Editorial: El cartel de cuello y corbata

Este "cartel de cuello y corbata" como lo hemos denominado, confirma que la delincuencia siempre estuvo en el poder, en donde la política chilena se convirtió en un campo minado, en donde no sabes en qué momento estallará bajo nuestros pies un nuevo caso de corrupción.

Por El Ciudadano

23/03/2024

Publicado en

Actualidad / Editorial / Portada

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Viernes 15 de marzo y un comunicado de Fiscalía confirmaba una investigación en contra del director general de la Policía de Investigaciones, Sergio Muñoz, por filtrar información reservada al abogado Luis Hermosilla, quien también está imputado por el pago de presuntas coimas a funcionarios del Servicio de Impuestos Internos. Según antecedentes expuestos en la audiencia de formalización en contra de Muñoz, el ahora exdirector filtró 12 causas secretas -vía WhatsApp-, lo que se habría ejecutado 13 días después de que asumiera la dirección de la PDI, el 23 de junio de 2021.

No obstante, este delictual nexo que une a Hermosilla y Muñoz no queda acá, ya que, el polémico abogado es reconocido en el mundo empresarial y político, por llevar causas de connotación pública, y por ser socio y «amigo de la vida» de Andrés Chadwick, primo del expresidente de la República Sebastián Piñera, y exministro del Interior y Seguridad Pública. Además, de ser el abogado de Héctor Espinosa, exdirector general de la PDI, quien fue investigado por corrupción, por lo que la conexión entre el abogado y la policía, era desconocidamente cercana.

Es más, Muñoz le filtró a Hermosilla pesquisas en el caso Dominga -donde Piñera estaba imputado-, afectando la integridad de la investigación ejecutada por el Ministerio Público, dejando entrever un boicoteo en la búsqueda de justicia en cada causa judicial. La gravedad de este delito es tal, que Sergio Muñoz es considerado un «peligro para la sociedad», quedando en prisión preventiva en el cuartel de Cerrillos.

Resulta anecdótico que quien era la máxima autoridad de la PDI, entidad encargada de perseguir crímenes, tuviera como líder a quien cometía delitos.

Este «cartel de cuello y corbata» como lo hemos denominado, confirma que la delincuencia siempre estuvo en el poder, en donde la política chilena se convirtió en un campo minado, en donde no sabes en qué momento estallará bajo nuestros pies un nuevo caso de corrupción. Y en los que los involucrados siempre son los mismos: La derecha chilena.

¿Será que el cartel de cuello y corbata tendrá sus días contados o estamos frente a la punta de un enorme iceberg, que nos sacudirá aún peor? No lo sabemos, solo existe la certeza de que esta madeja de corrupción quedó al descubierto, mientras que sus integrantes se intentan esconder tras los gruesos muros del poder.

Esto recién comienza…

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