Mohammed El Kurd: El escritor y poeta de 22 años símbolo de la resistencia palestina

El activista por los derechos de los palestinos asegura que el conflicto entre su país e Israel “es un desplazamiento étnico forzado, una desposesión”.

Mohammed El Kurd tiene apenas 22 años. Se hizo escritor y poeta para «dotar de sentido a su vida». A raíz de sus apariciones en medios estadounidenses como CNN y NBC, consolidó velozmente su imagen internacional como un símbolo de la resistencia palestina.

Sus declaraciones y entrevistas televisivas dieron la vuelta al mundo en redes sociales y esto le valió una detención por parte de las fuerzas israelíes: lo arrestaron y lo sacaron por la fuerza de Sheikh Jarrah, el barrio donde habita junto a su familia. El dramático momento fue capturado en un video compartido ampliamente en la red social twitter. 

“Simplemente me tiraron a la calle y me dijeron que no podía regresar al vecindario”, dijo El-Kurd. “Nos han hecho esto muchas veces, muchos de los miembros de mi familia, muchos de mis vecinos. Hacen esto de forma rutinaria «. 

Antes de este episodio, ya El-Kurd había sido una de las voces palestinas destacadas, al describir lo que estaba sucediendo en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén, donde los desalojos planeados por las autoridades israelíes, de varias familias palestinas para dar sus casas a colonos judíos, se describió ampliamente como “limpieza étnica .

https://twitter.com/ZohrinM/status/1393629904336523274

La popularidad de Mohammed descolló, en concreto, a través de una frase que pronunció tras una pregunta que le formulara la periodista de CNN, que lo inquirió mediante la siguiente interrogante:

-¿Apoya usted las protestas violentas surgidas en solidaridad con usted y con familias como la suya? A lo que Mohammed El Kurd, contestó: -¿Apoya usted mi desposesión violenta y la de mi familia?

Posteriormente la frase se hizo viral no solo en las redes sociales. También corrió como pólvora, exhibida en carteles, en las manifestaciones celebradas en cientos de ciudades europeas, estadounidenses y del mundo árabe: Roma, Madrid, Londres, Manchester, Ottawa, Toronto, Chicago, Nueva York, Berlín, Amsterdam o la propia Jerusalén, entre otras.

No es una disputa inmobiliaria

La historia de Mohammed se remonta a cuando él tenía 11 años. Se trató de una ocupación en tiempo real. La mitad de su casa, situada en el barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, fue tomada en 2009 por colonos judíos que reclaman su propiedad.

Desde entonces fue creciendo con esos hombres a su lado, sabiendo que querían echarle a él y a su familia. A veces, cuando Mohammed regresaba de la escuela, los colonos coreaban consignas como estas: «Pronto estaréis durmiendo en un basurero en Ramala» o «a sangre y a fuego expulsaremos a los árabes». Dada esta situación, el niño que un día fue se hizo adulto antes de tiempo.

MOHAMMED EL KURD | Just Vision
Mohamed comenzó su lucha a los 11 años de edad. Foto: JustVision.

Lo mismo ocurrió con otras viviendas de la zona. Hasta 27 familias palestinas en Sheikh Jarrah se exponen desde entonces a ser expulsadas y desposeídas de sus viviendas. La solidaridad con ellas ha sido una de las causas que han impulsado las protestas palestinas en Cisjordania y también dentro de las fronteras de Israel en las últimas semanas, algo nuevo. Pero su barrio no es el único en esa situación en Jerusalén Este. En el área de Silwan, por ejemplo, 84 familias afrontan demandas de desalojo presentadas por colonos que reclaman su propiedad.

Mohammed El Kurd defiende en sus intervenciones en medios de comunicación que “desalojo” o «desahucio» no son las palabras precisas para definir lo que ocurre, ni tampoco “disputa inmobiliaria entre particulares”, como lo definió recientemente un ministro israelí: “Esto es un desplazamiento étnico forzado, una desposesión”, afirma El Kurd.

Su abuela como inspiración

La familia de Mohammed ha vivido en Jerusalén durante varias generaciones desde que huyeron del genocidio armenio en 1915. En 1948, durante la Nakba, el grupo familiar fue expulsado de su hogar en Jerusalén Occidental y encontró refugio en la parte oriental de la ciudad. “Ahora vivimos en Sheikh Jarrah y mis vecinos están a punto de ser expulsados de sus casas”. 

La abuela de Mohammed murió en 2020 a los 103 años, resistió varios intentos de desalojo y se convirtió en un icono.

“Ella me esperaba todos los días en casa, a la salida del colegio, con un pañuelo lleno de flores de jazmín, para que lo oliera”. En el patio de su vivienda Mohammed exploró la poesía, impulsado por su abuela, como arma para defenderse y herramienta para soñar. Después, se fue a Estados Unidos a estudiar y se convirtió en un poeta.

En ese país se encontraba actualmente cuando hace unas semanas se confirmó que el Tribunal Supremo israelí iba a pronunciarse sobre la propiedad de sus viviendas.

Decidió volver rápidamente, para defender su casa. Desde ella atiende diariamente, a través de Internet, a grandes medios de habla inglesa que, en algunos casos, prestan por primera vez atención a una voz de la población civil palestina. El hecho de que Mohammed hable muy bien inglés y que escape de algunos estereotipos -es un joven de habla suave que frecuenta entornos de activismo LGTBI en Estados Unidos- ha llamado la atención en el mundo anglosajón.

My Grandmother, Icon of Palestinian Resilience | The Nation
Rifqa al-Kurd, abuena de Mohammed Foto: Twitter: Amany Khalifa.

El Kurd dice que empezó a escribir para «dotar de sentido a mi vida». Lo hace en dos idiomas, inglés y árabe, indistintamente. Su próximo libro saldrá en octubre en Estados Unidos, bajo el título de Rifqa. Rifqa era su abuela, su heroína.

Una explicación

Para provocar un cambio de tendencia y disminuir la mayoría palestina en Jerusalén Este, Israel impulsa desde hace décadas un proceso de expansión de los habitantes judíos en esta zona, donde se han levantado varios asentamientos judíos y un muro de separación que deja en el lado de Cisjordania barrios palestinos enteros pertenecientes a Jerusalén Este, lo que ha causado a sus residentes una carencia severa de infraestructuras y servicios básicos.

Pese a ser ilegales según la legislación internacional, Israel sigue ampliando esos asentamientos con la construcción de nuevas viviendas, permitiendo que los colonos porten armas y protegiéndolos con el Ejército estatal. El reclamo de la propiedad de algunas casas palestinas como la de Mohammed es otro método de apropiación.

Detrás de la acción de los colonos en Jerusalén Este no hay voluntades exclusivamente individuales, sino un proyecto de ocupación colectivo, que cuenta con el apoyo del Ejército israelí y que consiste en poblar más barrios de la parte oriental de la Ciudad Santa, para que de facto quede como un lugar con una mayoría judía. La cuestión demográfica -la persecución de una mayoría judía para mantener el carácter judío del Estado- marca toda la política israelí.

El alto el fuego en Gaza alcanzado este pasado viernes 21 de mayo ha detenido por el momento los bombardeos y el lanzamiento de cohetes. Mientras tanto, la ocupación prosigue y avanza, día tras día, en Cisjordania y en Jerusalén Este. A ella se enfrentan, de forma diferente esta vez, con más organización civil, jóvenes como Mohammed. (Redactado con información de: eldiario.es y democracynow.org).

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