Literatura latinoamericana

Camila Fabbri, escritora, actriz y directora teatral argentina: “Si lo real puede estar corrido, me atrae mucho más trabajar”

Entrevista a la directora, guionista y escritora argentina Camila Fabrri, quien recientemente acaba de reeditar su libro "Los accidentes" de manera conjunta por los sellos Emecé y notanpüan. Considerada una de las voces más prometedoras de la literatura argentina, Fabbri también es acrtiz y reflexiona sobre los rasgos teatrales que hay en su narrativa: " Hay algo del cuerpo que se vuelve muy concreto, sobre todo la voz. En el teatro tenés que afinar mucho el oído para ser sincero con lo coloquial"

Trabajar con los accidental como eje principal

Con una iniciativa interesante y novedosa, Los accidentes (Emecé y notanpüan, 2017) de Camila Fabbri propone al lector una constelación de relatos peculiares que a primera vista no parecen unidos por un mismo tema. Sin embargo, al igual que con las formas que generan las estrellas en el cielo, si se agudiza la vista las conexiones se vuelven evidentes. Tal como señala la también escritora argentina Romina Paula, el registro de la autora puede confundir al principio hasta lograr una seducción de la que es difícil volver.

“En un momento, lo que hice fue unir los textos que yo pensaba que tenían un tipo de relación con la idea de lo accidental. Pero no fue a priori con esa intención, fue más una contingencia”, destaca Fabbri sobre la génesis de Los accidentes. Con una clara huella del origen teatral de la autora del libro, los textos de este libro priorizan el cuerpo de los personajes, sus gestos, sus acciones y, sobre todo, sus voces. Con un manejo hábil de los registros, la autora no teme asumir la visión de distintos géneros, edades y hasta jugar con la confusión de los extremos.

En esa dirección, Fabbri destaca que “en el teatro tenés que afinar mucho el oído para ser sincero con lo coloquial y eso después se reproduce tanto en un guión o en literatura”, a la vez que confiesa que siempre le interesó mucho “la traspolación de un niño hablando como adulto o viceversa”. Conocé más detalles de la obra de esta joven escritora y guionista, que participó en la última edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante en el continente relacionada a la industria editorial.

“Si lo real puede estar corrido, me atrae mucho más trabajar”

— Los accidentes es un libro muy particular si se tiene en cuenta cómo están ensamblados los relatos, en el sentido de las diferencias y similitudes que hay entre cada uno. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
— En realidad fui escribiendo los relatos de forma aislada durante mucho tiempo. Ahora que publiqué, creo que empecé a trabajar de otra manera, lo tomé más como un oficio en relación al tiempo que le dedico a escribir. Hay uno de los cuentos de Los accidentes que lo escribí a los 18 años y que fue pasando por muchos procesos de corrección. Después hay otros dos cuentos: “Mi primer Hiroshima” y “Condición de buenos nadadores” que nacieron como monólogos para teatro. En un momento, lo que hice fue unir los textos que yo pensaba que tenían un tipo de relación con la idea de lo accidental. Pero no fue a priori con esa intención, fue más una contingencia.

— En Los accidentes hay relatos que se acercan a las microficciones o cuentos compuestos de pequeños fragmentos, que parece ser un terreno en el que te movés muy cómoda, ¿no?
 Sí, en el libro hay dos así: “Debajo de un piano” y “Nat Geo Wild”, que me parecían que no podían tener otra extensión. Surgieron sin ninguna intención concreta, pero después me pareció que hacían sistema con el resto y lo que narran hace sentido con los accidentes. Ahora también estoy trabajando en cuentos breves, me gusta moverme libremente cuando escribo, sin que sea algo programático como el caso de Lydia Davis, por ejemplo.

— ¿Cómo trabajás lo fantástico a la hora de escribir? A lo largo del libro se puede ver que hay una suerte de metáfora sobre algo más realista o concreto, pero que vos elegís esa vía para narrarlo.
 En mi caso, porque si leo a otros autores no tengo esa exigencia, necesito alejar los relatos lo más posible del hecho real o de una vivencia propia. Ahí es cuando entra la imaginación y hace estragos. Si lo real puede estar corrido, me atrae mucho más trabajar y también es la literatura que más me gusta leer. En lo que estoy trabajando ahora me fui mucho para ese lado y quizás necesite volver a lo realista un poco.

Me gusta mucho Leila Guerrero, que es una periodista con una prosa poética asombrosa: esa también es una forma de poner la imaginación a dialogar con lo real.

— ¿Qué autores tenés dentro de ese género?
 Siempre vuelvo un poco a Horacio Quiroga o a Ray Bradbury. Ahora también estoy leyendo a cuentistas norteamericanas como Lorrie Moore o Amy Hempel, donde siempre hay algo corrido o exacerbado. Lo mismo me pasa con David Foster Wallace, que nunca entendés si lo que está narrando pasó o no. También me voy a la vereda de enfrente y leo mucha crónica, donde todo es más real. Me gusta mucho Leila Guerrero, que es una periodista con una prosa poética asombrosa: esa también es una forma de poner la imaginación a dialogar con lo real.

— Teniendo en cuenta tu relación cercana con el teatro, en muchos cuentos se nota que manejás bien la posición de los cuerpos de los personajes, sus actos. ¿Tu oficio de guionista y directora te sirvió para ahorrarte descripciones y pasar más a la acción?
— 
Sí, yo creo que en todo dramaturgo y narrador se nota un poco eso. Fernanda García Lao también escribe teatro y narrativa, por ejemplo, hay varios casos así. Hay algo del cuerpo que se vuelve muy concreto, sobre todo la voz. En el teatro tenés que afinar mucho el oído para ser sincero con lo coloquial y eso después se reproduce tanto en un guión o en literatura. La primera voz también toma un papel más fuerte, o la forma de estructurar los escenarios.

— Pasando a un plano más general, dentro del contexto actual de la lucha de género, ¿cómo pensás el rol de la mujer dentro del ambiente literario? Teniendo en cuenta que siempre es más propenso a exaltar figuras masculinas.
 Creo que a mí me tocó en un momento de la producción literaria donde eso no está ocurriendo tanto, aunque estoy segura de que sigue ocurriendo. Sin embargo, hay algo que está cambiando, la mayoría de las autoras que están publicando son mujeres y las editoriales no hacen diferencia con eso. Yo no me pienso como escritora mujer, sino como escritora. Es interesante que exista esa dualidad: que haya hombres y mujeres siendo leídos. El terreno está muy bien ocupado por nosotras, sobre todo en las editoriales independientes. La discusión debería correrse hacia otros lados.

Yo no me pienso como escritora mujer, sino como escritora. Es interesante que exista esa dualidad: que haya hombres y mujeres siendo leídos. El terreno está muy bien ocupado por nosotras, sobre todo en las editoriales independientes.

— ¿A cuáles?
— A causas mayores, donde muere una mujer por día. Al menos yo veo un compromiso en los autores hombres de mi generación con lo que está pasando. Pronunciarse, poner la cara, ubicarse en la calle, son medidas que se pueden tomar. Pienso también en el libro Chicas muertas de Selva Almada, que es una autora que está muy comprometida con el tema de la violencia de género. Siempre hay que tener en cuenta que dando una definición también se puede hacer algo.

— ¿En estos tiempos es más difícil poder trabajar solo y aislarse del entorno? Sobre todo pensando en la hiperconexión en la que estamos.
— A mí me gusta aislarme para producir. El año anterior con la presentación del libro, la producción de la obra y la visita a la Feria de Guadalajara creo que fueron momentos de mucha exposición y ahora es mejor poder escuchar lo que hay adentro de la cabeza. Está bien que haya tiempos de mostrar lo que uno hace y otros para guardarse.

Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste

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