Entrevista

Carlos Ruiz y el rol del FA en segunda vuelta: «Aunque llamemos a votar por Guillier, la gente no se sentirá interpretada por un discurso arrogante»

Entre otros temas, el sociólogo aborda también uno de los principales desafíos del conglomerado en el Parlamento: "Lo primero es liderar la oposición y luego ser alternativa de gobierno", postula. Por José Robredo Hormazábal / @joserobredo

Por Jose Robredo

30/11/2017

Publicado en

Chile / Entrevistas / Portada

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Intensos han sido los días luego de los comicios del 30 de noviembre, cuyos resultados posicionaron al Frente Amplio en un papel protagónico con miras a la segunda vuelta presidencial.

El debate sobre la definición del conglomerado respecto de apoyar o no la candidatura de Alejandro Guillier se ha convertido en el tema político de estos últimos once días, cosa que tiene fecha límite: durante la tarde de este jueves se dará a conocer la posición del FA tras las deliberaciones de las 14 organizaciones que lo componen.

En este tiempo, el sociólogo Carlos Ruiz (Fundación Nodo XXI) -que por estos días ha sido presentado como el «ideólogo» de la coalición de izquierdas, apelativo frente al que dice tener «la impresión que eso de los ideólogos se instaló con Jaime Guzmán y yo no tengo ningún diploma con ese título»-, ha sido insistente en que este es un momento crucial para el conglomerado, señalando que se debe tener capacidad de «mantener la unidad, la deliberación y la participación». 

En conversación con El Ciudadano, en horas previas a que los representantes de las organizaciones frenteamplistas se reunieran para sellar la postura del bloque, Ruiz sostiene que «no podemos tomar la posición retrograda de decir ‘no es nuestro problema'». En ese sentido, añade que cualquier gesto que se realice no se concretará si no existe un compromiso claro, ya que «no vamos a aguantar un discurso lleno de promesas, porque nos acabamos de curar con la misma chicha».

Junto con eso, y a partir de las declaraciones tanto del candidato Guillier como de dirigentes de la Nueva Mayoría, el sociólogo plantea que desde la candidatura oficialista deben dejar de lado la soberbia en sus postulados y que «tienen que hacerse responsables del resultado que viene, porque ni aunque nosotros llamemos a votar por Guillier, la gente no se sentirá interpretada por un discurso arrogante».

Respecto del proceso que vive el Frente Amplio y su proyección se declara «optimista», basado -dice- «en la responsabilidad con que se ha actuado en estos días». El también director del departamento de Sociología de la Universidad de Chile agrega que a partir de este período «inauguramos una política completamente inédita sobre cómo enfrentar una segunda vuelta, que tiene relación con el declive del régimen bipartidista». «Hemos ganado espacios en la segunda vuelta sin ser nosotros candidatos», postula.

En el documento con Fernando Atria presentan ciertos ejes de conducta. ¿Está preparado el sector más socialdemócrata de la Nueva Mayoría para asumir dichas propuestas? 

Primero, tengo un tema con el ideario socialdemócrata en Chile, ya que eso se usó mucho en los años de la Concertación para justificar políticas neoliberales que no tienen nada de socialdemócrata. Por otro lado, tratar de construir una lucha política y social contra la mercantilización de la educación, por ejemplo, es ir más allá del ideario socialdemócrata. Por lo mismo, creo que en muchas de esas cosas no tenemos por qué estar de acuerdo, por lo que tratamos de tener un insumo para este momento y tratar de entender este ciclo político que se está abriendo, que pone fin a 25 años de hegemonía de la Concertación y de su discurso seudo socialdemócrata que ya no funciona sobre las formas en que se construye la izquierda chilena .

¿Cuál es la fórmula?

En este rato hay que dialogar; en los noventa no se dialogaba, había que ponerse detrás de ellos cuando se trataba del cuco de parar a la derecha, lo cual cambió. Esto significa que cambiaron los enfoques sobre cómo se deben plantear las cosas. Lo que logramos fue una primera carta que servía para que los dos lados se hicieran cargo de la responsabilidad histórica que tenían, porque si no somos capaces de articularnos no solo viene Piñera, sino que puede instalarse un ciclo de la derecha más largo. Ante esa situación nos pareció que debíamos tomar el camino de la responsabilidad.

¿Cómo se debe tomar esta tarea desde el FA?

