Violencia en el fútbl

(+Video) Matar por el fútbol: hincha argentino sufre muerte cerebral tras ser arrojado desde una tribuna

El fútbol sudamericano ha mostrado una vez más su peor cara: la violencia más dura. Un hincha argentino sufrió muerte cerebral y falleció esta mañana luego de ser arrojado desde una tribuna porque pensaron que era simpatizante del equipo rival mientras se disputaba el clásico provincial entre Belgrano y Talleres de Córdoba el pasado sábado 15 de abril.

Por El Ciudadano Argentina

17/04/2017

Publicado en

Argentina / Deportes / Latinoamérica

0 0


Emanuel Balbo, de 22 años, estuvo internado en «estado crítico» desde la tarde del sábado 15 de abril con un cuadro de muerte cerebral hasta que falleció dutante la mañana de hoy. La Justicia avanza en busca de los autores materiales de la brutal golpiza que recibió el hincha argentino mientras se disputaba el clásico de la provincia de Córdoba entre Belgrano y Talleres.

Según confirmó el comisario general de Córdoba, ya son cuatro los detenidos por la agresión a Balbo que fue golpeado y arrojado al vacío desde tres metros de altura luego de que se corriera el rumor de que, en realidad era hincha de Talleres y estaba «infiltrado» en la tribuna local. El aberrante hecho sucedió delante de padres con sus hijos y la pasividad de miles de espectadores.

Cabe recordar que en Argentina, la gran mayoría de los estadios no permiten que asista el público visitante desde hace más de dos años, cuando la violencia que rodea al fútbol se volvió insostenible. Es por esa misma razón que el encuentro se jugó únicamente con público de Belgrano. Sin embargo, esa medida en vez de calmar los ánimos, muchas veces genera que se busque a hinchas del otro club que se camuflan entre los locales para poder ver el partido.

Tras el gran impacto que causaron las imágenes, se supo que el origen del incidente era un problema personal que la familia Balbo tiene desde hace dos años con un hombre llamado Óscar Eduardo Gómez, que nada tiene que ver con el fútbol.

El video de la agresión y la caída al vacío:

La historia oficial, relatada por el propio padre del joven que lucha por su vida, es que en medio de la tribuna de Belgrano, Balbo se encontró con Gómez, quien asesinó a su hermano hace 4 años mientras corría una carrera ilegal en medio de Córdoba. Al cruzarse, el asesino eligió hacer circular que Balbo era hincha de Talleres y tenía un tatuaje del equipo rival para desatar la violencia de toda la popular.

“Después de chocar a mi hijo, Gómez estuvo preso pero no se si llegó a los 40 días. Yo todavía estoy esperando que la Justicia de la Argentina haga algo porque ya me arrebataron un hijo y ahora me están por arrebatar otro”, había expresado su padre entre sollozos ante la prensa.

Según dieron a conocer en el hospital de urgencias de Córdoba, Balbo estaba en un coma inducido con un daño cerebral irreversible. Minutos antes de su deceso, su padre Raúl había hablado con el canal argentino TyC Sports y comunicado que iban a tratar de sacarlo del estado en el que estaba para ver su reacción. Pero el daño cerebral era tal que Emanuel no soportó el cambio y falleció. Ahora, ante la muerte del agredido, la carátula bajo la que están imputados los cuatro detenidos debería dejar de ser «intento de homicidio». 

Este episodio, más allá de la compleja historia con la que cargaba detrás, despierta una vez más la alarma de la violencia e irracionalidad con la que se puede vivir el fútbol en el continente. ¿Qué hace que cientos de personas agredan cobardemente a alguien que se encuentra en clara desventaja? ¿El fútbol es excusa para volverse asesino? Un claro síntoma de lo corrompido que se encuentra todo en Argentina es que la fecha no se suspendió tras conocerse lo ocurrido y tampoco serán suspendidas las venideras.

Mientras tanto, cada vez menos familias se animan a pisar un estadio y el fútbol muestra cada vez más su nueva faceta que lejos está de la pasión: un espectáculo millonario que no importa lo que suceda, debe seguir facturando sus ganancias, cuesten las vidas que cuesten.

Por Gustavo Yuste, desde Argentina.
@gusyuste

 

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones