrillo que ya lleva 8 carreras de invicto –le respondía su amigo Eduardo Ortiz, más conocido en el ambiente como el “Chelo” Ortiz, nos explica que aquello de correr con las herraduras gruesas “es como que un caballo corra con zapatos de trabajo y el otro con zapatillas de clavo y las garantías siempre la otorga aquel animal con más posibilidades de triunfo para emparejar así la carrera “

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