Elizabeth Neira: «El estado es una forma corporativa que encontraron las elites para esclavizar a la gente»

Periodista y poeta, Elizabeth Neira ha desarrollado un trabajo plástico autodidacta en directa relación con su escritura

Por Director

08/09/2008

Publicado en

Artes / Entrevistas

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Periodista y poeta, Elizabeth Neira ha desarrollado un trabajo plástico autodidacta en directa relación con su escritura. Colaboró en diferentes medios de comunicación, como el desaparecido diario La Época y en las revistas La Noche, Rocinante y Patrimonio Cultural. Exhibió sus poemas objetuales y collages en la muestra colectiva Erotizarte. Participó en la antología Círculo Infinito (Al Margen Editores, 2002) y publicó su libro Abyecta (Al Margen Editores) en el año 2003. Con sus performance ha recorrido Chile y otros países.

¿Cuál es la motivación de tus performance?

La performance, que no es más que un nombre prestado por los estudios de las artes visuales para nombrar lo mismo que hacían los poetas dadaístas, los surrealistas (la mandrágora, Lihn con Jodorowsky, la Stella Díaz) o mucho antes los poetas callejeros, es simplemente una extensión del discurso. Es decir lo mismo pero en vez de hacerlo con otras palabras, decirlo con otros códigos, imágenes, gestos, objetos, acciones. Por lo tanto no existe una motivación que no sea la misma motivación que existe a la hora de ponerme a escribir un poema y que no es más que la expresión.

Te declaras “anarquista-nudista” y “politeísta-ortodoxa”¿Tiene que ver con tu propuesta del desnudo a través del poema y la puesta en escena?

Anarquista porque no creo en el Estado tal y como las democracias modernas lo imponen. El estado es una forma corporativa que encontraron las elites para esclavizar al resto de la gente, por lo tanto el estado es el enemigo del pueblo, eso está más que demostrado. Creo en la capacidad del hombre para organizar su vida y acciones de manera autónoma. Nudista porque creo en el cuerpo como la única propiedad inalienable de todo ser humano. Hoy el Estado, y en especial la policía se creen con el derecho a ordenar, explotar y violentar  los cuerpos. Politeísta porque creo en la divinidad de todo lo existente y ortodoxa porque me chupa el orto lo que opinen los demás al respecto.

Algunos opinan que escribirle un poema al pene (El pene tiene pena) es una pose para provocar efectos inmediatos, publicitarios ¿Qué opinas de esa percepción?

El pene, tu pene, mi pene (simbólico) el pene de los demás, es un arquetipo que resume la masculinidad. Cuando la masculinidad (dominante) se deprime aflora la feminidad y el ser humano aparece en completitud, con su lado masculino y femenino en igualdad de fuerzas. Cuando eso le sucedió a un señor que yo conocí, me conmovió a tal punto que me dieron ganas de escribirle un poema. Ahora, siguiendo la tesis publicitaria, yo tendría que pensar entonces que todos los varones que le han escrito un poema a las partes genitales de las damas lo hacen por efectismo y no creo que sea así. Hacerle una oda a la concha o a las tetas de una mujer es un lugar permitido (por machismo) dentro de la poesía, pero hacerle una oda al pene, tal parece que no.

La permormance (que está en video) Acción Cleopatra, provocó controversia ¿Estás conforme con esa puesta en escena?

Sí. A mí me gusta mucho, lo pase muy bien creyéndome Cleopatra por un rato. Era la primera vez que me atrevía a ir más allá del papel, por lo tanto tiene esa inocencia y esa energía de las primeras veces. Con respecto a la controversia, siempre que se hace algo que no está normado vas a provocar controversia y está bueno que así suceda porque  las aguas estancas se descomponen. Hay que hacer olitas de vez en cuando.

Tú poesía es bastante sexual, pero también contiene fuertes elementos de lucha social, de compromiso con cambios radicales en la sociedad ¿Cómo conjugas estos dos factores?

