Sobre la votación del proyecto de ley para legalizar el autocultivo de cannabis

Ana María Gazmuri: “En Chile hoy en día el autocultivo es legal”

Ana María Gazmuri, presidenta de la Fundación Daya, que elabora terapias naturales, ha sido una activa impulsora del autocultivo y de la legalización del consumo de cannabis por motivos medicinales, rituales y recreacionales. Tras ver el rápido avance del proyecto de ley que consagra estos derechos, estima que se observa una maduración de nuestra sociedad, “de que Chile sí esta listo para avanzar en materia de derechos y libertades, hacia una política de drogas responsable”.

Por Marta Ubeda

21/08/2015

Publicado en

Chile / Entrevistas / Portada / Salud

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The president of the Daya Foundation, a local non-profit organization, Ana Maria Gazmuri, shows a cannabis plant at a lab in Santiago on April 7, 2015. Chile's congressional health committee approved a bill Monday that would legalize the cultivation of marijuana for private recreational or medicinal use, sending it to the floor for a full debate. The bill would take marijuana off the list of hard drugs in the socially conservative country and make it a soft drug like alcohol. It would allow people over the age of 18 to grow up to six cannabis plants for their own use, or for use by minors if they are patients using the substance as part of a prescribed treatment regimen.   AFP PHOTO / MARTIN BERNETTI

AFP PHOTO / MARTIN BERNETTI

La actriz y presidenta de la Fundación Daya, Ana María Gazmuri, analiza la votación del proyecto de ley que prevé la legalización del autocultivo de cannabis. Con 68 votos a favor, 39 en contra y cinco abstenciones, la Cámara de los Diputados aprobó legislar el proyecto de ley que prevé la modificación del Código Sanitario y de la Ley 20.000 con el objetivo de legalizar el autocultivo de cannabis para el consumo privado y medicinal.

¿Qué te pareció que Cámara de Diputados votara a favor de este proyecto de ley?

Fue una sorpresa en el sentido de que la aprobación fue abrumadora, incluso más de lo que yo pensaba. Me pone muy contenta y como fundación nos sentimos muy contentos con esta situación. Fue un día histórico en el que la Cámara recogió un proyecto que surgió de las movilizaciones y las opiniones de agrupaciones que trabajan seriamente en el tema para avanzar hacia una política de drogas responsable.

¿Qué te parecieron los discursos de los diputados que defendieron el proyecto?

Nos sentimos muy contentos de escuchar el nivel de las exposiciones que hubo en la Cámara. Se agradece que nuestros parlamentarios logren entrar con seriedad en un tema que muchas veces es tratado de manera banal, sin entrar en la profundidad de todas las implicaciones sociales que tiene esta temática. Escuchamos a muchos diputados exponer y explicar las razones de su apoyo a este proyecto de ley y la contundencia de esas argumentaciones fue muy esperanzadora. Nos dimos cuenta de que se ha llegado a una comprensión cabal de cuál es la problemática. Ha habido una profundización en la mirada.

¿Destacarías alguna de las intervenciones?

Hubo discursos muy interesantes, como el de Amplitud, que todos sabemos que es conservadora, pero hubo contundencia en su opinión, en su mirada. Giorgio Jackson dio también un buen discurso. Hay que destacar el trabajo comprometido de las diputadas Karol Cariola y Karla Rubilar, así como el de los diputados Antonio Ñúñez yVlado Mirosevic, que han estado llevando con mucha seriedad el tema. Pero la verdad es que sería injusto señalar a uno sobre otro porque hubo muchos discursos muy contundentes.

¿Y los discursos de quienes votaron en contra del proyecto?

Venían súper pauteados, eran todos iguales, basados en falacias, en declaraciones y argumentos que claramente hace mucho rato fueron desechados. Incluso sacaron varias carcajadas entre el público asistente porque las razones que daban eran ridículas y muy pauteadas. Toda la argumentación de la UDI fue exactamente igual, con el mismo argumento bastante engañoso. Desde el ámbito objetivo de la ciencia, de los estudios, se sabe que esas argumentaciones son falacias.

Sabemos además de diputados que son usuarios y, claro, entendemos que en la votación estuvieron entre la orden de partido y su propia intención de voto. Finalmente optaron por la abstención. Esto nos muestra que en el fondo hubieran querido votar de manera positiva.

¿Qué fue lo peor que escuchaste durante el debate en la Cámara?

Lo peor es escuchar las mentiras, el terror y la desinformación. A mí como ciudadana las mentiras me dejan en shock. Mentiras como, por ejemplo, que la evidencia científica acerca del uso medicinal del cannabis es muy modesta. Hoy día yo puedo decir con toda seguridad que cualquiera que afirme esto está mintiendo descaradamente. Existen suficientes evidencias de primera línea y suficientemente contundentes para afirmar que el potencial terapéutico del cannabis es de una altísima utilidad para el ser humano, y el que diga lo contrario está faltando a la verdad.

