FMI apuesta al alza del dólar y baja del precio de materias primas

En la asamblea semestral del FMI predominó el concepto de “nueva mediocridad” para referirse a la fase actual de la economía mundial, caracterizada por un bajo crecimiento y tasas de desempleo elevadas.  Es el mismo cuadro dibujado por el economista norteamericano Larry Summers que denominó “estancamiento secular”, ejemplificándolo con lo acontecido en Japón desde la década de los noventa y la posibilidad que se produzca una situación similar en la eurozona. 

Por Director

03/05/2015

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Economí­a / Mundo / Portada

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En China sus autoridades hablan de “nueva modalidad” para describir una fase de crecimiento menor a la experimentada en los últimos años.  Para el Fondo la actividad económica en 2015 será ligeramente superior a la registrada el 2014.  En este contexto general una situación particularmente deteriorada se vive en América Latina, para la cual estimó un crecimiento promedio en el año de 0,9%, muy similar al proyectado por el Banco Mundial (0,8%). En Chile también se está viviendo dicha etapa.  El Banco Mundial expresó la preocupación que esta situación pudiese prolongarse dada la caída de las cotizaciones de las materias primas, que persistirá según su análisis en los próximos años, y la revaluación del dólar.

 El Fondo Monetario Internacional en su primera asamblea semestral de 2015 en sus informes tuvo como una idea dominante el predominio a nivel mundial de una “nueva mediocridad”, caracterizada por un bajo nivel de crecimiento económico y elevadas tasas de desempleo.  De esta manera denominaron lo que en  citas anteriores se calificó más apropiadamente de “estancamiento secular”[1].  La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, lo explica porque el mundo “no está creando los puestos de trabajo necesarios y la insuficiente creación de empleo se distribuye en una forma que no responde a las necesidades.  Tampoco está estimulando la productividad y lo sorprendente es que los países emergentes que podrían estar creciendo mucho más aceleradamente, no lo están haciendo” (11/04/15).

Uno de los informes que acompañó al de perspectivas económicas globales expresó la conclusión que en el próximo lustro, hasta el año 2020, el ritmo de incremento de la actividad será muy inferior al existente antes de la Gran Recesión.  Ello como consecuencia de la profundidad de la crisis financiera desatada en 2007, de modificaciones demográficas, el bajo incremento de la productividad y la debilidad de la inversión privada.  Davide Furceri, responsable  del documento, sostuvo que este proceso se inició antes de la crisis, pero se agudizó tras el  colapso financiero (08/04/15).

Es estudio basa su conclusión en lo acontecido con la tasas de incremento del producto potencial, que expresa el incremento de los factores productivos.  En el caso de las economías industrializadas, utilizando datos de 16 de los países integrantes del G-20, su crecimiento potencial anual antes de la crisis llegó hasta un 2,4%, en cambio su promedio durante el lapso 2008-2014 descendió al 1,3%, con un ligero mejoramiento en 2013 y 2014 a 1,5% para pasar a ser de 1,6% en 2015-2020.  Para las economías emergentes, fundamentales en el crecimiento global posterior a la Gran Recesión, entre 2001 y 2007 su incremento potencial alcanzó hasta 7,4%, considerando que en 2015-2020 se reduce en más de dos puntos porcentuales promedio, a 5,2%.  El ritmo de expansión de los factores productivos incide  desde luego en los niveles de actividad futura.

Christine Lagarde, en un discurso en los días previos a la asamblea semestral, sostuvo que se debe evitar que esta “nueva mediocridad” se transforme en una “nueva realidad”, señalando que el crecimiento global es “moderado” y “desigual”, por tanto, la “recuperación no es lo suficientemente robusta” (10/04/15).  Se pronunció por mantener los estímulos monetarios existentes.  A la Reserva Federal estadounidense le recomendó ser prudente al proceder a subir su tasa de interés.  Las actas de sus últimas sesiones muestran que entre sus integrantes existen opiniones diferentes sobre el momento de comenzar a hacerlo.  Su presidenta, Janet Yellen,  ha sido enfática en vincularlo a la evolución de la tasa de inflación y a lo que acontezca en el mercado laboral.