La sexualidad es una faceta de mi existencia como lo es también la conciencia social. No se puede ser sensible a la belleza o al éxtasis sexual sin ser sensible también al dolor humano o a la injusticia. Además la opresión o la pobreza es algo que te pega en el cuerpo directamente, es maltrato de unos cuerpos a otros cuerpos. Cuando un obrero se tiene que levantar a las 5 de la mañana para ir a un trabajo de mierda donde será explotado durante 12 horas sin normas de seguridad, expuesto por ahorro de los señores capitalistas a todos los riesgo imaginables, mal alimentado porque seguro gana un sueldo de hambre, sin opciones de acceder a salud y luego se tiene que volver en bicicleta a una casa que es una cajita de juguete en la periferia, llenando sus pulmones de plomo porque la ciudad es un vertedero tóxico, eso es pura corporalidad. La explotación se basa justamente en el supuesto de que el cuerpo de los demás sólo es reconocido en su valor de “uso” o “utilidad” al sistema y no en su individualidad y autonomía de existencia.

Como periodista trabajaste en varios medios ¿Cómo ves hoy la situación de la prensa en Chile? ¿Falta pluralismo?

Los medios son una radiografía de la sociedad chilena. O son el síntoma. Uno podría fácilmente diagnosticar la enfermedad social que padece Chile hoy al ver la estructura meditática. Oligarca, clasista, conservadora, hipócrita, mentirosa y evasiva hasta la enfermedad. Un amigo extranjero no podía creer que el diario más vendido en Santiago titulara en plena crisis social con el final de una teleserie. Eso te dice claramente la función somnífera que cumplen hoy los medios.

Has participado en actos culturales en poblaciones, como La Pintana, donde generalmente no van los poetas que interactúan en la “movida poética” santiaguina ¿Crees que existe mucho divismo en algunos poetas?

Creo que existe clasismo y arribismo que es peor al divismo porque hasta los compañeros que nacieron, se criaron y viven en poblaciones lo único que anhelan es a recitar en los salones de una universidad privada y que la ministra de cultura les regale un diploma de buenos alumnos.

¿Cómo ves la democracia chilena, los partidos políticos? ¿Crees que hay una falta de representatividad?

Como te comentaba, la democracia chilena me parece una falacia del porte de una catedral gótica. No puedes hablar de democracia cuando no existe ninguna opción para desarrollar una existencia alternativa al sistema económico impuesto. Mucho menos cuando no existe ninguna posibilidad de organizar ese descontento, ni de expresarlo. No puedes hablar de democracia con artistas presos, victimas de montajes policiales, por investigar irregularidades de las grandes empresas como es el caso de Elena Varela. No puedes hablar de democracia cuando la policía en vez de cuidar y velar por la seguridad de los manifestantes en las calles (como debería ser) se dedican a reprimir e intimidar de la manera más feroz.

¿Estás de acuerdo con la percepción de que la sociedad chilena, en su mayoría, es cínica, racista, falta de identidad y desmovilizada ante los abusos de quienes detentan el poder?

Creo que la fracción de la sociedad que es cínica y racista ha estado en el poder de manera casi ininterrumpida desde que Chile es Chile, con muy escasos periodos de excepción (quizás la UP fue ese periodo de interrupción) y que esa fracción de la sociedad cínica y racista ha impedido a la otra fracción desarrollar identidad y movilización y que cuando la otra fracción ha desarrollado identidad y movilización ha sido reprimida como ya sabemos. Así mismo creo también que mientras esa fracción de la sociedad cínica y racista (y agregaría que explotadora) no reconozca los derechos y la identidad de la otra fracción, estaremos en una guerra silenciosa permanente.

¿Qué esperas de tu trabajo en el futuro, en este Chile que se debate entre ser y no ser?

No espero mucho, la verdad. Me gustaría que la poesía, el arte en general, abriera esa puerta de entendimiento y de comprensión del ser que nos ayudara a conformar una sociedad más evolucionada, con miras otro tipo de desarrollo, basado en la libertad y respeto del otro y no en el dolor y el abuso del otro. Parece hipismo puro, pero en verdad creo que si no cambiamos el chip mental vamos todos derechito al abismo.

Por Alejandro Lavquén

Publicada en revista Punto Final Nº 670 (septiembre 05/ 2008)

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