Una juez avala el polémico método

Colegio aplica descargas eléctricas como castigo a jóvenes con discapacidades

Las descargas son de hasta 45,5 miliamperios de electricidad, lo que produce un fuerte dolor e importantes contracciones musculares

El Centro Educativo Juez Rotenberg de Massachusetts, en Estados Unidos, castiga a los alumnos con discapacidades utilizando un tratamiento de descargas eléctricas de intensidad variable.

En junio de este año, la institución logró el respaldo de la juez Katherine Field para continuar su labor, pese al repudio de las organizaciones de defensa de los derechos de las personas con discapacidad y la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés).

Increíblemente, los padres de los alumnos celebraron la noticia. “Hemos intentado y continuaremos probando todo lo que está disponible para nuestros hijos”, comunicó la asociación de representantes. En tanto, el centro educativo defiende la utilización del «tratamiento» cuando los alumnos están «en riesgo de hacerse daño a sí mismos o a otros».

Un testimonio que asegura lo contrario

En 2012 se publicó un vídeo en el que se veía al joven autista Andre McCollins molesto porque no quería quitarse el abrigo en la sala. El castigo a su rebeldía fue someterlo durante siete horas a 31 descargas eléctricas, mientras lo tenían amarrado boca abajo a una camilla y con un casco en la cabeza.

El pobre muchacho quedó catatónico durante un mes. “No tenía idea de que torturaban a los niños en la escuela”, reconoció la madre de McCollins en los tribunales tras demandar a la institución, con la que luego llegó a un acuerdo por un monto que no fue revelado.

¿Cómo funciona el tratamiento?

En la escuela, los niños y adultos con trastornos emocionales y con discapacidades de aprendizaje tienen atado a las piernas y muñecas un dispositivo de descarga eléctrica gradual.

El personal posee un control remoto y solo tienen que presionar un botón cuando quieren castigarlos, según cuenta The Washington Post, luego de visitar el centro en una oportunidad.

Las  descargas son de hasta 45,5 miliamperios de electricidad, lo que produce un fuerte dolor e importantes contracciones musculares y, además, deja secuelas como quemaduras, complicaciones cardíacas y estrés postraumático.

¿Quiénes en contra?

En 2014, una petición reunió 300.000 firmas para que la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense  -FDA, máxima autoridad sanitaria- prohibiera usar estos dispositivos en tratamientos a personas con discapacidad.

Luego de dos años de investigaciones, la FDA informó que la institución utilizaba el tratamiento aversivo en 50 alumnos y presentó formalmente su rechazo.

El entonces director interino de la Oficina de Evaluación de Dispositivos sostuvo: «Estos artefactos son peligrosos y un riesgo para la salud pública, y creemos que no deberían usarse”.

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