¿Qué hizo posible que la Cámara votara a favor del proyecto?

Chile como país está muy avanzado. Es realmente interesante lo que pasó en la Cámara. Nos habla de una maduración de nuestra sociedad, de que Chile sí esta listo para avanzar en materia de derechos y libertades, hacia una política de drogas responsable. Se está produciendo un despertar ciudadano en esta materia y en otras. La ciudadanía ha empezado a tomar conciencia de que efectivamente teniendo más información, estando más enterada, puede empoderarse de mejor manera y dirigir sus derechos.

Autocultivo cannabis

¿Cuál es la situación legal del cannabis actualmente en Chile?

Es bien interesante entrar en ese ámbito. Dicen que este proyecto viene a despenalizar el consumo, pero en Chile el consumo está despenalizado hace mucho. Por lógica pensamos que los actos preparatorios para este consumo personal que está permitido, deben también estar permitidos. Eso es lo que determinó la Corte Suprema en un fallo del 4 de julio en el caso de Paulina González, una psicóloga que había sido condenada por cultivo pero que fue sobreseída bajo esta mirada. Cuando es un cultivo efectuado para tu uso personal, aunque sea en colectivo, es legal dentro de lo que es la Ley 20.000 hoy día. Eso es importante tenerlo claro.

Como fundación estamos proclamando eso: en Chile el autocultivo es legal hoy día. Lo que viene a hacer este proyecto de ley es definir y enmarcar más esta legalidad para que no quede a disposición de un juez determinar si es personal o no el cultivo de cannabis. Esta ley determina hasta qué cantidad es considerada consumo personal. Es necesario definirlo, porque es ahí, en esa línea, donde se produce la vulneración de derechos.

Uno de los argumentos más utilizados por los diputados opuestos al proyecto es que las cantidades son muy elevadas, ¿Tienen razón?

Los que dicen que dos plantas es mucho para uso personal lo dicen desde el absoluto desconocimiento de lo que es el mundo del usuario y sus necesidades, ya sea para uso medicinal o espiritual o recreativo. Lo que propone este proyecto es un máximo de seis plantas por hogar o un metro cuadrado de cultivo de interior; un porte máximo de 10 gramos y una tenencia de 500 gramos por hogar. Partir de esa cantidad es una base que permite empezar a tener cierta tranquilidad.

Es interesante ver que el proyecto deja la puerta abierta para que si un usuario medicinal necesita más cantidad pueda pedir una ampliación. La dosificación de los tratamientos medicinales es muy personal. Nosotros nos dedicamos a eso por tanto lo tenemos muy claro. Hay pacientes que con 30 gramos mensuales tienen suficiente para preparar su extracto, pero otros pacientes necesitan 100 gramos. No tiene que ver con la patología, el peso o la edad; es algo personal.

¿El consumo de marihuana abre la puerta al consumo de otras drogas?

Eso está desacreditado en el mundo entero. Lo reconoció como autoridad técnica la que era directora del Senda durante el mandato Piñera. Dijo que no existía ningún estudio nacional ni internacional que avalara la teoría de la puerta de entrada. Ella también dejó listo el decreto para bajar la cannabis de la lista 1 a la 2 con información técnica que justificaba que no correspondía seguir calificando la cannabis como droga dura. El problema fue que faltó la firma presidencial porque sucedió al final del mandato. Ese informe curiosamente hoy día está desaparecido.

La mayoría de los parlamentarios que votaron en contra hablaron de que el proyecto de ley afectaría a los jóvenes de las poblaciones más vulnerables. ¿Están en lo cierto?

Es todo lo contrario. Hoy día esa población está más afectada porque está consumiendo sustancias de pésima calidad, se está entregando además al narcotráfico y en el contacto con el traficante está el acceso a otras drogas más adictivas. La actual situación imposibilita al mundo menos acomodado a acceder al autocultivo y lo empuja a vincularse con el narcotráfico y a consumir una sustancia que es mucho más tóxica que si la cultivaran en sus casas. La ley actual justamente vulnera a los que están es una situación más carencial.

¿En qué paso del procedimiento legislativo se encuentra el proyecto de ley en estos momentos?

