La potencia emergente no da nada por sentado

El dilema de Bolsonaro: ¿Dinero de China o patrocinio norteamericano?

China es el mayor socio comercial de Brasil desde 2009, cuando desplazó de ese puesto a Estados Unidos. Solo en 2017 las exportaciones de Brasilia a Beijing se ubicaron en $48.000 millones

Por Leonardo Buitrago

22/03/2019

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó este martes durante su visita a Washington que continuará con su relación comercial con todos los países posibles, incluida China.

«Brasil continuará haciendo negocios con todos los países que sean posibles. Nuestras relaciones comerciales no estarán basadas en las ideologías” dijo durante una conferencia de prensa conjunta con su homólogo estadounidense, Donald Trump.

Bolsonaro confirmó además que visitará el país asiático «en el segundo semestre» de este año.

«Es importante para nosotros», dijo al tiempo que recordó que China es el mayor socio comercial de Brasil.

Su ministro de Economía, Paulo Guedes , indicó a los empresarios norteamericanos que el gigante asiático está dispuesto a invertir  y participar en proyectos, en  los que  Estados Unidos pudiera quedar  por fuera si no se abre a más comercio con la nación suramericana.

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Visita sin grandes acuerdos

Trump y Bolsonaro intercambiaron camisetas de fútbol, calificaron las relaciones entre ambos países como «mejores que nunca» y se tocaron los hombros de manera amistosa.

Sin embargo, a juicio de los analistas,  fue poco lo que surgió de la primera reunión entre ambos mandatarios, más allá de los halagos del ex militar a su ídolo estadounidense.

La esperanza de Brasilia de anunciar un acuerdo de libre comercio con Washington quedó anulada, así como la de suscribir  alianzas en el sector agrícola  o lograr l la reapertura del mercado estadounidense a la carne bovina procedente de Brasil.

Un cohete espacial brasileño

Solo se mantuvo el acuerdo ya negociado bajo el gobierno predecesor de Michel Temer sobre la base militar de lanzamiento de cohetes espaciales de Alcántara, en el norte Brasil,  que estará a disposición de los Estados Unidos.

El  premio de consolación fue el compromiso de Trump de respaldar el ingreso de Brasil a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países industrializados quepermite a economías de corte liberal ser mejor calificadas para recibir inversiones

No obstante, «este fue tan solo un gesto personal de Trump«, aseguró el sociólogo y experto en relaciones internacionales Demétrio Magnoli,

En declaraciones a Deutsche Welle  recordó que Washington dejó claro que para ingresar a la OCDE, Brasil tendría que renunciar a su estatus especial de país en desarrollo en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

“Para Trump, esto sería una palanca para abolir completamente el estatus especial de los países emergentes dentro de la OMC. Algo que es muy poco probable que tenga éxito. Brasil debería estar completamente loco para aceptar tales términos», dijo Magnoli.

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Trump también  prometió»hablar con mucha gente» para incorporar a Brasil como un “aliado fuera o dentro” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN ).

Sin embargo, Argentina ha tenido ese estatus de aliado desde la década de 1990, y desde entonces no ha logrado mucho en la modernización de sus fuerzas armadas.

“El negociador Trump podría estar esperando obtener lucrativos acuerdos de armas con Brasil. Aunque si se tiene en cuenta el ajustado presupuesto brasileño, dichos deseos no son más que una ilusión”, expresó Magnoli.

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Bolsonaro y China

Luego de asumir el poder Bolsonaro, dejó de lado la visión negativa que tenía de China para asumir una posición más cercana con el gigante asiático.

En una de sus primeras acciones como presidente, recibió en el Palacio de Planalto a Ji Bingxuan, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional y enviado especial del presidente Xi Jinping, y le comunicó su intención de ampliar las relaciones bilaterales y comerciales.

Estas declaraciones representaron un giro en el discurso  que usó en su campaña presidencial, en la que se refirió a China como un país comunista con demasiadas ambiciones.

LLegó a decir  que “China no está comprando en Brasil, sino que China está comprando Brasil«, también acusó a Beijing de actuar como un “predador que quiere dominar sectores cruciales de la economía” del país suramericano.

