Educación

Únete al baile de los que sobran: 62% de estudiantes de colegios públicos no alcanzan el mínimo de 475 puntos PSU

Las personas que sacaron menos de 500 puntos en la PSU NO tienen la posibilidad de optar a becas, sin embargo, el inicio de la gratuidad en 2016 les dará la opción de poder estudiar sin necesidad de pagar aranceles ni otros gastos, en el caso particular de que formen parte de los 5 primeros deciles de ingreso.

Por Ángela Barraza

28/12/2015

Publicado en

Editorial / Portada

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Ya salieron los resultados de la PSU y con ellos comienza a moverse la maquinaria macabra que año tras año se dispone a decirle a un montón de chiquillos, qué ganaron y perdieron de cara al futuro.
Como si de verdad esa jodida prueba fuera determinante.
Como si fuera cierto eso de que «la máquina de hacer salchichas» discriminara la carne que entra en ella por calidad intelectual y no por condición socioeconómica.

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Y es en este punto donde empieza una cadena macabra de éxitos y fracasos, donde la segregación se hace más evidente, donde Chile comienza a determinar quiénes son los «alfa» (los que quedaron en la universidad que querían y en la carrera que querían), los «beta» (los que quedaron en la universidad y optaron por una carrera cualquiera para «cambiarse por dentro»)  y quienes son los mugrosos «omega» (aquellos a los que no les alcanzaron los puntos ni para canjearlos en Happyland). Ciertamente, para niños de 17 o 18 años esto es un desastre y muchos de los beta y omega caen en depresiones y sus familias dan las primeras muestras de desilusión que, en las futuras borracheras serán un fantasma que saldrá a relucir de formas odiosas.

Pero ¿Hasta dónde somos responsables con 17 o 18 años de nuestros éxitos y fracasos si estamos insertos en un sistema tan rígido y perverso? (en la medida en la que es injusto con nosotros (porque para los «alfas», el mundo es  fácil y accesible)).

Los datos

Recientemente apareció en La Tercera un artículo que está lleno de cifras y porcentajes que, si las entiendes bien, y comprendes a cabalidad el discurso que subyace a lo que está publicado, entonces te dan ganas de salir a protestar con un martillo en la mano, como repuesta a la violencia atroz que ejerce el sistema sobre nuestros cuerpos.

En todas partes aparecen cifras entre las que destacan que el 71% de los estudiantes de colegios públicos que rindieron la PSU, sacaron menos de 500 puntos. Estamos hablando ni más ni menos que de 101.131 chicos que tenían alguna expectativa están, en este momento, asumiendo que el próximo año NO van a ser universitarios y que no van a estudiar la carrera que habían pensado como «el mejor de los casos».

Como son de escuelas públicas, las estadísticas asumen que son chicos que nacieron en el seno de familias vulnerables.

Según consigna el mencionado articulo: «Otras cifras que arrojan los resultados de la PSU es que hay 85.013 alumnos que no lograron obtener 475 puntos en la PSU, que es el mínimo que piden las universidades del Cruch para optar a una carrera. Los datos muestran que el 62% (39.241) de los estudiantes de colegios públicos no alcanzaron ese piso. También que en el caso de los colegios particulares pagados hay 39.341 (44%) de egresados que tampoco lograron esa meta y que en los establecimientos particulares pagados fueron 2.211 (11%) los jóvenes que no podrán postular a ningún plantel del Cruch.»

A lo anterior se suman las nada alentadoras son las palabras que aparecieron hoy en El Mercurio

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Una de las principales conclusiones que saca -según la Tercera en su artículo- el investigador de la USACH, Francisco Javier Gil como la causa de estos resultados del terror, es que: “los colegios municipales no entregan la totalidad de los contenidos que mide la PSU y eso perjudica a los estudiantes, quienes en los sectores vulnerables  no pueden ir a un preuniversitario porque no tienen recursos para hacerlo”. Y agregó que “los alumnos de colegios públicos no sólo están en desigualdad de condiciones,  por el capital cultural, sino porque no se logran entregar los contenidos”.

Otra vez

Todos los años se abre este mismo debate.

Todos los años, al vernos enfrentados a las cifras, nos damos -nuevamente- por enterados de que algo no anda bien.

Y con esto de la ley corta de gratuidad, estamos todos más alarmados que de costumbre ya que vemos una diminuta posibilidad de que exista más igualdad y más acceso donde hace mucho tiempo no los hubo.

Y por eso nos desesperamos hoy, al ver las cifras terribles de que el 62% del alumnado de los colegios fiscales tienen menos puntos de los que te ponen en una operación de hernia,  ya que nos permite cuestionarnos también el tema de la gratuidad y del acceso a esa gratuidad que esperamos por tanto tiempo.

