El fantasma que aparece en Chile

El Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central dado a conocer el primero de septiembre entrega un cuadro no usual: un deterioro en los niveles de crecimiento paralelamente a un incremento de los niveles de inflación, que la proyecta por encima del nivel máximo de 4% de su rango meta hasta mediados del año 2016.

Por Director

12/09/2015

Publicado en

Economí­a / Política / Portada

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En este escenario, el documento del instituto emisor subraya que su función específica es la inflación, de donde se deduce que centrará allí sus esfuerzos principales. Ahora bien, su análisis ratifica que la causa fundamental del alza en los precios reside en la devaluación del peso, pero la evolución de este indicador desconcertantemente lo deja entregado absolutamente al mercado. La publicación del informe se produjo simultáneamente con la entrega de un documento del FMI previo a la reunión del G20 que se realizó en Ankara (Turquía). En su texto, el Fondo Monetario volvió a advertir sobre que “sigue siendo relevante, el riesgo de un estancamiento secular para las economías emergentes”. Esta situación se produce cuando un país entra en un período prolongado de bajo crecimiento registrando muchos factores productivos sin utilizar. ¿No es lo que está ocurriendo en el país?

 

El informe de política monetaria del Banco Central (IPoM) de septiembre cifró el crecimiento económico promedio del presente año entre un 2% y 2,5% reduciéndolo del 2,25% a 3,25% estimado tres meses antes, señalando que “un escenario externo peor, una actividad minera deteriorada y la falta de antecedentes sobre una mejora del consumo y la inversión privada, hacen prever que el crecimiento del segundo semestre será menor a lo estimado en junio”. Fue la sexta vez que reduce desde inicios de 2003 sus estimaciones de crecimiento. “Las tasas de crecimiento que prevemos para 2015 y 2016 –puntualizó Rodrigo Vergara, presidente del Banco Central- son menores que el promedio del último quinquenio”. Se ratifica así que la economía nacional se encuentra en un largo período de bajo crecimiento, sobre la cual se requiere reaccionar.

Pocos días antes, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, había efectuado una constatación similar expresando en reuniones oficiales y con los partidos de la coalición gubernamental que el producto caería este año como promedio a niveles más cercanos al 2%, fijando en 2,2% la parte más alta de su proyección. Mirado en la perspectiva presupuestaria, preocupación directa de su ministerio, Valdés cifró en sus exposiciones que cada 1% de menor crecimiento del producto, significa un menor ingreso fiscal ascendente a US$750 millones, como la estimación en el presupuesto del año era de que se produciría un incremento del producto de 3,6%, la reducción de ingresos si se alcanza al 2,2% sería de US$1.050 millones, a lo cual se suma la violenta contracción a la vez en la cotización del cobre, que también reduce los ingresos fiscales.

Al mismo tiempo, el IPoM incrementó fuertemente la inflación prevista a diciembre llevándola desde un 3,4% proyectada en junio a un 4,6%, continuando de esta manera por encima del techo de la banda que el instituto emisor tiene como objetivo. La tasa de inflación promedio anual sube de 3,9% a 4,4%. Al momento de entregarse el informe se completaban 16 meses con las tasas por encima del punto máximo de su rango meta. Peor aún, este alto nivel de los precios consideró que se prolongaría hasta mediados del próximo año y no se acercaría al 3% hasta entrado el 2017.

Situaciones similares de inflaciones muy superiores a los objetivos de los bancos centrales se vive en otros países de la región. En Brasil se acerca al 10% cuando el objetivo es 4,5%; en Colombia el desfase con relación al techo es similar a la situación de Chile. En otras palabras, se produce una reducción del crecimiento –con recesión en la mayor economía regional- unido a una rebelde inflación. El informe recordó que, de acuerdo a su unilateral estatuto, “tenemos claro nuestro mandato en cuanto a que la estabilidad de los precios es central y actuaremos en concordancia con él”. De acuerdo con ello el documento señaló “que la TPM (tasa política monetaria) comenzará una senda de incrementos entre fines de este año y comienzos del próximo”. Ello cuando el FMI llamó a los bancos centrales a no aumentar las tasas en momentos que los riesgos para el crecimiento aumentan. “La decisión de subir los tipos no será fácil -comentó a su turno Economist Intelligence Unit-, ya que la demanda interna sigue estando débil en muchas economías, de modo que podría sofocar una recuperación ya de por sí bastante modesta” (04/09/15).

Desde luego, el movimiento de tasas tiene una incidencia inversa si se piensa en el crecimiento económico. El expresidente del Banco Central Roberto Zahler manifestó, con razón, que “subir la tasa de interés sería un error mayúsculo, por como está la economía”. Durante un lapso prolongado su TPM ha sido en términos reales negativos, para beneficio de los bancos comerciales que la tienen como una de sus fuentes de financiamiento. La otra fuente es el mercado donde ofrecen tasas en UF reales cercanas a cero, afectando a pequeños y medianos ahorristas.