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Sin embargo, luego de asumir la presidencia debió evaluar la dimensión de los negocios que hay entre ambos países; y en especial sobre las millonarias inversiones  y compras de productos brasileños que realiza Beijing.

Bolsonaro sustituyó los descalificativos hacia China con una postura que defiende la importancia de diversificar las relaciones comerciales  bilaterales y “ampliar las áreas de cooperación entre ambos países”.

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¿Elección de bando?

Sin importar su admiración por Trump y sus deseos de alinearse a los preceptos políticos del republicano, Bolsonaro debe  fomentar también alianzas con su  principal rival económico.

China no solo es el mayor cliente e inversionista de Brasil, sino que su apetito por los bienes, recursos naturales y activos latinoamericanos supera con creces al de Washington .

Para  el analista Oliver Stuenkel, de la Fundación Getúlio Vargas, de Sao Paulo, a pesar de  la preocupación de Trump por limitar la expansión de China, Brasil no puede parcializarse con Washington.

«Estados Unidos quiere limitar la influencia de China en la región, pero como Brasil depende de China, Bolsonaro tiene muy poco espacio para ayudar«, sostuvo.

Por su parte, el experto brasileño en agronegocios, Marcos Jank, planteó que el desafío para Brasil es elegir las batallas correctas sin necesidad de pactar con un bando.

Tomar partido por EE.UU. es peligroso y podría alejarnos de China, que compra el 30% de nuestras exportaciones agrícolas, mientras que EE.UU. compra solo el 10%», dijo a la agencia Bloomberg.

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Relación Brasil-China en cifras

China es el mayor socio comercial de Brasil desde 2009, cuando desplazó de ese puesto a Estados Unidos.

De acuerdo con cifras oficiales, las exportaciones brasileñas hacia el gigante asiático durante 2017 se ubicaron en  48.000 millones de dólares, que equivalen al 22% del total de exportaciones del país suramericano.

Asimismo, importó 27.320 millones de dólares de Beijing, por lo  que 2017 terminó con un superávit de 20.170 millones de dólares para Brasilia.

No obstante las exportaciones hacia Estados Unidos, segundo destino de los productos brasileños, fue de 20.400 millones de dólares durante el mismo periodo, es decir la mitad.

Entre los años 2003 y 2017 China invirtió 54.000 millones de dólares en 97 proyectos brasileños y anunció otra inyección de 72.000 millones dólares para los próximos años.

Según datos del Consejo Empresarial Brasil-China, las empresas chinas invirtieron en Brasil el año pasado 20.900 millones de dólares.

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Casi el 70 % de sus inversiones en el país se concentran en cuatro sectores: extracción de petróleo y gas, energía eléctrica, extracción de minerales metálicos y metalurgia.

Compra principalmente materias primas, como soja, cuyas importaciones se han disparado por causa de la guerra comercial con desatada por el presidente estadounidense Donald Trump contra China, que  está llevando a la potencia asiática a aumentar significativamente las compras en Brasil.

«Reducir el comercio con China es darse un tiro en la cabeza, China es el principal socio comercial» y «tenemos superávit», por tanto «no podemos renunciar a él de ninguna forma», afirmó a EFE  Paulo Dutra, profesor de Economía en la Facultad Armando Alvares Penteado.

«Somos literalmente dependientes del comercio con China y cualquier restricción» puede desembocar en un descenso de sus importaciones y recortes en la inversión, añadió.

Por su parte, Charles Tang, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Brasil-China, señaló que Beijing «merece una medalla, porque en la peor crisis económica del país, tuvo el coraje de apostar en Brasil y correr el riesgo de invertir robustamente».

«China no manda sus infantes navales, manda sus empresarios y ejecutivos para hacer comercio, inversiones en una política de ganar-ganar, donde China gana y los países donde invierte ganan también», expresó a EFE.

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Expansión en América Latina

El volumen del comercio bilateral entre China y los países latinoamericanos alcanzó un récord de 307.400 millones de dólares en 2018,  lo que representa  un aumento del 18,9% con respecto al año anterior, según los datos  de Beijing.

En la actualidad, el gigante asiático es el segundo mayor socio comercial de América Latina, gracias a su estrecha relación con los gobiernos de izquierda que predominaron en la región en los últimos 20 años.

