Beatriz Pichi Malén, cantante mapuche argentina: «Hay que reclamar hasta el cansancio lo que por derecho nos corresponde»

Beatriz Pichi Malén viene llegando de Europa, donde cantó en Praga, Madrid y León

Beatriz Pichi Malén viene llegando de Europa, donde cantó en Praga, Madrid y León. Hoy se encuentra en Chile, para presentarse este martes en Cañete, en el marco de una actividad “casi privada”, relacionada con un grupo de profesionales internacionales que están realizando perfeccionamiento en Chile. Ahí pretende reunirse con familiares de los comuneros mapuche presos en las cárceles nacionales.

Bajo el cargo de Embajadora oficial del Arte Mapuche, declarada por el Gobierno Argentino, Pichi es una mujer mapuche con más de medio siglo en el cuerpo, que desde las investigaciones y actividades educativas en torno a su cultura ancestral -emprendidas a partir de mediados de los ’80- ha llegado a ser una reconocida cantante, recopiladora y transmisora de su musicalidad nativa, acercándose su trabajo al que alguna vez realizó Violeta Parra en nuestro país o Luzmira Carpio, actualmente, en Bolivia.

Nacida en Los Toldos, localidad rural a 300 kilómetros de Buenos Aires, es por línea materna tataranieta del cacique Coliqueo. El 2000 editó “Plata” y en 2008, “Añil”, ambos trabajos reeditados hoy en nuestro país. Pichi presentó sus canciones en Valparaíso, en el marco del Forum Internacional de las Culturas y, en Santiago, lo hará en un único concierto en el Cine Arte Alameda, el próximo miércoles 24 a las 9 de la noche.

Hablamos con ella esta tarde, mientras viajaba desde Concepción a la provincia de Arauco.

-¿Cómo llega al canto: Por una vocación artística o sólo como parte de un trabajo de rescate y difusión de la cultura ancestral de su pueblo?

-Nunca busqué como profesión el canto, pero éste se instaló en mí. Lo he hecho desde que tengo memoria. Llegué a profesionalizarlo tras ganar un concurso en un importante festival de folclor en la localidad de Cosquín, provincia de Córdova (En 1994 obtiene el premio máximo en la categoría “vocal solista” de dicho festival, primero de una serie de reconocimientos).

Como soy mapuche y siempre canté, me invitaron y acepté, ya que me interesaba mostrar a los más jóvenes una canción mapuche. Por eso fui. Ahí decidí que si me dedicaba a esto, debía prepararme de otra manera, cosa que no he parado de hacer…

-En ese sentido, ¿ha buscado un equilibrio entre un desarrollo estético y la transmisión del canto ancestral mapuche?

-Yo no me aparto de lo que soy, de compartir con mi gran familia mapuche. Por años he venido a Chile, por diversos medios, nunca me he apartado de nuestra cultura. Por otro lado, he buscado las alternativas que el mercado nos propone, pero manteniendo ese equilibrio delgado que hay entre la tradición oral de un pueblo como el nuestro, gente de la tierra, y la tecnología, que también hoy se nos ofrece generosa. Eso no nos habilita para hacer lo que queramos. Hay que tener cuidado, por eso me acompaño siempre de mi gente-.

En sus discos, Pichi Malén recurre a teclados y sintetizadores que, junto a su voz, generaron una particular fusión, cuya respetuosidad y “venia” de su gente, alejaron su música del peligro de ser banalizada en un nuevo tipo de new age. Hoy reconoce que ha buscado una nueva manera de actuar, no sólo con voz y kultrún, como lo hacía en su etapa seminal, por lo que en sus actuales presentaciones en vivo se acompaña del percusionista mendocino Chacho Ruiz Guiñazú y de Lucho Cruz, nativo de origen quechua, ya iniciado en el estudio de la cultura ancestral mapuche.

-¿Cómo caracterizaría la musicalidad mapuche? Se lo pregunto teniendo en cuenta la funcionalidad que tiene la música para las culturas étnicas, no concebida originalmente para ser presentada en un escenario…

-Los cantos de nuestro pueblo están en dos grupos: Por un lado, están los “sagrados” (por darle una denominación), relacionados con la espiritualidad de un pueblo: Peticiones, ruegos, agradecimientos, danzas, es decir, cantos por necesidad o por agradecimiento. Siempre nuestras fiestas e instrumentos son sagrados, porque se relacionan con momentos de la vida que son excepcionales.

Y por otro lado, están los cantos relacionados con lo popular: Cantos de conquista, de arrullo, de cosechas, de encuentros, etcétera…

-¿Y cómo llegan estos cantos a un escenario?

-Es que estamos vivos y los escenarios también…. La vida es un escenario. Así como se enseña el mapudungun en Universidades, se escriben poemas, obras de teatro, ¿por qué no vamos a mostrar nuestros cantos, si estamos vivos y hay mucha gente que quiere oírlos? Con todo el cuidado, la compañía y espontaneidad de nuestra gente es como llegamos a poner nuestros cantos de esta manera y a fortalecernos, porque tenemos la aprobación de nuestro pueblo.

-¿Cuál la visión que tiene de la realidad del pueblo mapuche en Wallmapu y cómo ve su rol dentro de ese contexto?

-Yo soy una persona que fui despojada de la tierra. A los 6 meses de vida, tuvimos que irnos porque nos quitaron el campo. Yo sé, entonces, lo que está pasando una persona, una familia, cuando es desalojada, despojada, y no tiene posibilidades de retorno al lugar donde desarrolló la vida siempre. Por ese lado, a mí no hay mucho que me tengan que explicar, ya que lo he padecido.

Esto nunca me generó una actitud de rencor, pero sí me pareció siempre que lo que hay que hacer es reclamar hasta el hartazgo, hasta el cansancio, lo que por derecho nos corresponde.

Las diferentes formas o caminos que se puedan tomar son inherentes específicamente al momento, al lugar, a la situación y a los compromisos no cumplidos con las comunidades. De manera que es aventurado decir “esto está bien, esto está mal”.

Yo soy todo lo respetuosa que hay que ser frente a las diferentes situaciones y los momentos en que los pueblos están viviendo. Yo soy parte del pueblo, pero no me quiero arrobar la resistencia de una familia, ni de una comunidad ni de todas las comunidades, desde el momento en que ellos ponen el cuerpo. Yo no me siento ajena a esta situación, por eso estoy siempre muy atenta al desarrollo de estos hechos.

Desde el momento en que elijo cantar solamente en lengua mapuche, no lo hago de manera caprichosa. Estoy ofreciendo una resistencia, una manera distinta de invitar a las personas a adentrarse en el mundo nuestro, el de aquellos antiguos que supieron ser y no parecer, pero que, además, tienen la memoria viva, y han hecho que los más jóvenes y no tan jóvenes no hayamos desaparecido como personas y cultura. El compromiso está, yo busco hacer un aporte, ya verá la gente nuestra si le sirve o no, yo he recibido buenas respuestas. Uno es, también, el mensajero de dentro de la familia mapuche; no hablo de escenarios, porque eso es otra cosa.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

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