Salud y capitalismo: investigación contra el cáncer frenada por falta de financiación

Una investigación promisoria para curar enfermos de cáncer, frenada por falta de financiación

Por Arturo Ledezma

29/09/2015

Publicado en

Economí­a / Mundo / Salud

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Una investigación promisoria para curar enfermos de cáncer, frenada por falta de financiación. Remedios que podrían costar 85 euros, los venden por 25.000. Salud y capitalismo, una contradicción en los términos.

Hace tan solo 3 semanas se iniciaba en Change.org un petitorio a la Junta de Andalucía de Susana Diaz y al Ministerio de Sanidad de Mariano Rajoy, que ya ha conseguido más de 100.000 firmas. La petición surgió de manera espontánea gracias a un paciente de cáncer de colón, que exigía la financiación pública de un equipo de investigadores de la Universidad de Granada que ha demostrado la eficacia de “un medicamento que combate las células madre cancerígenas (CMC), responsables del inicio y crecimiento del cáncer, de la recaída tras la quimioterapia y de la formación de metástasis”, según informó dicha Universidad, ya hace más de un año.

Estas células no son detectadas por la resonancia magnética y permanecen en estado durmiente. “Muchos pacientes recaen a los tres años, cuando ya creíamos que no había cáncer y es por estas células tumorales”, explica Juan Antonio Marchal, catedrático y médico que dirige el proyecto “Terapias Avanzadas: diferenciación, regeneración y cáncer”, a El Confidencial.

Ni un solo euro para seguir la investigación

Pero hasta entonces este equipo de investigadores, jóvenes precarios en su mayoría, no han recibido ni Salud y capitalismo: investigación contra el cáncer frenada por falta de financiaciónun solo euro por parte de la administración pública para finalizar por completo el trabajo de investigación que ya lleva desarrollándose desde hace casi 20 años y viene siendo prometedor en las pruebas con ratones.

Ante la falta de financiación se han visto obligados a impulsar conciertos de Tuna y de Rock para poder recaudar fondos. Como explicó el doctor granadino, lo que ha impulsado a estos investigadores a seguir adelante son las increíbles muestras de solidaridad y apoyo de la gente. Incluso artistas como Miguel Ríos ya están interesados en prestar su ayuda.

Precariedad laboral entre los jóvenes investigadores

Otro matiz del problema de este grupo de investigadores, y que padecen miles y miles de estudiantes con alta formación –lo que no acaban en el paro-, es la precarización laboral a pesar de conseguir trabajo. De los quince profesionales del proyecto, solo cinco son funcionarios, otros dos son becarios y el resto de miembros trabajan sin sueldo alguno. “Yo tuve un contrato durante un tiempo hasta que se acabó y hasta que terminé la tesis no creo que vuelva a encontrar nada”, relataba Cyntia Morata a los informativos de Telecinco.

La producción irracional en la industria

Este no es un caso aislado, sino otro ejemplo de las consecuencias irracionales que tienen los recortes y el pago de la deuda pública a los bancos.

No hace mucho vimos cómo el Gobierno se negaba a pagar el tratamiento de la Hepatitis C, que puso en evidencia no solo lo que significan realmente los recortes, sino el negocio mortal del cual se lucra la industria farmacéutica a través de las patentes, que llega superar las ganancias por venta de armas o telecomunicaciones. Mientras el coste de producción real de un preparado contra la Hepatitis C es de 85 euros en la India, la farmacéutica Gilead lo vende a 25.000 euros en el estado español (Sovaldi). En realidad la farmacéutica proponía venderlo por 60.000 y terminó en esa cifra después de la negociación con el ministerio.

Una de las excusas de los Estados y laboratorios a estos precios exorbitantes es que tienen que costear la producción y también la investigación. Pero la realidad es que, como informaba el British Medical Journal en 2012, por cada dólar dedicado a la investigación se dedican 19 a la promoción y publicidad del mismo fármaco.

Pero este caso no se refiere a los problemas que supone la irracional producción capitalista de un fármaco, sino que abarca otra área del mismo ámbito como es la investigación básica (que permite los variados descubrimientos) y la investigación aplicada (que busca resultados prácticos de un problema concreto). No sin razón, y a la vez que los investigadores granadinos pedían más recursos, una treintena de prestigiosos científicos, precisamente de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM) denunciaban este mes, en una carta al Gobierno, su “profunda preocupación por los importantes recortes en la financiación pública de la ciencia” que “ha llevado a una situación crítica a muchos laboratorios competentes en las universidades, los institutos de investigación y los hospitales” (Efe).