Y no deja de ser atroz y brutal lo que dice Francisco Javier Gil de que los profesores no alcanzan a pasar los contenidos que dictamina el programa impuesto por el Ministerio de Educación porque los profesores de colegios privados, entonces, sí alcanzan y esa conclusión nos lleva a la inevitable pregunta de ¿Cuál es la diferencia entonces, entre un colegio y otro, entre unos profesores y otros? ¿O acaso más tiene que ver con los alumnos? ¿Hay alumnos más o mejor alimentados, con mejores condiciones de vida para un óptimo desarrollo educacional? ¿Hay una raza o un biotipo de «mejores estudiantes» y justo coincide con los alumnos de colegios pagados? ¿O se está satanizando directamente a los profesores y sus paros con sus legítimas demandas?

Personalmente me inclino a pensar (Luego de haber estudiado en colegios fiscales y de tener ahora a mis hijos estudiando en uno) que el problema es mucho más complejo de lo que quieren hacernos creer ya que tiene mucho de las interrogantes mencionadas anteriormente y más de otros factores como la vivienda, el capital cultural de la familia y el entorno, además de la salud e incluso, del paisaje. También me da la impresión que hay muy poca inversión estatal en los colegios fiscales y que el Ministerio de Educación no se involucra lo suficiente con lo que sucede en los colegios. Y con esto no estoy llamando a más control, sino a que los señores burócratas se decidan a meter las patitas en el barro antes de actuar en base a las estadísticas, como el doctor que diagnostica a sus pacientes sin hablar con ellos o sin siquiera tocarlos porque pidió muchos exámenes y con eso le basta.

El que existan 85.013 personas que rindieron la PSU y sacaron menos del mínimo que piden las universidades del Cruch para optar a una carrera es preocupante, incluso, para pensar en quienes se van a desarrollar laboralmente aunque no tengan que pasar por la universidad para tales fines. Pienso en cajeras de supermercados, empleados públicos, obreros, campesinos, etc.

Tampoco podemos decir que la PSU es una prueba que requiera de conocimientos demasiado vastos y profundos. Y, honestamente, me preocupa saber que hay un montón de personas que acaban de salir al mundo laboral que no son capaces de responder un mínimo razonable de preguntas de cultura general básica, lo que se traduce, desde un mal desempeño en cualquier área básica como comprender órdenes sencillas, hasta la brutal explotación laboral que se produce porque hay gente que no es capaz de entender lo que dice un contrato o de darse por enterada de que hay leyes laborales que los defienden.

Estamos completamente en que el chancho está mal pelado, pero también un poco de autocrítica respecto de nuestros procesos formativos, porque a parte de estar involucradas las políticas estatales, un establecimiento y los profesores, también estamos nosotros en una silla decidiendo qué hacer con lo poco que nos entregan.

Lamentablemente, para gran parte de ese porcentaje de alumnos que no alcanzó los 475 puntos, la repartija fue mala no solo en educación sino también en el tipo de viviendas, en la alimentación que reciben, en la atención de salud, y hasta en la ingesta o no de Cebión 1000 en vez de la vulgar vitamina C para el invierno, porque si bien, somos parte activa de nuestros procesos, tampoco somos los únicos responsables como nos quiere hacer creer el sistema mientras nos grita que somos unos vagos o unos delincuentes o casi unas prostitutas porque nos patina la /Ch/, porque nuestros nombres son en espanglish como Bairon o Chirli o porque vivimos en una comuna como La Cisterna, La Pintana, Lo Prado, Pudahuel, El Bosque, Renca, Conchalí, Lo espejo, Pedro Aguirre Cerda o San Ramón.

No somos tampoco responsables de vivir en comunas regionales que quedan donde el diablo perdió el poncho, ni de haber ido a una escuelita rural en donde con suerte llegábamos.

No somos responsables de que nos vendieran la pom’á de que podíamos acceder a una opción que nunca estuvo realmente a nuestro alcance.

Menos aún cuando tenemos 17 o 18 años y tenemos las preocupaciones y el conocimiento de vida que un niño de Las Condes no va a tener jamás, como lo es el hambre o vivir en una familia monoparental con una abuela analfabeta porque tu mamá es pastabasera y tu papá está preso. O que no puede estudiar en paz, porque hay una gotera el el techo y los piojos no dejan de picar.

Para terminar

Lo que quiero decir es que no tenemos que comprar la gratuidad como la panacea del asunto. Es fundamental que exista. Es necesario 100% y no está en cuestión el que exista y lo fundamental que es como derecho y no debemos hacer eco de la estupidez de que «se está financiando a los más ricos» porque TODOS tenemos derecho a recibir educación y de la misma calidad.