En el documento central de las “perspectivas económicas globales” se expresó el temor, utilizando como ejemplo la realidad de la eurozona, que esta “nueva mediocridad sea el epílogo de la Gran Recesión.  El informe definió el curso de su evolución como “frágil y desequilibrada”, estimando un crecimiento en el año de 1,5%.  Recomendando que se debería intensificar la acción política, no siendo suficiente las monetarias impulsadas por el Banco Central Europeo (BCE), que tienen como elemento central el relajamiento cuantitativo, buscando incrementar la liquidez mediante la adquisición de bonos fiscales e hipotecarios en los mercados secundarios.  Recalcó que el conjunto de Europa debería pensar en estímulos fiscales.  En la eurozona solo se limita a autorizar una mayor flexibilidad fiscal, es decir una reducción en el ritmo de los déficits presupuestarios.  “Países con margen fiscal, como Alemania –expresó el texto-, podrían hacer más para impulsar el crecimiento, especialmente poniendo en marcha inversiones públicas que hacen mucha falta”.

En particular estimó que el peligro de deflación en la eurozona se redujo, pero prosigue, reduciendo la probabilidad que se exprese en la región a un 25%, en su informe anterior en octubre de 2014 la había cifrado en un 30%.  A ello contribuyó, primordialmente,  señaló la política de estímulo monetario del Banco Central y la fuerte devaluación experimentada por el euro.  Habló de un “incremento” en las expectativas inflacionarias, pero “seguirán por debajo del objetivo del BCE”, que se aproxime  al 2% anual.  En marzo, el último  dato  que se tenía al momento de la asamblea fue de -0,3%.  Incluso, su estimación de inflación en 2015 para EEUU, que tiene un crecimiento esperado claramente mayor al de la eurozona, lo cifró  en 0,4%.  En las economías industrializadas predominan bajos niveles de inflación.

Su proyección de crecimiento global en el año fue de 3,5%, confirmando su previsión efectuada en enero.  Sin embargo, redujo la de los dos mayores economías: EEUU y China.  Para la primera consideró un crecimiento de 3,1%, medio punto porcentual a su estimación de enero, señalando que la revaluación del dólar está afectando a las exportaciones netas.  Para China estimó una expansión en el año de 6,6%,  0,2 puntos porcentuales inferior, en su nivel más bajo de los últimos quince años.  Añadió que podría experimentar una reducción aún superior mientras cambia sus objetivos privilegiando más el incremento de la demanda interna y descansando menos en las exportaciones.  En el primer trimestre de 2015 su producto creció en un 7% interanual, volviendo a los niveles previos al estallido de la crisis financiera.  Su primer ministro Li Keqiang advirtió en una entrevista a Financial Times que “no va a ser fácil alcanzar otro crecimiento de  un 7% este año”.  Pero, sostuvo, Beijing dispone de los medios para alcanzarlo.  “Desde el cuarto trimestre de 2014 –detalló- hemos hecho ajustes en nuestra política fiscal y monetaria (…).  Son medidas regulatorias dirigidas y que están dando sus frutos” (17/04/15).

Para el conjunto de los países en desarrollo lo calculó en 4,3%.  Una de las regiones del mundo en el cual proyecta un cuadro de gran debilidad fue América Latina con un crecimiento en el año de apenas 0,9%, inferior incluso a su débil expansión en 2014 (1,3%), acentuando su fase de decrecimiento. El informe prestó especial atención a la contracción de Brasil, la mayor economía sudamericana, que la estimó de 1%, aplaudiendo los regresivos planes de ajuste puestos en aplicación.  “Las medidas tomadas –expresó Olivier Blanchard, su economista jefe- son las adecuadas, pero –agregó- Brasil tiene problemas que van más allá de la macroeconomía”.  Refiriéndose en particular a los fenómenos de “corrupción” (15/04/15).  Ello se expresan claramente en el escándalo de Petrobras, su mayor empresa[2].

Estas políticas de ajuste afectan negativamente a la actividad económica.  Ellas son llevadas adelante por Joaquim Levy, que cuenta con el pleno respaldo de Dilma Rousseff.  Levy es un expresidente de la división de gestión de activos del Banco Bradesco, con estudios en la  monetarista Universidad de Chicago.   “Levy se comprometió –señaló Le Monde Diplomatique- a alcanzar un excedente primario (saldo presupuestario antes del pago de los intereses de la deuda) del 2% del PIB en 2015.  Para lograrlo, anunció una importante reducción de los gastos e inversiones públicas, incluso en los ámbitos de la salud y la educación.  Además, (…) eliminó las subvenciones concedidas a los bancos públicos, obligándolos a aumentar las tasas y a endurecer las condiciones de financiamiento (…)”[3].