La investigación científica en manos de las grandes multinacionales

La investigación básica es costeada a través de dinero público, es decir dinero que sale del bolsillo de toda la población, mientras que la investigación aplicada, controlada sobre todo por la industria farmacéutica se apropia de los descubrimientos de miles de estudiantes y profesionales para sus ganancias privadas. En realidad el 84% de las investigaciones viene siendo costeada por los Gobiernos y los Estados, mientras que solo el 12% correspondería a los laboratorios farmacéuticos.
El problema se agrava, sin embargo, porque los Estados prefieren destinar el dinero público de la investigación básica y aplicada a pagar a los banqueros, o a costear los 8000 euros por hora que cuesta un vuelo militar, por ejemplo, para las maniobras de la OTAN en Zaragoza en estos meses. Además, la mercantilización de la producción de fármacos lleva a que sean monopolios como Farmaindustria la que elija qué medicamentos se fabrican y cuáles no. Y con la crisis de los mal llamados “Estados de Bienestar”, y fomentada por los gobiernos, los investigadores se ven obligados a la financiación privada.

“Muchas de las grandes farmacéuticas han cerrado sus investigaciones sobre antibióticos porque curan a la gente y lo que estas empresas quieren es un fármaco que haya que tomar toda la vida. Puede sonar cínico, pero las farmacéuticas no quieren que la gente se cure”, así de tajante se mostraba el Premio Nobel de Química de 2009 Thomas Steiz, poniendo de relieve que no interesa fomentar las investigaciones científicas a corto y largo plazo que acaben con las enfermedades mortales y graves que afectan a la población.

Salud, programas electorales y demandas sociales

Todo ello pone en evidencia la dicotomía entre la salud y el capitalismo y ayuda a pensar en profundidad las demandas estructurales y los límites de los programas electorales que no ponen en la agenda política lo que los movimientos sociales vienen cuestionando, sobre todo ahora que nuevos fenómenos políticos reformistas salen a escena.

Por ejemplo, algunas de la tibias propuestas de Podemos sobre salud planteaban la “creación de una Comisión de Farmacia. Mejorar la seguridad, calidad y coste de los medicamentos. Fomento de los medicamentos genéricos”. También el control de sus precios o del marketing farmacéutico. Cuestiones elementales, pero que ni siquiera serán posibles sin cuestionar la existencia de los grandes oligopolios que torpedean la investigación e impiden la fabricación de fármacos que combatan los problemas de raíz. Contradictoriamente, el programa llega a plantear que había que “asegurar el derecho a la salud” dentro del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (el famoso TIPP que precisamente permite un mayor poder a estas grandes corporaciones).

Sin embargo, estas tibias o contraproducentes propuestas a un escandaloso problema están lejos de las que viene planteando el Comité Anti-privatización de la Salud (CAS) de Madrid para los que son clave la creación de un sistema farmacéutico público que abarque la investigación, producción y distribución de fármacos. Esto permitiría en los hechos garantizar y proliferar la existencia de más equipos de investigación en las universidades, dando trabajo genuino a todo aquel estudiante que quiera y garantizado por el Estado, ahorrarse y desmentir el coste real de la producción, distribución y marketing de la industria y las farmacias, creando empleo público para farmacéuticos en los centros sanitarios y garantizar fármacos de acuerdo a las necesidades de la población, a los que los intereses de las multinacionales se contraponen.

Lo que es bueno para la humanidad no lo es para el capital

Aunque a esta coherente demanda del CAS habría que añadirle que no podrá competir con la fuerza económica de las corporaciones si toda la industria farmacéutica no se nacionaliza y se pone bajo gestión directa de los trabajadores de la sanidad, los investigadores, los estudiantes y los usuarios de la Salud.

La investigación científica se encuentra en una encrucijada y pone en evidencia que “lo que es bueno para la humanidad no lo es para el capital”.

Miles y miles de jóvenes científicos que salen de las universidades con ganas de desarrollar toda su potencialidad y creatividad se ven abocados al paro o a un trabajo precario, o en algunos pocos casos, al servicio de las multinacionales que en los hechos menoscaban los importantes descubrimientos que si tienen una enorme importancia para la humanidad.

Atacar las bases estructurales del capitalismo en la salud y en otras áreas, deberían y pueden ser las bases mínimas para acabar con los graves problemas que padece la población.

Sara Povo via LaIzquierdaDiario

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