Conversa sobre la violación de los derechos a la niñez mapuche

Abogada Natividad Llanquileo por violencia contra niños mapuche: “Quien comete una acción de ese tipo tiene que estar muy mal”

El ataque a la escuela de Temucuicui vislumbró nuevamente el actuar de Carabineros en las comunidades mapuche. Esta vez, los uniformados atacaron a personas que ni siquiera se podían defender: a menores. En esta entrevista con El Ciudadano, la abogada aborda distintos temas que se producen antes y después de hechos como este.

Por Daniel Labbé Yáñez

16/08/2017

Publicado en

Chile / Entrevistas / Portada / Pueblos

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Foto. Archivo Radio y Diario U. de Chile

Tenía 27 años cuando fue vocera de los presos políticos mapuche que sostuvieron una extensa y dramática huelga de hambre en 2011; hace pocos días cumplió 33. Actualmente, Natividad Llanquileo integra el Centro de Investigación y Defensa Sur (CIDSUR), equipo jurídico dedicado a la orientación y defensa a menores y adultos acusados de delitos asociados a la protesta social.

En esta oportunidad, la abogada habla, en particular, acerca del ataque perpetrado por Carabineros de Chile a una escuela en Temucuicui; y en general, acerca de la violencia que sufren los niños pertenecientes a este pueblo ancestral.

 

¿Usted o alguno de sus hermanos tuvo experiencias de violencia policial?

Mis papás nos contaban que en dictadura ellos siempre pelearon por recuperar sus tierras. Eso siempre implicó violencia hacia todas las personas que participaban de estos procesos. Llegada la democracia, algunos se dieron por satisfechos con que la dictadura ya no existiera, pero para el pueblo mapuche sigue existiendo el problema de las tierras. Por lo tanto deben continuar con el movimiento.

En dictadura usted era una niña…

Nací el 84 así que tenía un par de años. Solo recuerdo cuando salió como presidente Patricio Aylwin, donde la gente se alegró mucho con ese suceso, creyendo que las cosas iban a cambiar. Luego la gente se dio cuenta de que las cosas no iban a cambiar, por lo que se decidió continuar con este proceso de recuperación de tierras. Es ahí donde vino la represión. Detrás de la gente que se moviliza viene la fuerza policial que te ataca, que allana las casas y comunidades. Eso es chocante para un niño.

¿Recuerda en su comunidad algún episodio con Carabineros?

Todos los allanamientos son súper chocantes. No me gusta mucho el tema de volver a esos sucesos, porque no han sido tratados en el tiempo, y una tiene que aprender a vivir con estas cosas. Yo no lo viví solo una vez. Son muchas situaciones que se vivieron. Ya después, cuando empieza la situación de la Hacienda Lleu-Lleu y todo eso, se recrudecen aún más los allanamientos y empezaron a caer los detenidos. También lo de Cerro Alto, en el 97 ó 98. Son sucesos en que la violencia policial se vuelve mucho más frecuente.

¿Le tocó ver o escuchar a un amigo suyo que haya sido torturado por Carabineros?

Cada uno había enfrentado la situación con su familia. Me tocó ver a algunos niños apuntados. Eso se supera aparentemente así nomás. Eso sería importante para la sociedad chilena, eso de tener algo posterior a todo esto, cosa que no se ha dado. Va quedando en el olvido, como todos los sucesos de la vida. No se habla y fue nomás; es súper fuerte decirlo pero son temas de los cuales nunca más se volvió a hablar.

No existe reparación ni nada…

Claro. A veces, muchas de las personas que han vivido todos estos procesos hoy en día siguen en lo mismo. Tampoco es que vaya a cambiar su mentalidad si es que les pasa algo. Yo creo que ese debe ser el objetivo, por eso los golpes son tan duros. La gente que he visto no va a cambiar su forma de pensar por un golpe más o un golpe menos. Es de esperar que esto no siga pasando y se asuma con la responsabilidad con la que se tiene que asumir. El que tiene las herramientas es el Estado.

LA ABOGADA

¿Usted ha participado en casos de violencia infantil?

Sí, como abogada. Es un tema súper frecuente. Una se encuentra con la situación de que las personas no quieren denunciar estos casos. ¿Por qué pasa? Finalmente, aunque los tribunales fallen a favor de las personas a las cuales se les ha presentado algún recurso de amparo, las situaciones siguen ocurriendo. Generalmente el mapuche tiende a guardar sus problemas dentro de la casa. Y nos cuesta externalizar nuestras situaciones más emocionales. También hay desconfianza por quien es el órgano persecutor. En este caso, cuando se trata de víctimas, es el Ministerio Público el que debe investigar. Por lo tanto, hay mucha desconfianza, porque en la mayoría de los casos, cuando se hacen querellas de este tipo, muchos de los familiares están siendo investigados o imputados por el Ministerio Público. Así es súper complejo que la gente confíe en el sistema; especialmente en el Ministerio Público.

¿Hay algún fallo que haya castigado al Estado?