“Detrás de estos números –expresó Olivier Blanchard- hay una serie de fuerzas inusualmente complejas que están dando formas a la economía mundial” (15/04/15).  Entre ellas el economista jefe del FMI mencionó los “legados” de la Gran Recesión, el bajo crecimiento potencial, el desplome en la cotización del petróleo y las fuertes fluctuaciones cambiarias, todos hechos que tienen repercusiones a nivel global.

El Banco Mundial, por su parte, proyectó el crecimiento en 2015 de América Latina en un 0,8%.  “La evidencia sugiere –señaló Augusto de la Torre, su economista jefe para la región- que los shocks externos emanados de la desaceleración de China y los cambios en los términos de intercambio son permanentes” (16/04/15).

El crecimiento de Chile en 2015, el panorama económico del FMI lo redujo en 0,6 puntos porcentuales de 3,3% a 2,7%, dentro de la tendencia general a darse en la región.  En el primer bimestre el producto aumentó en solo 2,5%, gracias fundamentalmente al esfuerzo en el cumplimiento de la ejecución del gasto público, que en los primeros meses tradicionalmente se subejecuta.  El punto más débil continúa siendo la inversión.  El FMI proyecta un crecimiento promedio de un punto porcentual en la tasa de desempleo, a 7,2%, hasta ese momento el bajo nivel de actividad se manifestaba principalmente en un deterioro de las condiciones laborales, con un alto número de incremento en trabajadores sin contrato ni seguridad social.

El informe de Estabilidad Financiera Global presentado a la Asamblea del FMI señaló que el alza del dólar y la reducción en las cotizaciones de los commodities provocan presión en países y empresas exportadoras de materias primas, entre las cuales se encuentra Chile.  Refiriéndose al país expresó como un riesgo el alto nivel de la relación préstamos/depósitos lo cual conllevaría presión en los canales de financiamiento de los bancos.  Argumentó que a nivel mundial en los últimos meses los riesgos se trasladaron a sectores del sistema financiero más difíciles de monitorear como los intermediarios no bancarios.  El documento constató “un incremento de los riesgos financieros globales, de los avanzados a los emergentes, y de entidades bancarias a las no bancarias” (16/04/15).

Christine Lagarde hizo referencia además a los efectos desestabilizadores de la revaluación del dólar en países o empresas con grandes deudas en esa divisa.  Al mismo tiempo solicitó al Congreso norteamericano que apruebe las propuestas modificadoras de la estructura del Fondo, que retiene ya por varios años y que corregirían en parte el desfase entre los derechos en la votación de sus países miembros y el peso existente a nivel global.  En particular de China que es la segunda economía mundial, la mayor potencia comercial y ocupa el segundo lugar por capitalización bursátil.  Su moneda lentamente al mismo tiempo va ganando protagonismo a nivel global.  Ello también requiere de cambios por parte de Beijing.  “Es el momento –manifestó Zhou Xiaochuan, en un foro con presencia de Christine Lagarde– de cambiar la actitud política  que restringe a los chinos la compra de productos financieros en el exterior y que no es suficientemente flexible para satisfacer las necesidades de las inversiones extranjeras en China” (12/04/15).

Al finalizar 2015, de acuerdo a las proyecciones del FMI,  EEUU seguirá siendo la mayor economía mundial, registrando US$7 billones más que China, que se distancia a su turno cada vez más de Japón y de los tres países europeos que le siguen (Alemania, Reino Unido y Francia, en ese orden).  India avanza al séptimo lugar, siguiéndole Brasil, Italia y Canadá.  En el décimo primer  lugar quedaría Corea del Sur, superando a Australia, muy castigado al igual que numerosos países de América del Sur, por la reducción en la cotización de las materias primas.  Desde luego, China e India ocupan un lugar muy rezagado si el ranking se elabora en producto por habitante.

Las mayores economías del mundo al finalizar 2015

(Fuente:  FMI.  En billones de dólares corrientes)

País Monto País Monto País Monto
EEUU 18,1 Reino Unido 2,8 Italia 1,8
China 11,2 Francia 2,5 Canadá 1,6
Japón   4,2 India 2,3 Corea del Sur 1,4
Alemania   3,4 Brasil 1,9 Australia 1,2

 

 

HUGO FAZIO

 

 

 

 

[1] Véase, Resumen Económico Cuarto trimestre de 2014, págs. 36-38.

[2] Véase, Resumen Económico, primer trimestre de 2015.

[3] Le Monde Diplomatique, abril de 2015.

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