En 2018 las exportaciones de China a la región fueron de 148.790 millones de dólares, mientras que importó 158.610 millones, lo que refleja unos incrementos del 13,7 y el 24,1 %, respectivamente .

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Se estima que  la  inversión extranjera directa (IED) de Pekín en la región superó los 65.000 millones de dólares en el último lustro.

Esta cifra  se concentró en Brasil (44% del total invertido), Perú (17%) y Argentina (10%), para desarrollar primordialmente proyectos de la industria extractiva de petróleo, gas, cobre y mineral de hierro.

A pesar de ser la mayor economía de América Latina, Brasil no tiene asegurada la preferencia de las inversiones chinas en la región, por lo que Bolsonaro debe afianzar los lazos de cooperación con el gobierno de Xi Jinping.

De hecho, China está cada vez más enfocada en hacer incursiones en  países como Chile, rico en recursos naturales como el litio – un componente clave en las baterías que proporcionan energía a todo, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles – lo convierten en un atractivo objetivo para los esfuerzos de Beijing de expandir su alcance global.

También participará  junto al gobierno peruano en la construcción de un gran puerto en la ciudad costera de Chancay, al norte de Lima, con una inversión de 3.000 millones de dólares,  y está invirtiendo en varios  proyectos de infraestructura para mejorar el Canal de Panamá.

China es el segundo usuario del  canal después de Estados Unidos, y el principal origen de las mercancías que se distribuyen en el continente a través de la zona franca panameña de Colón, la mayor de la región.

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Tren biocéanico

Cada año, las inversiones chinas se expanden con mayor auge en América Latina. En especial las multinacionales de país asiático llegan a las selvas tropicales de la Amazonía a financiar y ejecutar grandes proyectos mineros  y de hidrocarburos.

Sin embargo, destaca el interés de Beijing en el ambicioso plan de construir una vía férrea biocéanica (del Atlántico al Pacífico) que prevé atravesar el territorio brasileño, boliviano y peruano para conectar los puertos de Brasil y Perú, con el objetivo  de ahorrar miles de kilómetros al transporte marino de mercancías hacia Asia.

Se estima que los vagones del tren bioceánico partan desde el puerto brasilero de Santos, ingrese a Bolivia por Puerto Suárez, en el extremo este de esa nación, cruce los municipios orientales de Santa Cruz, Montero y Bulo Bulo, y llegue al altiplano de La Paz. De allí, salga a Perú por el Hito 4 (marcador fronterizo), para concluir su recorrido en el puerto de Ilo, a orillas del Pacífico.

Con este proyecto ferroviario Beijing pretende aumentar su presencia económica en Suramérica y facilitar su acceso a materias primas mediante esa vía transoceánica, lo que reviste gran importancia  debido a la demanda de recursos naturales del gigante asiático para sostener su expansión económica.

Incluso el Eximbank, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) y el Banco de China  manifestaron su interés de apoyar el proyecto a través de créditos.

Habiendo financiación e interés de las partes, sorprendió que en febrero de 2018 el gobierno de Brasil , bajo la administración de Michel Temer, decidiera abandonar el proyecto, alegando altos costos y desafíos de ingeniería.

Esta decisión causó malestar en Beijing, que  a través de su embajada en Brasilia envió un un comunicado al diario  Global Times, aclarando que en 2014 China, Brasil y Perú habían alcanzado un consenso para la construcción de la vía férrea.

Al tratarse de un tema geopolítico, más que económico, Jair Bolsonaro deberá decidir si Brasil entra de nuevo al proyecto, a expensas de incomodar a Donald Trump.

Según su ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, es necesario «valorar antes los informes de impacto ambiental y de desarrollo antes de tomar cualquier decisión».

“No podemos tomar decisiones sin conocer los informes técnicos”, y hay que valorarlos para “llegar a un consenso”, explicó Salles a la agencia EFE a mediados de este mes.

“Se estudiará si es mejor preservar la Amazonía”, fue el argumento que empleó y que no convenció a muchos teniendo en cuenta el poco interés de Bolsonaro en el cuidado del medio ambiente.

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