{destacado-1} En el caso mapuche la única sentencia que hay es la del caso de los lonkos (NdR: condena al Estado de Chile por aplicar la ley antiterrorista contra dirigentes mapuche, informada en 2014)

¿Respecto a la infancia no ha pasado nada?

Más allá de lo que está establecido a nivel general, no hay algo específico. De repente reaccionamos frente a situaciones particulares nomás y se nos empiezan a olvidar las cosas. No hay un trabajo con continuidad. Eso también tiene que ver con la falta de tiempo. Una igual está bien atareada con otras situaciones. Como te decía, la mayoría de los casos de los niños a los que se les han vulnerado sus derechos, sus familiares están en calidad de imputados, y muchos están en prisión preventiva, entonces una está respondiendo más a la prisión preventiva o peleando en estos casos. Producto de estas mismas situaciones, donde se buscan a personas que están siendo investigadas, se provocan estas vulneraciones de los derechos de los niños. Lo que significan los golpes, el maltrato físico y sicológico. El sicológico a veces termina siendo mucho más duro que el físico.

¿En qué consiste el maltrato sicológico?

Cuando te dicen tu papá es un terrorista, tu papá es un delincuente, indio tal por cual, o sacadas de madre por montones. Hoy en día se crearon estas denominadas “patrullas étnicas”, y eso hace más macabro el tema, porque finalmente se sabe que las personas que te vienen a golpear o a insultar fueron criadas en las comunidades o en las poblaciones. Es súper paradójico. De repente solo el carabinero que está al mando no es mapuche, y el resto todos los son.

¿No hay fallos en la justicia chilena a favor de los niños?

Ahora en la Corte de Apelaciones hay dos o tres fallos, que han acogido los recursos y que le han pedido a Carabineros que actúe bajo los protocolos que ellos tienen, que no se puede allanar cerca de la escuela. Sin embargo, igual va a suceder. Además, se presentan recursos de amparo con niños específicos, tampoco es en general, porque a lo mejor no podría ser. Si bien es cierto que los han acogido, también juega un rol importante el Ministerio del Interior. Esas personas que hoy día están gobernando no están respondiendo a los tratados que ellos mismos han firmado.

¿Qué tipos de tratados?

El mismo Convenio 169, que no señala situaciones específicas hacia los niños, pero también señala que deben ser tratados de una forma distinta, de acuerdo a sus tradiciones, a sus costumbres, cosa que no pasa. Pasa también que los fiscales que están a cargo de estos casos se preparan para perseguir delincuentes. Esa es su formación. También es cierto que tienen su facilitador intercultural –que pesa menos que un candy– pero no se preparan para enfrentar situaciones de este tipo. Generalmente los fiscales que hacen persecuciones en estos casos son fiscales de alta complejidad, que trabajan con temas de droga y otros tipos de delitos. Cuando van a allanar una comunidad, creen que van a allanar otro tipo de lugares.

 LA IGNORANCIA

¿Cómo puede entender una persona común y corriente, que cuando sufre un robo llama a Carabineros, que en un lugar donde estudian niños estos mismos lancen bombas lacrimógenas, como ocurrió en Temucuicui?

Creo que es súper difícil explicarle a alguien que está desde la comodidad de su casa. Vivimos en un país tan desigual que finalmente tiene que ver con la falta de información de las personas. De repente entran a cuestionar y a opinar sin saber nada. Primero, es súper complejo entender que personas que han sido parte de las comunidades, o vulnerables en las poblaciones, cambien. Creo que se perdió eso de ponerse en el lugar del otro. Son niños. Hay mucha gente que justifica diciendo no, es que sus papás son así, sus papás son allá, pero son niños que no tienen por qué pasar por las situaciones que pasan, pudiendo evitarse. Además, en un colegio al lado de una posta, como lo que sucedió en Temucuicui, al lado de un jardín infantil, me parece una acción de bastante cobarde. Creo que quien comete una acción de ese tipo tiene que estar muy mal. También son cosas que una persona se puede cuestionar. No entiendo cómo hay mucha gente que tiende a justificar estas cosas.

La tienden a justificar a partir de otras cosas que no tienen nada de asidero…

Aparte, no me imagino las mismas reacciones si fuera en otro colegio. Si fuera en Vitacura, en Las Condes, la reacción no sería la misma. Ahí todos habrían salido a la calle a gritar qué es lo que está pasando. Entonces tiene que ver con ese racismo que todavía está internalizado en la sociedad chilena, y ese clasismo… si ser mapuche también significa ser pobre en términos económicos. Eso de mirar al mapuche como inferior sigue internalizado.

¿Eso está en el imaginario colectivo?

{destacado-2} Sí, y es sumamente peligroso. La gente tiene que razonar. Tiene que ver con un tema de educación. Nos han enseñado tan mal la historia en este país que finalmente la gente se termina creyendo cualquier cosa. Cuando yo estudiaba, los mapuches era el kultrún y bailaban de una forma, eso nomás. No había historia de dónde habitaban, o cuál era el territorio que ocupaban, ni nada de esas cosas; menos que seguían vivos. Estando una en las mismas clases ignoraban nuestra existencia. Además, la mayoría de los niños con los que se compartían eran mapuches también. Y la gente que llega a conquistar no es gente de trigos muy limpios, no sé qué tanto orgullo pueden sentir por ellos. Por último, la mayoría del país, y especialmente la clase trabajadora, tiene sangre mapuche por alguna parte.