Es un esfuerzo pionero, muy joven, no solo por la edad de los líderes, sino porque no alcanzó a correr siete meses y debió definir cupos parlamentarios, cuando la Concertación tuvo seis o siete años para plantearse listas parlamentarias en 1989; tuvieron el tiempo para que los socialistas y democratacristianos pudieran dialogar y limar asperezas. En cambio, nosotros casi sin tiempo nos encontramos con la segunda vuelta, que es un escenario de definiciones que no existían previamente, lo que es una nueva instancia de maduración del Frente Amplio. Entonces, en el documento conjunto con Atria, se incorporan ciertos contenidos que debían ser parte de la discusión al interior del FA.

¿Cuáles son los puntos que no se podían obviar de la discusión en la interna del FA?

No podemos tomar la posición retrograda de decir «no es nuestro problema» y salir arrancando, porque sacamos un 20%, que al lado de un 22% es lo mismo y, por lo tanto, se debe discutir en igualdad de condiciones y pelear para que sigan adelante las transformaciones, aunque no tuvieramos un candidato en la segunda vuelta. Es lo que se ha hecho, y las organizaciones deliberaron, con sus procesos consultivos y que se dan en un contexto de divorcio de la ciudadanía con la política. Entendemos que el proceso que vive el FA es reflejo del proceso que vive la sociedad.

¿Se puede entender que con este proceso se quiebra finalmente el binominalismo?

Lo que se quiebra es un sistema bipartidista por la aparición de otra alianza, que hoy está midiendo -en términos electorales- similar tamaño que las tradicionales. Ahora queda ver cómo se relacionan, lo que está por abrirse. Mi opción es que nosotros no somos bacheletistas y que la oposición a un gobierno de Piñera, o en la forma que se le haga presión a un gobierno de Guillier, no es la defensa del legado de este gobierno, porque no estamos ligados a él. Bachelet prometió condonar la deuda del CAE, no lo hizo, y aún no logramos que Guillier se comprometa con esto. No vamos a aguantar un discurso lleno de promesas porque nos acabamos de curar con la misma chicha. Por eso Izquierda Autónoma entrega un proyecto de ley para que sea ingresado por el Ejecutivo, porque ya no dialogamos con las promesas por delante.

Diálogo con el guillerismo: «Hay que terminar con la ambigüedad»

¿Tienen que haber algunas mínimas condiciones para llegar al diálogo?

No podemos llegar a ese diálogo si no hay compromisos reales o si hay puros guiños, como dice Guillier. Eso ya lo vimos hace cuatro años.

¿Cómo se logra que cualquier diálogo con Guillier no se confunda con negociación ante la ciudadanía? 

Hasta donde yo tengo noticias no hay ninguna instancia de negociación, y en este momento incluso hay organizaciones que están finalizando sus procesos internos. Recién con eso es posible presentar un planteamiento como Frente Amplio, porque hasta ahora no lo hay. Y quien lo debe hacer es Beatriz (Sánchez), porque es un liderazgo nacional y los liderazgos deben acoplarse para defender y proyectar la unidad del FA. La forma de hacer valer esas exigencias va a ser un tema complejo. En este sentido, Izquierda Autónoma dio un paso adelante con la propuesta de proyecto de ley para decir «preséntelo ahora mismo, que lo haga Bachelet, porque es una promesa suya». Los cheques en blanco ya no existen en la política chilena, la ciudadanía ya no les cree, porque en los ’90 funcionaron por el miedo a la regresión autoritaria y ahora se paga con tarjeta de débito, se paga altiro.

¿El chantaje murió o  está en coma? 

Si somos capaces de actuar unidos seremos capaces de sacarlo del coma y meterlo al ataúd. Si nos desperdigamos, corremos el riesgo que se nos reconstruya la política de la Concertación.

¿Cómo ves los planteamientos del guillerismo, que a la vez son ambiguos y soberbios? 

Si ellos tienen una actitud soberbia, van a tener que hacerse responsables ante la ciudadanía de que salga la derecha cómodamente. No es que nosotros no queramos darle el apoyo, es que la gente no los va a apoyar, ya no hay mayorías políticas sustantivas como en los ’90, eso se acabó. Si lo ven así, es que no han entendido nada de lo que la gente viene expresando, se están comportando como si estuvieran hace 20 años atrás. Tienen que hacerse responsables del resultado que viene, porque ni aunque nosotros llamemos a votar por Guillier, la gente no se sentirá interpretada por un discurso arrogante. Hay que terminar con la ambigüedad. Ahora, en la incertidumbre que vive mucha gente, puede que tomen ese cheque en blanco, aunque no se restituyan los derechos que se encuentran secuestrados por el mercado. Y esa cuestión es fundamental para el FA y sus organizaciones lo tienen muy claro.

Tercera fuerza: «El desafío es conservar las estructuras políticas que se han armado»

¿Qué tan importante es esta definición en el proceso de posicionar al FA como tercera fuerza política en Chile? 