La Comisión de Salud tiene que volver a reunirse para revisar las indicaciones del proyecto. De ahí vuelve a la Sala para ser votado de nuevo y, si lo aprueban, pasa a la Comisión de Salud del Senado. Hay que tener claro que queda un largo camino para precisar todas estas indicaciones del proyecto de ley, pero hoy en día es legal cultivar tu propia planta de cannabis. A pesar de eso sabemos diariamente de casos de dramáticas vulneraciones de los derechos porque se aplican mal las leyes. Son miles las familias que han visto su vida traumatizada por tener una planta en su jardín. Si al menos la mala ley que tenemos hoy día se aplicara correctamente, ya solucionaríamos muchos problemas.

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¿Qué indicaciones quiere revisar la Comisión de Salud?

La diputada Rubilar repuso durante la sesión de la Cámara tres indicaciones que se habían perdido y que me parece que es muy relevante que se hayan repuesto, La primera tiene que ver con que la ley prevé que el consumo tiene que ser ejercido en ámbitos privados; ni siquiera es posible en lugares privados de uso público. Eso está muy bien salvo para usuarios medicinales. La segunda indicación es eliminar las listas negras de los abogados. Hoy día un abogado que defiende a un acusado por ley de drogas no puede trabajar en ninguna institución pública. El 70% de las acusaciones por droga hoy día son por uso propio; entonces ¿por qué vamos a impedir a quien han vulnerado sus derechos tener una buena defensa? La tercera indicación es reponer las asociaciones de cultivo. No podemos pensar que el autocultivo personal va a ser la única vía capaz de solucionar todo el acceso porque no siempre están las condiciones en el hogar para el cultivo que requiere, además, tiempo y trabajo. Tenemos que facilitar que diferentes usuarios se agrupen y ejerzan ese derecho comunitariamente en un terreno sin ningún fin de lucro para asegurar que los miembros de esa asociación puedan acceder de manera segura y protegida a un producto de calidad. En los casos de uso medicinal, la calidad del producto es muy importante.

¿Qué posición tiene el Ejecutivo en este debate por la despenalización del autocultivo?

Ha estado ausente en el debate, pero más que ausencia vemos una contradicción tremenda. Por un lado, la presidenta nos ha dicho claramente que en Chile el problema no es el consumo personal ni medicinal, en Chile el problema que tenemos es el narcotráfico. Por otro lado, tenemos un director de servicios que dice que el problema de Chile no es el narcotráfico sino el consumo. Está poniendo su agenda personal por encima de la opinión de la presidenta y del Ejecutivo. No puede ser que haya una contradicción tan directa. Aquí hay un problema.

Eres la fundadora y directora de la Fundación Daya, ¿en qué consiste vuestro trabajo?

Somos una fundación orientada a trabajar con medicinas naturales, enfocadas a tratar de ser un agente activo en la colaboracion de la disminución del sufrimiento humano. Parte de nuestra misión es colaborar en el diseño de políticas públicas centradas en promover el bienestar anímico y espiritual de las personas como el respeto de los derechos humanos. Desde esa realidad es que también nuestra fundación incide en la política de drogas general y no sólo cannabis medicinal. Aunque nuestra acción concreta con la gente es el cannabis medicinal, sentimos que velar por integrar a nuestra población debe pasar necesariamente por una política centrada en el respeto de los derecho humanos, centrada en dejar de criminalizar a la población.

Muchos médicos acuden a vosotros en busca de información y orientación para tratar a sus pacientes con cannabis. Esto no debe sentarle muy bien a las farmacéuticas, ¿no?

Imagino que no estarán muy contentas. La campaña del terror que se ha desarrollado estos días en la prensa acerca del proyecto de ley está bastante vinculado a eso, evidentemente. Hay un temor a perder el status quo que permite y protege este modelo de negocio. Hemos visto una verdadera campaña del terror y sabemos que en Chile los medios están muy coludidos en ese sentido. Estos días ha sido impresionante: los diarios publicaban la mirada más retrógrada y conservadora, muy vinculada, claro, a las cúpulas de las sociedades médicas. Pero la campaña de terror no tiene mucho efecto, porque la ciudadanía tiene algo que es mucho más valioso que eso: la experiencia directa. Es muy difícil convencer de que el consumo de cannabis no alivia el dolor a alguien que experimenta en primera persona que realmente sí lo hace. Frente a la contundencia de la experiencia, toda la campaña de terror no tiene mucho efecto.

¿Qué probabilidades crees que hay de que el proyecto de ley termine por aprobarse en el Senado?

Yo estoy esperanzada. Creo que el proyecto va a ir por un buen camino. Estoy segura que avanzaremos en la medida en que vayan comprendiendo de lo que trata el proyecto, entendiendo que ésta es la mirada hacia donde camina el mundo. No olvidemos que la OEA, la ONU y otras organizaciones internacionales han abogado por la despenalización efectiva del uso del cannabis. Caminemos en la dirección en la que está caminando el mundo frente a las graves consecuencias que tiene la guerra de las drogas.

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