Televisores, autos, malls y deudas

Consumismo en Chile: La promesa triunfante de Pinochet

"De cada siete chilenos, uno tendrá automóvil; de cada cinco, uno tendrá televisor, y de cada siete, uno dispondrá de teléfono"...

Por Daniel Labbé Yáñez

27/12/2015

Publicado en

Chile / Economí­a / Portada

0 0


Pinochet

En esta promesa del dictador Augusto Pinochet, vertida el once de septiembre de 1980, se reflejaba en forma brutal lo que sería el carácter de la nueva sociedad que el régimen cívico-militar se disponía a construir, sin oposición posible, después de concluir el grueso de su tarea represiva.

Aquel día no sólo se conmemoraba el séptimo aniversario del golpe militar, sino que también tenía lugar el fraudulento plebiscito mediante el cual se impuso la Constitución neoliberal que aún nos rige como país.

La instalación de esta promesa consumista y la acogida que tuvo en vastos sectores sociales, debe contarse como uno de los mayores logros de la dictadura militar, porque supuso un cambio cultural de enormes dimensiones. A la par implicaba acabar o al menos postergar indefinidamente, el sueño de una sociedad democrática, por todos construida.

Permítaseme un recuerdo personal para ilustrar como se reflejaba esto en la petit histoire. En 1982 mis padres –con los que vivíamos en La Cisterna- se compraron un Fiat 600. Esto motivó que una familia de vecinos que apenas nos saludaban, nos fueran a visitar para felicitarnos, señalándonos que nuestra adquisición “le subía el pelo al vecindario” y que ellos pronto se comprarían un auto, lo que por cierto hicieron al igual que varios otros en la misma cuadra de calle Concha, en el Paradero 25 de Gran Avenida.

El tener un auto, aunque fuese a costa de cuotas que en muchos casos se tornarían impagables, era la concreción de un anhelo de progreso social individual de irremplazable valor.

“Cómprate un auto Perico” fue la inolvidable frase con que una publicidad del Banco Santiago promovía el sueño del auto entre las modestas familias chilenas. No fue casualidad que dicha publicidad fuese protagonizada por figuras icónicas de la cultura chilena como eran los miembros de la compañía Teatro Ictus, Nissim Sharim y Delfina Guzmán. El énfasis en el consumo y el endeudamiento no sólo constituía un cambio de enfoque económico sino que, fundamentalmente, era un giro cultural de dimensiones copernicanas.

Si los autos facilitaban el transporte y la comodidad de las familias, además de elevar su estatus, la masificación de la televisión consiguió un doble objetivo: permitió entretener –más que informar- y llevar a cada hogar la nueva religión del consumismo y el individualismo, con singular efectividad.

Tv chilena

En paralelo a la promesa consumista de autos, televisores y teléfonos para todos, se desactivaban las leyes, derechos y dispositivos que otrora habían convertido a Chile en un país de ciudadanos, esto es, de personas con derechos.

A principios de los ochenta se dictaron los nuevos códigos Laboral, Minero, de Aguas; se implementó el sistema previsional privado; se comenzó a privatizar la educación y la salud, entre otras muchas reformas que despojaron al país de bienes colectivos y entregaron sus riquezas a la oligarquía nacional y a poderes trasnacionales.

En esos germinales años ochenta, la gibarización de las barreras arancelarias -que permitían la protección de la industria nacional-, el dólar bajo y el estímulo oficial al endeudamiento, desataron una fiebre importadora de productos –en su mayoría asiáticos y fundamentalmente taiwaneses- que alimentó la insaciable sed de consumo, que vino a llenar el vacío existencial del nuevo tiempo.

Según expresó el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en La globalización: consecuencias humanas, en la sociedad consumista jamás se da descanso al consumidor: “Hay que mantenerlo despierto y alerta, exponerlo constantemente a nuevas tentaciones para que permanezca en un estado de excitación perpetua; y más aún, de constante suspicacia y de insatisfacción permanente”.