El factor fundamental del aumento del IPC constató el IPoM reside en la elevada depreciación del peso, que se señaló sería “la respuesta natural y deseable de la economía a los cambios en el escenario macro interno y externo”. Esta apreciación ratifica que la paridad cambiaria no la considera una esfera de acción donde se deba tener políticas, su evolución la deja totalmente entregada al mercado. En otras palabras, considera la devaluación como la causa determinante de la inflación, pero se niega a tener políticas en esta esfera. Ahora bien, no es claro que este curso de fuerte incremento de la paridad cambiaria sea lo “deseable”, que se afirma en función ante todo del efecto positivo que tiene en el retorno en pesos de las exportaciones, pero hay que considerar sus otras repercusiones, entre ellas la inflación que amerita se tenga precisamente política cambiaria. El informe no efectuó la menor alusión en ese sentido.

Un estudio efectuado por Financial Times, considerando antecedentes de 107 monedas de países no desarrollados, concluyó en que “tener una moneda más depreciada no provoca un alza en los volúmenes de exportación. Sin embargo –añadió-, se genera una caída en los volúmenes de importación de cerca 0,5% por cada 1% de depreciación cambiaria frente al dólar” En consecuencia se produce un mejor saldo en el comercio global o en la cuenta corriente de la balanza dc pagos, pero ello únicamente como consecuencia de importar menos. “Los hallazgos –continúa la publicación- nos pueden ayudar a explicar la actual debilidad en el comercio global, con los volúmenes cayendo 1,5% en el primer trimestre de 2015 y 0,5% en el segundo, según cifras entregadas (…) por la Oficina de Análisis de Política Económica de Holanda , quienes actualizan el Monitor del Comercio Mundial” (01/09/15). En ello también incide, desde luego, la caída en la cotización de los comodities. Financial Times, citando al economista jefe para mercados emergentes de Capital Economics, Neil Shearing, añadió que tendencias similares se expresaron después de la crisis de 1997-1998 en el sudeste asiático y para la argentina de 2001-2002. El IPoM consideró que en el presente año las exportaciones de bienes y servicios descenderán en un 1,7%, a pesar de la devaluación del peso, mientras que las importaciones lo harían en un 2,3%.

De otra parte, la devaluación del peso tiene un poderoso componente externo: la revaluación del dólar. El curso de la economía mundial sigue siendo inquietante. En los días en que se entregaba el IPoM, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, anticipaba que lo más probable era que el organismo internacional rebajase nuevamente a la baja su estimación de crecimiento para la economía global. Fundamentó esta disminución en una recuperación más modesta de lo esperado en el mundo industrializado y una mayor desaceleración en los mercados emergentes, “especialmente en América Latina” (02/09/15).

Después se conoció el documento del FMI previo a la reunión del G20 efectuada en Ankara (Turquía), en el cual junto con constatar el menor crecimiento se demandó tanto a los gobiernos como a los bancos centrales que mantengan las políticas de apoyo al crecimiento. Recalcando que “sigue siendo relevante el riesgo de un estancamiento secular para las economías emergentes”. Para América Latina destaca los efectos de la disminución en las cotizaciones de los commodities y el menor dinamismo de Estados Unidos durante el primer semestre, recordando el efecto negativo que tiene la apreciación del dólar para los países endeudados sobre el exterior.

América Latina constituye el eslabón más débil de la economía global, teniendo como punto más negativo la recesión brasileña. Su producto en el segundo trimestre, en cifras interanuales, descendió un 1,9%, después de hacerlo 0,7% en enero-marzo. La inversión en el segundo trimestre cayó en un elevado 8,1%, enterando ocho meses de reducción continuada. En el cuadro recesivo incidieron las políticas fiscales decididas por su gobierno, a propuestas de su ministro de Finanzas, Joaquím Levy, con doctorado en la Universidad de Chicago y apodado “manos de tijeras” por su predilección en reducir el gasto público y aumentar impuestos, ejemplo que desean repetir en nuestro país los sectores más opuestos al papel a desempeñar por el Estado en la economía. Estos intentos de reducir los déficits fiscales fracasan precisamente porque esas políticas al contraer la economía, disminuyen los ingresos.

Una realidad que conviene tener presente por similitudes con Chile es Perú, un país con una estructura productiva en la cual también tiene gran relevancia la minería. Casi simultáneamente con la información sobre el IPoM, su ministerio de Economía y Finanzas publicó la versión revisada de su Marco Macroeconómico Multianual. Para 2015 redujo su estimación de crecimiento desde un 4,2% promedio a un 3%, destacando que “este proceso de revisión a la baja de las proyecciones de crecimiento es parte de una tendencia regional (…)” (01/09/15). En el primer semestre su crecimiento fue aún inferior (2,4%). El documento llama en particular la atención sobre el rápido deterioro experimentado por los términos de intercambio, que disminuirán en el año un 3,5%, porcentaje incluso superior a lo que proyectó el IPoM para Chile, destacando que el nivel de la reducción triplica el porcentaje que había estimado pocos meses antes, en abril.

