La revista británica considera que el grupo élite creado por presidentes de derecha reafirma el conflicto político regional

The Economist: Prosur es sólo un grupo que agrava la desintegración suramericana

El artículo plantea que la iniciativa lejos de ser una respuesta a la desunión regional, parece una reafirmación del problema; y resalta que en América Latina, las instituciones regionales se han convertido en rehenes de la ideología y de los alineamientos políticos efímeros

Por Ronald Ángel

29/03/2019

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Prosur

La revista británica The Economist publicó un extenso artículo dedicado a la reciente creación de «Prosur», oficializado el pasado viernes por un grupo de presidentes empresarios reunidos en Santiago de Chile.

En el texto de la mencionada revista, se realiza un análisis que concluye que este bloque -de gobiernos de extrema derecha- sólo viene a profundizar aún más la grave crisis política vinculada al proceso de desintegración de Suramérica, mismo que ha sido promovido y alentado justamente por estos presidentes, cuando decidieron boicotear la integración alcanzada por una década a través de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur).

El principal aporte del artículo es que esta iniciativa -que además busca promover una especie de reideologización de la región hacia la ultraderecha- plantea, desde lo que expresan los presidentes firmantes, agravar el problema de la desunión regional, aumentar el conflicto diplomático entre los países y profundizar el radicalismo ideológico entre izquierda y derecha.

«Parece una reafirmación del problema: en América Latina, las instituciones regionales se han convertido en rehenes de la ideología y de los alineamientos políticos efímeros», explica el artículo.

De acuerdo al análisis de The Economist y la dura crítica hacia al autodenominado «Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina» (Prosur) es que este grupo -que nace con base en la exclusión y desde el elitismo político-empresarial- es que «carecerá del peso suficiente para concretar medidas de integración, especialmente en su figura de puente entre los dos bloques económicos de la región, Mercosur y la Alianza del Pacífico».

Prosur

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Así tituló The Economist su trabajo donde plantea que la idea de alejarse de Unasur, en lugar de tratar de evitar a Venezuela y reformar la organización, parece ser un error.

De acuerdo a La Tercera de Chile, el semanario bitánico justifica su tesis, «en que no es común que un país se retire de una organización internacional de la que es anfitrión, como es el caso del Presidente de Ecuador, Lenín Moreno, quien decidió quitar la sede a Unasur en 2018 -valorada en unos 65 millones de dólares- y luego salirse del bloque de integración el pasado 13 de marzo.

El argumento de Moreno fue que Ecuador se salía de la Unasur porque era -según él- sólo una plataforma para llevar la “política perversa de los autodenominados socialistas del siglo XXI”, describe el reporte.

Describe The Economist: “Esta es una idea original de Iván Duque, el nuevo presidente conservador de Colombia, y su homólogo chileno, Sebastián Piñera, de centro-derecha. Al revelar la idea en enero, Duque dijo que en lugar de ser una organización burocrática, Prosur será un ‘mecanismo de coordinación’ que apoyará la democracia y la economía de mercado”.

Pero Prosur es también sinónimo del actual conflicto ideológico-político que vive la región luego que comenzaran a llegar al poder presidentes empresarios que se han dedicado a restaurar el conservadurismo de derecha y el servilismo a los Estados Unidos, todos a su vez participantes del ataque diplomático y cerco económico contra Venezuela.

The Economist agrega que «lejos de ser una respuesta a la desunión regional, Prosur parece una reafirmación del problema: en América Latina, las instituciones regionales se han convertido en rehenes de la ideología y de los alineamientos políticos efímeros».

El proceso de desintegración de Unasur, comenzó -según el análisis del semanario inglés- durante la gestión del último secretario general, Ernesto Samper, ex presidente de Colombia, quien defendía su compromiso con la democracia en “la validez real de los derechos sociales”.

Prosur

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Esta postura de Samper, no coincide con la de los nuevos gobiernos neoliberales, que más bien vienen a negociar los derechos sociales adquiridos históricamente por los ciudadanos, tal y como ocurre en la Argentina de Maurici Macri, el Brasil de Jair Bolsonaro, el Chile de Sebastián Piñera, la Colombia de Iván Duque y más recientemente el Ecuador de Lenín Moreno, todos gobiernos que han negociado y/o coquetean con endeudar a sus naciones con instancias retrógradas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Según estos gobiernos de derecha, la Unasur y su secretario eran entonces sólo un espacio para difundir «la propaganda cubana y venezolana». Dice The Economist: «La oposición de Venezuela y sus numerosos partidarios vieron al señor Samper como un títere para el gobierno venezolano”.

Agrega el artículo que al término del mandato de Samper en la Unasur, una amplia coalición de países propuso a José Octavio Bordón, un político y diplomático centrista de Argentina, como su reemplazo. Venezuela lo vetó. “Esa fue la gota final”.

“Prosur carecerá del peso para hacer el trabajo (…) para trabajar en medidas prácticas de integración, especialmente al actuar como un puente entre los dos bloques económicos de América del Sur, Mercosur y la Alianza del Pacífico”, concluye The Economist.

Laurence Whitehead, de la Universidad de Oxford, ha escrito que la tendencia de las élites latinoamericanas a la última moda ideológica ha convertido a la región en un “mauseolum de modernidades”. Eso se aplica ahora a sus instituciones de integración. Esta inclinación es un lujo que una región que se está quedando atrás económicamente no puede permitirse, concluye el artículo.

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