Según Bauman en este tipo de sociedad, consumir es invertir en la propia pertenencia a la sociedad. El que no consume simplemente no es, no existe, es un infrasujeto despreciable al que sólo cabe perseguir o encerrar.

Chile: consumista y endeudado

La consagración del endeudamiento y el consumismo en Chile tuvo lugar en la transición a la democracia (1990 en adelante). Para sorpresa de los sectores populares que en los años ochenta plantearon dura resistencia al modelo económico, político y cultural de la dictadura, los gobiernos de la Concertación por la Democracia promovieron la instalación de shoppings o malls convirtiéndolos en centros de una nueva sociabilidad que giraba en torno al consumo.

No es ninguna casualidad que el principal ideólogo de la Concertación haya sido el principal asesor de los malls: Eugenio Tironi. En la “transición tironiana”, los espacios públicos y democráticos como las plazas y parques perdieron toda centralidad. Fueron despojados de sentido porque no cumplían con el rol básico de la nueva sociabilidad que se basa en consumir. Los malls serían las nuevas plazas.

Mall

En entrevista con El Ciudadano el economista de Fundación Sol Gonzalo Durán, analizó este punto. “Está cultura del mall es muy típica de Estados Unidos. Es un modelo que contiene cánones culturales que en Chile se estaban tratando de imponer a toda costa para situar al consumo como un elemento central en la sociedad”, nos señala.

Agrega el economista: “En los años 90 se adscribe a la tesis que para elevar la demanda agregada, da lo mismo los motores que lo provoquen: si provienen de las rentas del trabajo o si provienen de rentas que son prestadas (…) Esto implica que el fin último que se quiere lograr, que es el consumo, se puede lograr se tengan o no ingresos, y esto es coherente con los principios fundantes del modelo chileno, que propende al crecimiento económico sin cuestionarse de dónde proviene ese crecimiento y hacia dónde –o quiénes- va”.

En efecto, la instalación de la sociedad de consumo fue de la mano –en los ochenta y noventa- de una severa expansión de los créditos de consumo y el endeudamiento. Según un estudio del PNUD en Chile (1996) a mediados de los noventa los deudores de los sectores socioeconómicos A y B, podían pagar todas sus deudas en 5 meses; los del sector C1 en 16 meses; los grupos C2 y C3, donde se acumulaban el 69% de todas las deudas del consumo en Chile, solo podrían pagar el total adeudado en 28 y 26 meses respectivamente.

Durán también aborda la promesa consumista de Pinochet, anunciada -como vimos- el once de septiembre de 1980. “Este anuncio apunta a establecer un antes y un después, pero también a jugar con la memoria social”, asegura.

Complementa: “Pinochet ofreció bienes que eran muy anhelados al interior de la sociedad… Pero ese bienestar que da el consumo en alguna medida es de corto plazo. Y eso es lo que el modelo neoliberal y el sistema capitalista manejan de muy buena manera”.

El economista cita como ejemplo de ese manejo la confrontación entre Alemania Occidental y Alemania Oriental “en que los anhelos consumistas eran muy utilizados por los intereses capitalistas, sobre todo en lo relativo al acceso de determinados bienes”. Alude al hecho que parte del hastío del pueblo de la RDA con el sistema socialista radicaba en la carencia de bienes que eran muy abundantes al otro lado del Muro de Berlín, y de los que tenían conocimiento a través de diversos medios, aspecto que fue muy importante en la caída de éste.

Navidad y Teletón

Para nadie es un misterio que en diciembre, en que tienen lugar la Navidad y la Teletón, es un mes orgiástico del consumo. Lo que no forma parte del show es el hecho que después de la borrachera consumista sobreviene la caña de las deudas.

“La Teletón y la Navidad juegan un rol preponderante en la cultura del consumismo en Chile”, asegura Gonzalo Durán.

