Cambios estructurales y superación de la pobreza constituyen principales pautas de la región

Un barril de pólvora listo para explotar

Por Claudia

21/01/2012

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Un barril de pólvora listo para explotar. A veces, ésta es la definición adoptada en relación con América Latina y el escenario de las luchas sociales de la región. Conocida por la pobreza, increíble desigualdad social, dictaduras militares en la década de 1970, ingerencia de países ricos con sus políticas neoliberales, también es bastante recordada por sus pueblos aguerridos, de resistencia heroica.

En este comienzo de década, cabe preguntar: ¿hacia dónde camina América Latina? Hay un mosaico de factores que hace bastante complejo el cuadro de situación. Por un lado, se habla de la ascensión de gobiernos considerados de izquierda en la última década; por otro, permanece la cuestión social, la pobreza por encima de todo, acompañada por megaproyectos de infraestructura, «guerra” al narcotráfico (que ya victimó a más de 40 mil mexicanos/as desde 2006) y la constante lucha por la tierra.

Para el profesor del departamento de Economía de la Universidad Federal de Santa Catarina, Nildo Ouriques, el gran desafío que se presenta a la región es «profundizar grandes transformaciones realizadas por los programas del nacionalismo revolucionario”, entre los cuales él sitúa a Venezuela, Bolivia y Ecuador. «Si no lo hacen, la derecha va a reascender; tienen que aprovechar esa correlación de fuerzas favorable, con la crisis estructural del capitalismo, ahora es hora de avanzar”, alerta.

Por su parte, el coordinador del Grito de los Excluidos Continental, Luiz Bassegio, considera que hubo avances en los procesos de participación popular y en las condiciones de vida de los pueblos; sin embargo, advierte que no se realizaron cambios estructurales profundos. «Es necesario continuar avanzando y que los movimientos sociales apoyen más a los gobiernos que caminan en esta dirección, aunque sin perder una visión crítica, sin cooptaciones y teniendo en el horizonte un objetivo estratégico que es el de construir una sociedad justa, fraterna”, apuesta.

En el mismo sentido, el profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Estadual de Londrina, Eliel Machado, evalúa que las cuestiones fundamentales de los sectores oprimidos –sociales y económicos– no fueron plenamente resueltas; sin embargo, las luchas anteriores sirven de ejemplo. «Con los eventuales errores y las conquistas puntuales, estos movimientos pueden avanzar todavía más en dirección a transformaciones más substanciales”, explica.

Sobre los gobiernos considerados de izquierda, a los que se atribuye buena parte de los cambios y sobre los cuales también pesan conflictos con los movimientos sociales y acusaciones de restricción a la libertad de expresión, Eliel pide cautela. Él defiende que no se debe aplicar el mismo adjetivo a los gobiernos de Lula, Chávez, Morales y Correa.

«Tienen diferencias entre sí, no sólo por la composición político-electoral de cada uno en sus respectivos países, sino también las de cuño ideológico”, resalta. El investigador cita, por ejemplo, que el gobierno de Lula no avanzó en la reforma agraria en Brasil, diferenciándose de la gestión anterior de Fernando Henrique Cardoso sólo por invertir un poco más de recursos en los asentamientos ya existentes.

Nildo Ouriques considera que estas gestiones pusieron al socialismo nuevamente en la pauta. «Ahora necesitan avanzar rumbo a un socialismo comunal, aboliendo el Estado burgués, lo que va a depender de la lucha de clases, de los impactos de la crisis estructural por aquí y de la radicalización de los movimientos sociales, conjunto de factores que varían de un país a otro”, señala.

Cuestión social

Lanzado en 1971, el libro Las Venas Abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, todavía es de una dolorosa actualidad. En un prefacio escrito en la década de 1990, Galeano expone: 120 millones de niños «en el centro de la tormenta”, 50 millones de desempleados o subempleados, 100 millones de analfabetos, la mitad de la población apiñada en viviendas insalubres y una producción de alimentos menor que la de antes de la última guerra mundial.

Esa realidad persiste. Según Nildo, el 62% de la población de América Latina es pobre y es esta condición la causante de problemas sociales en la región. «La violencia está puesta históricamente, no viene del tráfico; la cuestión de la migración siempre existió, la pobreza es lo que está en la raíz de esos problemas, que son sólo consecuencias de ella”, sustenta.

De la misma opinión, Eliel considera que la lucha por la tierra y el trabajo van a estar en primer lugar en muchos países latinoamericanos. «Las desigualdades sociales continúan sobresaliendo en la región, inclusive en Brasil, no obstante toda la propaganda oficial va en sentido contrario. El capital financiero permanece hegemónico y dictando las políticas estatales”, señala.

Bassegio realza los megaproyectos, que en el caso de Brasil se suman a los megaeventos (Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y Olimpíadas en 2016). Como consecuencia, hay desalojos en masa y agresiones ambientales, afectando a miles de personas, provocando cambios climáticos y el calentamiento global.

Otro punto importante, en la visión del militante, son las migraciones, «que obligan a millones de personas a estar continuamente en movimiento según los intereses del capital, sometiéndolas a la explotación en el trabajo, siendo muchas veces traficadas y sin acceso a sus derechos”.

Ante todo eso, sin embargo, los pueblos latinoamericanos persisten. Movimientos comunitarios, de mujeres y trabajadores representan un aliento y una esperanza. Entre éstos, los indígenas parecen asumir un papel destacado cada año, trayendo a la pauta la cuestión ambiental, el respeto a la Pachamama, poniéndose en contra de petroleras, hidroeléctricas, empresas mineras, etc.

«Cuestionar la idea de que el desarrollo les va a dar un lugar bajo el sol y mostrar que es posible otra relación”, opina Nildo, sobre el papel indígena. Para Bassegio, la mayor contribución está en el cuestionamiento del orden capitalista. «Buscar no una sociedad de consumo desenfrenado, sino un modo de vivir donde todos tengan lo necesario para vivir dignamente en armonía con la naturaleza”, subraya.

Crisis económica

La crisis estructural del capitalismo, iniciada en 2008 en Estados Unidos, afecta duramente a este país y a Europa. En el viejo mundo, la sociedad despierta, movilizándose de una manera no vista desde hace mucho tiempo. Para América Latina, resta una certeza: la crisis ya llegó a algunos países y en breve tocará la puerta de los que todavía se consideran a salvo. Ésta será, en la opinión de investigadores y militantes, una coyuntura definidora, en que gobiernos mostrarán, de hecho, a quién sirven.

Para el profesor Nildo, la crisis «terminará con el período ingenuo de optimismo y eliminará las ambigüedades”. Los proyectos alineados con las élites intentarán cortar conquistas sociales.

«En la visión de la clase dominante, la crisis será superada mediante el ataque, el corte de derechos sociales. Éste es un gran desafío para los movimientos sociales ante la crisis: garantizar los derechos ya conquistados, ampliar el acceso a los mismos, conquistar nuevos derechos y universalizarlos”, reflexiona Luiz Bassegio.

Camila Queiroz

Adital Brasil

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