El cuadro global está golpeando igualmente, como constató The Wall Street Journal, a “un reducido grupo de países ricos que dependen de los recursos naturales, el estancamiento de uno de sus miembros, Canadá –añadió-, es un claro recordatorio. Los problemas de Canadá –generalizó- son un augurio de lo que podría pasarle a un puñado de economías avanzadas cuyo crecimiento depende de las exportaciones de materias primas y de la demanda china” (03/09/15). Su economía experimentó un crecimiento negativo del producto en el primer y segundo trimestre del año. Se trata de un país en el cual el petróleo constituye su principal exportación y que resistió mejor entre los integrantes del G7 la pasada crisis financiera, pero no pudo sobreponerse a la caída en el precio del crudo.

En Chile, ha sido la disminución de la inversión productiva el factor más determinante en el bajo crecimiento. El IPoM proyectó que en el año la formación bruta de capitales fijo, en otras palabras la construcción -que aumenta modestamente- y la fabricación de maquinarias y equipos que cae fuertemente, descenderá en un 1,2%, después de haberlo hecho en 6,1% durante 2014. Esta reducción de la inversión, que es el mecanismo a través del cual aumenta el factor productivo capital, es un factor determinante para que el Banco Central disminuyese la estimación del producto de tendencia desde un 4,3% anual a 3,5%, porcentaje muy similar al dado a conocer por el ministerio de Hacienda, a lo cual se sumó que la productividad total de factores, definida como aquella parte del crecimiento que no es aportada por el capital ni por el trabajo, descendió ininterrumpidamente desde el último trimestre de 2013 hasta abril-junio de 2015. Ello constriñe la capacidad futura de crecimiento de la economía.

Al mismo tiempo, se calculó el deterioro que experimentarán durante el año los términos de intercambio cifrándolo en un 3%, consecuencia directa de la caída experimentada por el precio del cobre. Estos términos negativos inciden en el nivel que alcanzará durante 2015 el ingreso nacional bruto disponible real, que son los recursos que en definitiva quedan en la economía nacional, repercutiendo por lo tanto en la demanda interna. Parte de la producción de bienes y servicios alcanzada en el país debe usarse para cubrir esta pérdida, que se suma a las ganancias e intereses que se lleva el capital externo presente en la economía nacional.

Ello también influye en el ligero aumento que se producirá en el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que sube de -0,4% del PIB estimado en junio a -0,7% del PIB, aunque en general este año el déficit seguirá disminuyendo, en 2013 fue de -3,7% del PIB, en 2014 se redujo a -1,2% del PIB y ahora al ya mencionado -0,7%. Este saldo en contra forma parte de los recursos externos que se utilizan en la economía nacional. Por esto, la inversión total llegará solo a un 21,5% del producto, sumándole el ahorro nacional bruto.

Cifras claves del escenario macroeconómico

(Fuente: Banco Central. En porcentajes de variación anual; * proyección)

  2013 2014 2015 (*)
PIB 4,2 1,9 2 -2,5
Demanda Interna 3,7 -0,6 2,0
Demanda Interna (sin variación de existencias) 4,6 0,5 1,2
Formación Bruta Capital Fijo 2,1 -6,1 -1,2
Consumo Total 5,5 2,5 2,1
Exportación de bienes y servicios 3,4 0,7 -1,7
Importaciones de bienes y servicios 1,7 -7,0 -2,3
Cuenta Corriente (% del PIB) -3,7 -1,2 -0,7
Ahorro Nacional Bruto 20,6 20,3 20,8

 

El IPoM en lo fundamental hace un dibujo del cuadro que espera se produzca en 2015 y 2016, que aparece preocupante con un crecimiento de la economía prácticamente similar al decaído nivel alcanzado en 2014, al mismo tiempo con una inflación elevada y en que se hace escaso uso por la economía nacional de factores productivos externos.   El país se encuentra en una etapa de bajo crecimiento, sin que se perciban factores de cambio en el futuro próximo de cambio. Sin embargo, el informe no habla de políticas a implementar para enfrentar la situación, encerrado en su esquema de privilegiar unilateralmente el objetivo antiinflacionario, que por lo demás se constata que se ubica en un lapso muy prolongado por encima del punto máximo de su rango meta. Es muy preocupante que variables fundamentales como la paridad cambiaria, simplemente la deja entregada al mercado. Su informe finaliza reseñando los numerosos riesgos que visualiza para que se cumpla con su escenario base.

HUGO FAZIO

 

 

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