Monjes belgas rescatan una cerveza artesanal de más de 225 años

Actualmente existen 6 variedades de esta cerveza: Optimo Bruno, Doubel, Tripel, Blond, Goud 8º y La Cuvée de l'Ermitage

Por Pedro Pérez

24/05/2019

Publicado en

Diversidad

0 0


Una tradición de fabricación de cerveza que se remonta al Siglo XIII será revivida después de 225 años por los monjes belgas de la abadía de Grimbergen, cuya marca de la bebida espumosa es muy conocida en Bélgica y Francia.

El monasterio cristiano fue saqueado y su fábrica de cerveza fue destruida en 1795 por las tropas francesas, pero los frailes se han dado a la tarea de reinstalar una nueva fábrica de cerveza en el complejo monástico en Grimbergen, una ciudad al norte de Bruselas.

“Para nosotros, es importante tener en cuenta la herencia, la tradición de los padres en la elaboración de la cerveza, porque siempre estuvo aquí”, dijo el padre Karel Stautemas a Reuters.

En principio, la bebida espirituosa Grimbergen surgió de un monasterio fundado por San Norberto en 1128, en la ciudad de donde se toma el nombre de la misma Grimbergen. Era producida por los monjes y se reservaba para la clase alta de la sociedad.

Actualmente, existen 6 variedades de esta cerveza: Optimo Bruno, Doubel, Tripel, Blond, Goud 8º y La Cuvée de l’Ermitage. Los planes de los monjes a corto plazo es sacar al mercado esta nueva cerveza para finales del año 2020.

El proceso de producción está reservado para los monjes, quienes a pesar de ofrecer a propios y visitantes un centro para degustar la cerveza, la fabricarán dentro de los muros de la abadía.

La bebida rescata el patrimonio y la tradición de los padres para elaborar cerveza, porque, según destaca el padre Stautemas, “siempre estuvo aquí”.

“La vida cervecera y la vida religiosa siempre se juntaban”, dijo Stautemas, quien será uno de los cinco a seis trabajadores de la nueva fábrica de cerveza.

Anunciando que habrá lotes de ediciones especiales de esta cerveza, Marc-Antoine Sochon, un experto de Carlsberg que será el maestro cervecero del proyecto, dijo que las instalaciones de 10.000 hectolitros por año pretendían hacer versiones de cerveza de edición limitada, que vale decir, ya se elaboraban a escala comercial con el nombre de Grimbergen.

“Mantendremos la misma levadura, lo que traerá toda la frutalidad y el sabor picante, y comenzaremos a profundizar en más innovaciones, como el envejecimiento en barril y el salto en seco”, explicó.

El plan de los monjes a corto plazo es sacar al mercado esta nueva cerveza para finales del año 2020.

La abadía fue fundada en 1128 y desde entonces ha estado vinculada a cerveceros comerciales. Su emblema es un ave fénix con el lema en latín Ardet nec consumitur”, que significa “Quemado pero no destruido”.

De acuerdo con La Vanguardia, alrededor de 1,5 millones de hectolitros de la marca Grimbergen ahora se producen a nivel mundial, con la unidad de Heineken Alken-Maes fabricándola y vendiéndola en Bélgica, mientras que Carlsberg la fabrica principalmente en Francia para otros mercados.

El proceso de producción está reservado para los monjes, quienes a pesar de ofrecer a propios y visitantes un centro para degustar la cerveza, la fabricarán dentro de los muros de la abadía, con el objetivo de controlar la calidad del producto final y los estándares de su elaboración.

“Teníamos los libros con las recetas antiguas, pero nadie podía leerlos. Estaba escrito en latín y holandés antiguo, así que trajimos a voluntarios. Pasamos horas ojeando los libros y descubrimos listas repletas de ingredientes de cervezas producidas en siglos pasados, los lúpulos usados, los tipos de barriles y botellas e incluso listas de cervezas actuales que se produjeron siglos atrás”, relata Stautemas.

El proyecto cervecero es financiado por Carlsberg, una empresa cervecera danesa fundada en 1847 por JC Jacobsen con sede en Copenhague, y apunta a centrarse en el uso de cultivos producidos localmente. Para tales efectos, la abadía de Grimbergen ha plantado lúpulos en su jardín.

De momento, los monjes elaborarán su cerveza artesanal a pequeña escala a partir de las recetas que se perdieron con la revolución francesa, pero que ahora las han encontrado ocultas tras un muro de la biblioteca.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones