Síndrome de Déficit Atencional: Trastorno llega a afectar al 15% de los escolares chilenos

Trastorno que llega a afectar al 15% de los escolares en Chile presenta un aumento en el diagnóstico en años recientes. Especialistas apuntan a una serie de factores entre los que se cuenta el estilo de vida moderno.

Por Ciudadano

05/08/2015

Publicado en

Chile / Educación

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Foto: AFP

Martín  tiene 8 años, suele jugar con su computador hasta altas horas de la noche y sus juegos preferidos son los de acción y violencia. Desconoce hábitos y horarios. Llega a clases cada mañana irritable e inquieto, casi no permanece en su asiento. No logra concentrarse en nada, mordisquea sus lápices, reacciona con impaciencia e irritabilidad frente a sus pares y -según su profesora-, parece vivir en la Luna.

En el colegio decidieron enviar a Martín donde un especialista. ¿El diagnóstico? Síndrome de Déficit Atencional (SDA). Se estima que hasta un 15% de la población en edad escolar posee esta condición en Chile, ya sea en su forma moderada o con hiperactividad (SDAH). Dificultad para seguir el ritmo de una clase y aburrimiento constante que los lleva a interrumpir el desarrollo normal de las actividades, son algunos de los síntomas más evidentes.

Cifras de la Liga Chilena contra la Epilepsia indican un alza considerable en el diagnóstico de esta condición en los últimos años: en 2013 tramitaron 270.246 prescripciones metilfenidato -el principio activo de fármacos como Ritalin, Aradix y Concerta-, un 70% más que en 2008. ¿Cuáles son las causas tras este aumento en la prevalencia?, ¿Cómo identificar esta condición?, ¿Hay sobre diagnóstico?

Primeras señales

La neurosiquiatra Amanda Céspedes, directora del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación y Salud Mental del Escolar, aclara que un 12% de los niños presenta esta condición sin hiperactividad, en tanto que el 3% restante evidencia los síntomas en su forma hiperactiva. En el primer caso se trata de dificultades en las funciones cognitivas, pero no en todas, de manera tal que los niños desarrollan otras aptitudes, como la afición por el deporte, la música o el baile.

Céspedes lo grafica bien: “son los típicos chicos que toman un instrumento y sacan melodías sin que nadie les enseñe, pero cuando se les obliga a estudiar un partitura, les resulta imposible. Son inquietos pero no hiperactivos, más bien inquietos situacionales diría yo. Otra característica de todos ellos es que se autorregulan mal”, señala la especialista.

En el segundo caso el problema de regulación se exacerba. Hablamos de niños que son hiperactivos las 24 horas del día, desde que nacen muestran problemas como dificultad para regular ciclos de sueño, que lloran mucho y duermen poco. Esto sucede porque su cerebro reacciona constantemente a estímulos irrelevantes. Por eso actividades cotidianas, como lavarles el pelo o cortarles las uñas, llegan a ser una tortura. Otro síntoma es que desde pequeños son golpeadores, mordedores y, cuando más grandes, pegan y contestan mal. Prácticamente todos muestran el trastorno de conducta oposicionista desafiante: son ciegos a la autoridad.

Causas genéticas y ambientales

La mayoría de los niños con SDA sin hiperactividad ha heredado genes que contienen información de un desarrollo incompleto de ciertas funciones intelectuales. Amanda Céspedes explica que existe un 3% de casos en que es adquirido debido a factores externos, que actúan desde el sexto mes de embarazo en adelante. “Allí se incluye como factor importante el alcohol y la nicotina en el caso de mamás. En Chile este 3% está aumentando peligrosamente”, indica.

Céspedes apunta también a otros factores, como el embarazo no deseado. “Parte importante de estos niños son chicos con trastorno vincular, que liberaron una cantidad importante de cortisol esperando que los tomaran en brazos, que los acariciaran y en lugar eso los sacudieron. De ese modo se dañan las estructuras emocionales y se produce este efecto”.

Nancy Tello, Psicopedagoga y académica de la Universidad San Sebastián, agrega que una serie de condiciones ligadas al estilo de vida moderno ayudan también explicar el aumento en el diagnóstico. “La excesiva estimulación temprana, la desatención de adultos de apego, la falta de comunicación y desarrollo del lenguaje, así como niños que pasan horas solos en casa y buscan diversión en aparatos electrónicos que exceden los estímulos necesarios y los dejan sobreexcitados”, enumera Tello.

Cómo se enfrenta el trastorno

Los fármacos utilizados para tratar el déficit atencional apuntan a regular esta sobre estimulación regulando la llamada “función ejecutiva”, una capacidad radicada en la corteza prefrontal, el área que actúa como “gerente general” de nuestro cerebro. Es allí donde se coordina el complejo entramado que genera la toma de decisiones, que exalta o inhibe nuestros impulsos.

Amanda Céspedes dice que estas funciones se sustentan en la actividad de varios circuitos cerebrales, cuya maduración se inicia a partir de los cuatro o cinco años y que culmina al término de la adolescencia. “Estos circuitos se encargan de un conjunto de procesos diseñados para conseguir un objetivo, que es la realización exitosa de una tarea intelectual o social, especialmente en situaciones no rutinarias”, dice la neurosiquiatra.

Para mejorar esta función se requiere actuar directo sobre la química del cerebro, regulando la acción de hormonas como la dopamina –la hormona de la recompensa y la sensación de placer-, cuyo déficit ha sido vinculado en estudios científicos como una de las causas del déficit atencional. Dicho de otro modo, sin la adecuada presencia de esta hormona, el “gerente” necesita más estímulos para sentir que lo está haciendo bien.

¿El mito de la adicción?

Pero el empleo de estos medicamentos que actúan sobre la química cerebral tiene seguidores y detractores. Incluso se ha llegado a afirmar que producirían adicción. La neurosiquiatra Amanda Céspedes, lo desmiente tajante: “hay investigaciones clave que permiten afirmar que no es así, pero además hay un hecho que lo muestra: el niño termina las clases en diciembre, tira lejos el medicamento y nunca más se acuerda. Si fuera adictivo andaría desesperado buscándolo, tendría síntomas de privación”, afirma.

En su opinión, se trata más bien de un mito. “Muchos niños no lo toman ni sábado, ni domingo y no pasa nada. Es muy mínima la dosis para generar adicción. A ningún médico con conciencia le gusta dar Ritalin, yo lo doy cuando el niño está haciendo agua en el colegio y cuando está escribiendo la crónica de un fracaso escolar”, precisa.

En el otro extremo, sin embargo, existen algunos efectos indeseados que subrayan la importancia de evaluar su uso en cada caso, como niños que se tornan demasiado rígidos o que a veces casi no hablan. “Si bien es cierto que en buenas manos el fármaco hace maravillas, también es muy importante el respeto hacia el niño: es mejor que llegue con 3 anotaciones negativas del colegio a que se transforme en un zombie”, indica Céspedes.

Los especialistas coinciden en que la mejor estrategia es el diagnóstico oportuno. Idealmente a los 2 ó 3 años y acompañado de una terapia intensiva de integración sensorial, lo que ayuda muchísimo a que estos niños lleguen regulados a primero básico.

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Fuentes:

Dra. Amanda Céspedes, Directora del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación y Salud Mental del Escolar.

Carolina Salamé, Psicopedagoga, Universidad Mayor, Diplomada en Déficit Atencional.

Sandra Márquez, Directora de Psicopedagogía, Facultad de Educación U. Mayor.

Nancy Tello, Psicopedagoga, académica Universidad San Sebastián.

Revista Médica de Chile

Liga Chilena contra la Epilepsia

Vía: http://www.explora.cl/

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