Si la educación es gratuita completamente, entonces y sólo entonces habrá mayor transversalidad y mayor acceso real de las personas con menos recursos. Porque los más ricos se autosegregan y se aíslan para evitar mezclarse con la chusma.

Ya lo podemos ver en los apellidos de la casta política. Una Bachelet fue compañera de juegos de una Matthei y los padres de ambas eran generales de la Fach, que participaron de forma activa en la política del país (uno con Allende y el otro con Pinochet). En la política hay padres, esposos, hijos, primos, nietos y más parentescos que se entrelazan con el mundo empresarial y es así como tenemos que a penas un 2,9% de la población se concentra en 7 comunas y sus hijos en edad escolar, en un 70%, están en colegios privados.

Entonces, es justamente por eso que la educación debe ser gratis PARA TODOS. Y cuando dicen que no se debe subvencionar a los más ricos, es porque les importa un cuerno pagar. Para ellos es un peíto de rana un arancel de 500 lukas, porque la plata no es problema. Lo verdaderamente importante es que quieren seguir pagando porque eso es una barrera, una especie de colador para garantizar que los lazos y las redes de contacto no se vayan «ensuciando».

Aclarado lo anterior y partiendo de la premisa de que la gratuidad en la educación va a ser una realidad, tengo que decir que no hay que ser tan optimistas como para creer que se va a solucionar algo con ello. Por el contrario, van a relucir y a quedar en evidencia otros problemas anteriores al proceso educativo, ya que a través de las estadísticas que hemos visto podemos darnos cuenta de que la gente del segmento más vulnerable ni siquiera tiene el puntaje para acceder a la educación superior y eso es porque ni siquiera tiene las condiciones mínimas de vida para desarrollarse educacionalmente.

Con esto de la gratuidad en la educación, se está dando un gran paso. Necesario.

Y aunque no se por qué, aunque quizás se deba a que sorprende que al fin se haya legislado (aunque la derecha haya hecho lo imposible porque no fuera así) por algo que nos beneficie, se agradece.

Todo gran viaje comienza con un primer paso. La educación gartuita es eso, un primer paso y quizás el más importante por lo mismo, pero no es el viaje completo. La educación es acceso, es identidad y es poder. Es constitución de cultura y nos alegra que a nuestra identidad se esté sumando una multiculturalidad que nos enriquece gracias a los inmigrantes. Están pasando cosas importantes que, sin duda pueden estar incompletas y son perfectibles; sin embargo, eso no es todo.

Este fin de año hay muchos chicos que salieron de 4° medio y acaban de corroborar que el mundo no es para ellos, que tendrán una vida de sacrificios en el mejor de los casos, si es que no van por lo que «se espera de ellos» porque es lo que ha estereotipado la televisión a través de programas como «En su Propia Trampa» o «Alerta Máxima».

Y como mensaje final me gustaría referirme a los chicos que no quedaron en la U:

Es verdad eso de «El Baile de los que sobran» y de que nos prometieron cosas que no se iban a cumplir jamás, pero eso no es determinante en ningún caso de quién eres y de hacia dónde vas. Hay gente que estudió años y son unos desgraciados malnacidos. Hay otros que también estudiaron años y están igualmente cesantes porque no se la pueden con la vida y más encima cargan una deuda del sistema anterior que los tiene re cagados. Hay otros que no estudiaron o que no terminaron y que decidieron hacer algo: un negocio, desarrollaron un arte, se dedicaron a inventar cosas, etc.

Hoy, más que nunca, el acceso a la información está al alcance de la mano y cuando te das cuenta de que un celular sirve para mucho más que para colgar fotos en el instagram, entonces el mundo está igualmente a tu disposición. Hay tutoriales en youtube de todo lo que te puedas imaginar. Hay estudios gratuitos en Coursera  donde participan las mejores universidades. Hay preuniversitarios on line para que te des una segunda oportunidad y puedes darte cuantas oportunidades quieras porque en la vida nada está escrito en piedra.

La decisión de ser o no un «sacowea»hoy más que nunca es tuya. La academia en Chile está de capa caída de todas formas, porque hoy los chicos cuestionan más que nunca la veracidad de lo que dicen sus profesores gracias al acceso al conocimiento que nos provee internet y entonces, contra todos los designios, puedes terminar desempeñándote en lo que tú quieras según tus intereses, si estos son reales. Finalmente, lo que sea que quieras estudiar, te va a requerir estudio perpetuo si quieres ser realmente buen@. Más te vale entonces comenzar ahora.

El mundo no se acabó. Sólo pasó que a otros enseñaron secretos que a ti no y a otros dieron de verdad esa cosa llamada educación. 

El resto, lo decides tú.

Mucha suerte.

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