El Frente Amplio ha venido corriendo contra el tiempo en términos de asumir el desafío histórico, y esta definición lo ha enfrentado con bastante responsabilidad, manteniendo su opción por la participación. Más aún en un sistema de segunda vuelta, donde se busca silenciar a la tercera fuerza, cosa que en este caso no ha sucedido. En ese sentido, se debe seguir madurando la deliberación interna y sería una gran ganancia si seguimos en este camino.

¿La lectura de la primera vuelta estuvo errada respecto del FA? 

Creo que el Frente Amplio tuvo un desenvolvimiento muy bueno y los que deben revisar su actuación sin tener base social es la Concertación, como sigo llamando a la centroizquierda. Ellos no han terminado de leer lo que viene pasando en este país y esas son las apuestas políticas sobre por qué uno va por un universo electoral. Creo que nosotros sí estábamos claros que la gente sí quería cambios en otra dirección y que se expresó con mucha fuerza. Eso no significa que tengamos todo resuelto, no podemos criticar la soberbia y responder con lo mismo, pero claramente esto está en camino de convertirse en una mayoría política sustantiva.

¿Es el momento de iniciar una ofensiva para atraer más adherentes, una especie de campaña de cuatro años?

Depende de cómo nos comportemos en este período de segunda vuelta, estos son minutos cruciales para el FA. Ser capaces de mantener la unidad, la deliberación, la participación en estas condiciones, es fundamental. Si no somos capaces de ello podemos estar perdiendo altura. El desafío es conservar las estructuras políticas que se han armado y aplicar la voluntad de la gente en todos los espacios que nos presentemos.

Hoy el FA se encuentra en medio de dos campañas del terror. ¿Cómo superar ese apriete? 

Pasa que en Venezuela el bipartidismo cayó primero que la llegada de Chávez. Los democratacristianos y los socialdemócratas venezolanos se lo farrearon; eso, aludiendo a la caricatura que hace la derecha. Ahora debieran preguntarse por qué pasó eso, porque aquí también se está cayendo un modelo bicoalicional, pero no nos responsabilicen a nosotros del decaimiento del pacto de la transición de 1989.

¿Qué tan peligroso puede ser Piñera teniendo la ambigüedad como bastión de la Concertación? 

Primero, es una incógnita gigante porque se desentiende de los compromisos con una facilidad pasmosa. Me pregunto si va a gobernar al estilo Cieplan o Libertad y Desarrollo. Ahora con la votación de Kast, que tiene un componente muy conservador, un nuevo gobierno de Piñera puede verse comprometido y parecerse más a LYD, junto con tener un discurso basado en el miedo. Aunque tengo la impresión que está a tope y que puede endurecer a la derecha.

Proyección: «Lo primero es liderar la oposición y luego ser alternativa de gobierno»

¿La votación obtenida por el Frente Amplio se puede convertir en la alfombra donde se escondan los problemas?

Yo soy optimista y lo baso en la responsabilidad con que se ha actuado en estos días. Va madurando esta opción y tengo confianza de que se está construyendo una opción de proyección y que no se esconda en los resultados. Como está funcionando, más allá de la campaña electoral, reafirma que llegó para quedarse.

Con los resultados en mano es evidente que el escenario político debe reconfigurarse

Creo que estamos en inicios de un proceso de realineamiento de las estructuras políticas, las que tenderán a cambiar. El PPD salió muy mal -aunque se hable solo de la DC- y el PS obtuvo un balón de oxígeno. Pueden haber muchos cambios hasta que cuaje la política que se arraigará en el próximo ciclo; eso permitirá que el Frente Amplio pueda abrirse para que pueda convertirse en una alternativa de gobierno con proyección.

Para eso hay que dejar atrás la lógica de la «tercera fuerza» para encabezar la oposición

Lo primero es liderar la oposición y luego ser alternativa de gobierno. El proceso se aceleró y se sustentará en la capacidad de constitución interna del FA, que maduren sus estructuras de participación, que no se rehuyan los temas, que es lo más significativo de este período de segunda vuelta: que no se esquivó el debate y se afrontó, tomando lecciones anteriores. Creo que inauguramos una política completamente inédita sobre cómo enfrentar una segunda vuelta, que tiene relación con el declive del régimen bipartidista. Hemos ganado espacios en la segunda vuelta sin ser nosotros candidatos.

¿Podemos decir que estamos en el punto final de la transición? 

Es un desafío grande, yo creo que la historia no va para atrás. Aunque no revitalizaría el riesgo de una izquierda que haga ruido con ese chantaje y que haya un repliegue con las demandas de la sociedad, aunque no tengan la misma efectividad que en los años ’90.

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