Ojo con el Cambio de Concesionario

Lo esperado sucedió, funcionó  la Ley de Murphy en Chile (o para ser más precisos, la de Finagle): “Algo que pueda ir mal, irá mal en el peor momento posible”

Por Director

14/02/2010

Publicado en

Editorial

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Lo esperado sucedió, funcionó  la Ley de Murphy en Chile (o para ser más precisos, la de Finagle): “Algo que pueda ir mal, irá mal en el peor momento posible”. Y eso fue lo que le pasó a la Concertación, cuando más derrumbada se encontraba, tras 20 años en el poder, lo ha perdido.

Casos de corrupción, privatizaciones, firma de tratados de libre comercio a destajo, permisividad para la contaminación de nuestro suelo, dejar todo en manos del mercado desregulado, y elegir al candidato de sus filas más parecido al contrincante, hicieron que la ciudadanía, dividida en acto electorcrático, no supiera diferenciar bien y eligiera de presidente a un magnate (aunque sólo asistieran a las urnas menos del 60% de las personas con derecho a voto).

El desgaste concertacionista, y su incapacidad para convocar amplias mayorías estuvo -a juicio de El Ciudadano-, ligada a su incapacidad de comunicación con el pueblo, a quien mantuvo alejado de la toma de decisiones, despolitizado, y condenado a ser mero espectador de farándula.

La salida de sus filas del senador Alejandro Navarro, quien formaría el Movimiento Amplio Social (MAS), el pie hacia la izquierda de Jorge Arrate y el marquismo que, con un poco más de tiempo, pudo salirse con las suyas, dieron claras señales del comienzo del fin.

En primera vuelta se demostraría que un importante grupo de la población ya no compraba el viejo cuento, y que el liderazgo que buscaban era simplemente de otro tipo. Frei desnudado por un ‘Gomilalo’, del equipo de Difamadores, quedaba en descrédito. Piñera denunciado por amplio reportaje del equipo de La Nación Domingo, se evidenciaba como manos largas.

Pero estas informaciones no serían difundidas ampliamente por los medios masivos, lo que se tradujo en que la falta de memoria del electorado chileno, conjugada con la saturación mediática de carteles y jingles de dos rostros que representan lo peor de nuestro país, acabarían presentes en la papeleta del 17 de enero: Y ganó el “mal mayor”.

Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique fue elegido presidente de Chile y para la historia quedará la foto de ambas familias abrazadas y sonriendo. La imagen de que nada ha pasado, como recuerdo de otro triunfo de la oligarquía, se repite en nuestra memoria que no olvida nuestro propósito original, regionalista, libertario y democrático: Salga quien salga, nuestro trabajo será por la Asamblea Constituyente y una Nueva Constitución para este país, vertiente a la que invitamos a sumarse a todos los actores que alguna vez compartieran este profundo anhelo democrático.

La tarea requerirá de trabajo junto a las bases y medios de comunicación al servicio de sus voluntades. Por eso la invitación es a dejar de coquetear con la plutocracia con que transaron hace 20 años, es momento de no seguir pactando en pro del saqueo de nuestros recursos naturales, es hora de hacer soberanía, y que la inmensa riqueza de estos fértiles suelos sea defendida en pos de esta generación y de las venideras.

Creemos, a la vez, que unirnos para detener a toda costa que se continúe privatizando Codelco, puede ser clave y viga maestra que aglutine las nuevas fuerzas, ala a la que se sumen civiles y militares constitucionalistas, trabajadores del cobre y estudiantes, pues se ha cambiado el concesionario y llega en marzo nuevo gerente a La Moneda.

Que no cometa desde ahí abusos, sólo dependerá de nuestro poder federativo, en donde la defensa de los derechos ancestrales de los pueblos de Chile y de nuestro suelo, sea lucha mancomunada de quienes siguen la arenga: ¡Aún hay Patria, ciudadanos!

El Ciudadano

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