Éste cientista social de Sol –fundación que ha remecido el debate político y económico al romper el monopolio que respecto de estas materias tenían los think thanks neoliberales- estima que “hay que ser capaces de denunciar los objetivos que hay detrás de este tipo de eventos”.

Profundiza su análisis: “A nivel de management -administración de las empresas- ellos lo tienen absolutamente claro: en estas fechas es cuando más venden, por tanto, es cuando la tasa de ganancia empresarial se ve afectada más positivamente”.

Añade que “este es el tipo de cosas que hay que discutir: ¿Por qué en vez de la Teletón no avanzamos hacia un sistema en que los derechos de las personas minusválidas estén garantizados… en que no sea necesario el show de empresarios que donan plata pero, como contrapartida, están ganando mucho dinero como resultado de la publicidad que hacen”.

teleton

Remata el economista: “¡Se necesita mayor visibilización de los intereses contrapuestos que hay en la sociedad capitalista, en que la ganancia de unos se explica porque otros están terminando sus vidas, sin derechos sociales, con bajos salarios y bajas pensiones!”.

Tigre con pies de barro

El exitismo consumista de la sociedad chilena tiene pies de barro, puesto que según lo demuestran diversos datos estadísticos, éste se basa, en una grandísima parte, en el endeudamiento de la casi totalidad de los trabajadores.

Según un reciente estudio de la Universidad San Sebastián, en Chile existen once millones de endeudados. Además, en Chile hay cuatro millones de morosos, esto es, personas que no tienen  capacidad para pagar las deudas. La encuesta financiera de hogares del Banco Central nos dice que el 73% de los hogares se encuentra endeudado.

Una de las cifras más reveladoras de las carencias del modelo chileno es una brindada en el informe Panorama Social de Chile (OCDE, 2014) en la que se establece que a un 28 por ciento de los chilenos sus ingresos no les alcanzan para alimentarse. “Este es un dato extraordinariamente importante al que no se le ha sacado la punta que merece”, subraya Durán.

“Todos estos datos –continúa- son bien decidores y si se los une con la problemática de los salarios, en que un 80 por ciento de personas gana menos de 600 mil pesos y el 50 por ciento menos de 305 mil, efectivamente nos da un panorama bastante revelador de la fragilidad de la situación actual en Chile”.

“Organización y movilización”

En relación a las posibles salidas que hay al problema del consumismo y el endeudamiento, el economista Durán advierte que la principal complicación radica en el hecho que el endeudamiento supone un disciplinamiento de los asalariados puesto que “si  no trabajas duramente no tienes plata para pagar tus deudas”.

No obstante, piensa que hay salidas. “Lo fundamental es democratizar la discusión”, sostiene. Y agrega: “Creo que politizar la sociedad es absolutamente necesario. Digo politizar, en el sentido que las personas estén involucradas en la discusión de las políticas públicas y que también vean que la opinión y los ejes de acción de la movilización puedan generar cambios.

CHILE-Multitudinaria-Marcha-Familiar-AP_CLAIMA20110808_0155_7

“Eso ya lo vimos en las protestas de los estudiantes de 2011 y lo estamos viviendo ahora, de manera más germinal, con lo que sucede con la coordinadora No + AFP, en la que trabajadores, de manera autónoma, desde abajo, están levantando demandas políticas, para hacer ver la usurpación que genera el sistema de AFP’s (…) en esos mismos vectores debiese caminar el tema del endeudamiento”, asevera Durán.

Afirma que cada vez hay más voces que destacan las enormes cargas financieras con que salen los estudiantes al terminar sus carreras. “Mucha gente se está dando cuenta de cómo eso marca su vida laboral. Lo mismo sucede con los deudores habitacionales”.

“Tal vez ahora es el momento de tratar de conectar el problema del endeudamiento con el de los bajos salarios, que es un tema que está más ausente del debate”, asevera.

Concluye el economista con una reflexión que es también un llamado a la acción: “A nivel político la única solución que veo es organización y movilización”.

*Texto publicado en la edición N° 172 de El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones