Miradas Migrantes: el taller que motivó a niñas y niños extranjeros a fotografiar su realidad

A través de un proyecto Fondart, el fotógrafo Víctor y el antropólogo Gabriel Ruete iniciaron un taller para estudiantes extranjeros de la comuna de Recoleta, que busca dar a conocer sus procesos de inclusión en Chile mediante el uso de la fotografía.

«Miradas Migrantes» es el nombre del espacio, que nace desde el complemento de la fotografía y la antropología. «Nos dimos cuenta del potencial que podría tener la utilización de la visualidad para trabajar y reforzar conceptos culturales», cuenta Ruete, agregando que se percataron de que el sistema educacional chileno no está capacitado para lograr una inclusión desde las diferencias de los niños y niñas que desde hace una década han aumentado considerablemente su presencia en nuestro país.

«Recoleta es una de las comunas con más inmigrantes de Santiago y destaca por su diversidad en procedencias. Aquí conviven peruanos, haitianas, bolivianos, colombianas, dominicanos, venezolanas, palestinos, entre otras, es realmente un territorio de intercambio cultural, por ende de mucha riqueza y potencial. Es en este contexto que surge la idea de trabajar con estudiantes de diferentes nacionalidades utilizando el ejercicio fotográfico como una posibilidad para reflexionar, poner en valor, y reafirmar las diversas identidades. Algo que dentro de la rigidez curricular de la educación, ha quedado relegado», argumenta.

El taller de foto-relatos se inició en marzo y terminó en junio. A través de técnicas fotográficas y de narración aprendidas, los y las estudiantes pudieron profundizar en sus inquietudes e intereses. Para los organizadores de la instancia, la imagen ha sido el lenguaje por el excelencia de la cultura occidental y la fotografía, en sus dos siglos de existencia, ha tomado un rol fundamental al ser asociada masivamente como un documento de la realidad.

Así lo explica Víctor Anacona: «Ha sido el medio perfecto para cimentar las construcciones publicitarias que alteran cotidianamente nuestras conciencias. De este modo se ha vuelto una necesidad «alfabetizar visualmente» a las comunidades, es decir, transmitirles las herramientas que les permitan descifrar o interpretar los códigos visuales claves, para empoderarse a la hora de leer una imagen fotográfica«.

En el caso de los niños y niñas extranjeros, bajo su condición de sujetos transitorios, la alfabetización visual junto a la entrega de una cámara fotográfica ha sido fundamental como herramienta exploratoria de su entorno cotidiano. «Al dirigir la mirada desde el lente, les permitió enfrentarse a su realidad desde otra perspectiva», agrega el fotógrafo.

ESTE JUEVES LANZARÁN LIBRO DE FOTO-RELATOS

Durante el proceso, sin embargo, no bastaba con que los estudiantes fueran consumidores de imágenes. Para los impulsores del taller «Miradas Migrantes», era muy importante que ellos pudieran transformarse en autores de sus propias fotografías.

Para sus autores, los aprendizajes que la instancia dejó son numerosos, aunque aún queda mucho por hacer. Durante el taller lograron profundizar en su experiencia como niños y niñas migrantes, acercándose a sus visiones de la cultura y las raíces desde una perspectiva que pocas veces se aborda en los más diversos temas: la infancia.

En antropólogo Gabriel Ruete asegura que los niños y niñas que participaron «tienen una visión muy positiva de Chile, a la gran mayoría le gusta Santiago, y se sienten cómodos en esta escuela y en sus barrios. Algo que nos llamo la atención es que a todos les gusta la ciudad, pero siempre buscan en ella un pedazo de los paisajes que traen de sus tierras».

Durante este jueves, a las 19 horas, la potente experiencia se materializará en el lanzamiento del foto-libro Miradas Migrantes. En la instancia, que se realizará en el punto de lectura Eduardo Galeano (Avenida Recoleta #2774) también se estrenará un cortometraje del taller. La entrada es liberada.

«El libro el resultado del taller de foto-relatos que trabajamos durante todo el primer semestre, entendiendo este proceso como una experimentación de planos, puntos de vista e iluminaciones. En definitiva, distintos códigos visuales que, al sistematizarse, van configurando un lenguaje, una herramienta fundamental a la hora de proponer su propio discurso. De este modo el libro carga con una diversidad de miradas particulares, que al entramarse constituyen una mirada colectiva, en búsquedas o afirmaciones de identidades», adelanta.