EDITORIAL

Sebastián Piñera y el terror económico

Las declaraciones del presidente de la Bolsa de Comercio y del multimillonario controlador de Cencosud, que abiertamente apoyan a Sebastián Piñera, se apoyan en trampas y mentiras que han irritado al resto de los candidatos. Sin duda es irritante el descaro de estas figuras públicas que intentan engatusar a la población asustadiza e ignorante. Pero lo que no ven esos candidatos es lo cotidiano y habitual. El sesgo diario y tramposo de los medios hegemónicos a toda información que moleste al statu quo y la institucionalidad económica.

Por paulwalder

06/10/2017

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Juan Andrés Camus y Horst Paulmann

Inversionistas, operadores financieros, especuladores bursátiles, directores de empresas y toda la gama de multimillonarios no caben en sí mismos con las encuestas que instalan a Sebastián Piñera como ganador de las próximas elecciones presidenciales y posible futuro presidente de Chile. Un jolgorio que los ha llevado a la incontinencia verbal para proclamar su “optimismo” por el año entrante. Lo dijo este miércoles el presidente de Cencosud, Horst Paulmann, y lo reiteró, de forma distinta pero más brutal el presidente de la Bolsa de Comercio, Juan Andrés Camus. Si Paulmann se llena de optimismo por lo que puede suceder a partir de este fin de año, el dirigente bursátil infunde todo tipo de temores y un colapso en los precios de las acciones si Piñera no regresa a la presidencia. Para ambos, estos cuatro años ha sido una caminata por el desierto.

 

Las declaraciones han sido calificadas de “terror económico” por el resto de los candidatos a la presidencia, quienes buscan algún tipo de sanción contra Camus en cuanto levanta esas opiniones desde un púlpito privilegiado que no sólo representa a controladores de empresas e inversionistas, sino a pequeños accionistas y hasta trabajadores a través de la inefables AFP. Los críticos, sin embargo, olvidan que asistimos a un simple evento en un mar de mensajes pergeñados por figuras públicas, que fluyen con toda impunidad a través de la prensa hegemónica y los medios audiovisuales vinculados con el gran capital, ya sea mediante la propiedad o por la publicidad.

 

La derecha ejerce el poder de forma cotidiana y acumulativa a través de sus medios de comunicación, como El Mercurio y La Tercera, pero no sólo con los suyos. La instalación y amplificación de la delincuencia en la agenda, con efectos dramáticos y pavorosos en la opinión pública, le permite modular el clima político y silenciar temáticas incómodas, como pudo serlo en algún momento la reforma a la constitución o la misma función de las AFP. La profusión de crímenes aparecidos en horario estelar de televisión coloca una vez más a este fenómeno disfuncional como prioritario para cualquier gobierno.

La economía, que tiene también una cara dramática, es otra de las grandes escenas moldeables.  Porque es terror jugar con la pérdida de empleo, un supuesto desplome en los precios de las acciones, con efectos en los fondos de pensiones. La imaginación puede más. Si nos apuran, cualquier operador financiero o bursátil puede amenazar con una corrida bancaria o huida masiva de capitales si no sale Piñera.

 

Paulmann y Camus, sin embargo, se equivocan rotundamente si con esas declaraciones sesgadas, tanto las triunfalistas como catastróficas, pretenden ayudar a su candidato. Podemos concederles que Piñera regresa recargado de neoliberalismo para instalar en Chile proyectos extremos al estilo de sus pares Mauricio Macri y Michel Temer. Una doctrina del shock para sacudir en Chile lo poco que aún queda de Estado en la economía que los puristas del mercado observan como más desregulaciones y concesiones. Una escena optimista para el controlador de Cencosud que llevaría las ganancias del retail a nuevas marcas de acumulación y al dirigente bursátil a frotarse las manos con los precios de las acciones.

 

Lo que no podemos conceder a estas declaraciones es que la ciudadanía las comparta plenamente. Por más que suban las acciones, por más que gane Paulmann (y bastante ha acumulado en las últimas décadas) no ganan ni los trabajadores y las personas. A quién le sirven los multimillonarios.

 

El discurso neoliberal, el paradigma de la transición compartido por el otrora binominal, tiene hoy más de retórica que de contenidos. Lo que hace una o dos décadas atrás era todavía asumido como verdad del otrora denominado “pensamiento único”, hoy está encerrado como una oración repetitiva que circula solo entre las distintas elites.

 

Elogiar el modelo de libre mercado desregulado del modo como lo hace la derecha y las cúpulas patronales  parece hoy un relato vacío, ciego y sordo ante todo lo que no sean flujos de capital,  ganancias y nuevos mercados.

 

Las declaraciones de estas figuras y miembros de las elites económicas sólo constatan el enorme cisma que existe en Chile entre estos grupos de poder y la ciudadanía, en tanto transparentan los intereses de las clases dominantes. Expresan el desprecio atávico por el resto de la sociedad, entendida ésta como masa moldeable y, por cierto, asustadiza.

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