Eso yo creo que es algo seguro…

Sí, entonces de repente te encuentras con gente que te discrimina y te mira así como si una fuera un bicho raro. Y una lo mira y dice oye, de dónde saliste, si tenís más cara de mapuche que yo. Es bien rara la dinámica que se da. Esta región, la de La Araucanía, es donde más se muestra el racismo y el clasismo; está a flor de piel de las personas.

EL ORGULLO DE SER MAPUCHE

¿Qué le dicen a usted los niños de las comunidades?

Afortunadamente las cosas han ido cambiando. Hace diez años atrás la gente se sentía muy discriminada y, por lo tanto, también desconocía quién era. A algunos le preguntaban oye, tú, ¿eres mapuche?, y la otra persona decía no. A medida que ha ido saliendo este tema a la luz pública –porque tampoco los medios estaban de nuestro lado– y a medida que los jóvenes se han ido interesando, las formaciones son distintas. Hoy encontramos a niños que han sido golpeados pero, a pesar de eso, siguen siendo niños y se sienten orgullosos de quienes son.

 Ese cambio no ha sido incentivado por el Estado…

No, claro que no. Ha venido de diferentes lados. De las movilizaciones o de los grupos que se dedican a la recuperación de los territorios, como también de los que se han dedicado a los temas de la educación, al tema de salud, y especialmente a quienes hoy en día están recuperando lo que es el tema cultural y el idioma. De alguna forma, las personas que hoy en día se identifican como mapuche han hecho un aporte importante hacia el futuro.

¿Cuáles son los efectos que hay en los niños que han sido violentados por el Estado?

Lo que uno puede ver, a simple vista, es que empiezan a jugar al paco y al mapuche. Comúnmente se llama así. Es una dinámica bien fuerte cuando se ve desde afuera, cuando deja de estar tanto tiempo en la comunidad. Es terrible decirlo pero a veces se vuelve algo normal. Es parte dé.

¿En qué consiste ese juego?

Especialmente con el tema del allanamiento, donde vienen los carabineros con sus armas, apuntan a los niños, a las personas, y por otro lado está el niño mapuche que arranca de eso.

Foto: La Tercera

Se lo toman con humor…

Por eso te decía. Es terrible decirlo, es terrible que pase, pero de repente se van normalizando ciertas situaciones. Es parte de vivir en la comunidad, especialmente las que se movilizan, porque hay otras comunidades que están rodeadas de forestales, sin agua, y que no hacen nada y a esos niños no les pasa nada más que vivir sin agua, que es súper violento también, pero es otro tipo de violencia. En la situación de Brandon [Hernández Huentecol], por ejemplo, una persona que llega desde la ciudad y que nunca ha estado involucrado en un proceso de recuperación de tierras, sin embargo, igual le toca vivir una situación de violencia extrema. A veces uno escucha de otros lados que dicen que aquí el que se la busca es al que le tocan las cosas; algunos tratan de justificar. Pero aquí a cualquiera le puede pasar. Cualquier comunidad, cualquier mapuche, cualquier niño se puede ver afectado por un actuar de Carabineros, que son súper desmedidos. Hay que estar fuera de sí para llegar a hacer una cosa como la que se hace cuando van a allanar. Y ni siquiera allanamientos; a veces porque les tincó hacer un control de identidad y fue.

¿Cuándo el niño sabe que los Carabineros van a ser parte de su dinámica de vida?

Pasa cuando las comunidades empiezan a reivindicar sus derechos a la tierra, al agua. En esos momentos, cuando la gente decide movilizarse, es que vienen los allanamientos y todo lo demás.

Carabineros ha asegurado en algún momento que se usan a niños mapuche como escudo. ¿Qué opina de este tipo de afirmaciones?

Eso es un pensamiento bastante retrógrado. Una persona que piense así le pregunto: ¿Pondría a su hijo de escudo? Me imagino que no. ¿Entonces por qué cree que el otro lo va a poner de escudo? Cero empatía. De repente se nos piden tantas explicaciones, cuando en realidad no se mira hacia dentro; no es que el pueblo chileno funcione tan bien. Son culturas distintas. No es entender, es respetar que el pueblo mapuche se construye y está hecho en comunidad. El hecho de resguardar a sus niños tiene que ver con una enseñanza. Es parte de la formación. Yo al niño no lo puedo mantener en una burbuja. Esta es la realidad. No es poner de escudo, sino que es parte de la cultura y de la familia. En el caso mapuche los ancianos, por ejemplo, siguen siendo figuras muy importantes dentro de las casas. Mientras más abuelito se llega alguien es mejor para un mapuche. Tiene mucho más conocimiento, es más valorado.

Entrevista publicada en la edición n° 214 de la revista El Ciudadano.

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