Gioconda Belli, escritora: “En Nicaragua la poesía es deporte nacional”

La poeta nicaragüense, Gioconda Belli vino a Chile a promover su último libro, El infinito en la palma de la mano (Seix Barral), novela que ya recibió el Premio Biblioteca Breve de la casa editora

Por Director

06/07/2008

Publicado en

Entrevistas

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La poeta nicaragüense, Gioconda Belli vino a Chile a promover su último libro, El infinito en la palma de la mano (Seix Barral), novela que ya recibió el Premio Biblioteca Breve de la casa editora. Poeta y novelista nicaragüense, nacida en Managua a fines de la década del ’40, participó de la renovación de la literatura de su país junto a Ernesto Cardenal y Claribel Alegría. En 1972 obtuvo el premio Mariano Fiallos Gil de Poesía; seis años después el Premio Casa de las Américas por «Línea de Fuego». Su consagración vendría con «La Mujer Habitada», obra que suda erotismo y pasión política. Protagonista de la historia de su patria, militó por largos años en el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Ahora retoma el clásico mito de Adán y Eva en el paraíso, descubriéndose y descubriendo su entorno. A Gioconda la historia la sedujo “por su actualidad, porque es una de las confrontaciones actuales es entre mitos. Es parte de la guerra religiosa que los más conservadores llaman el choque de civilizaciones, además la historia es hermosa y llama la atención porque se presta para tratarla de una manera poética y contarla desde la perspectiva de sus protagonistas”

También está la eterna promesa de paraíso.

– Siempre me ha llamado la atención esa aspiración tan profunda del ser humano por un lugar feliz. Algunos le llaman paraíso, otros utopía, no sé, quizá sea un chip que nos haga buscar ese lugar. Se quedaron por fuera muchas leyendas y otras historias.

¿Qué te llevó a interesarte en esta historia?

– Me interesó cuando me crucé con unos libros apócrifos, que no entraron en el canon bíblico, que contaban lo que les había pasado a Adán y Eva al salir del paraíso. Se referían a lo que les pasaba cuando estaban en la tierra, cuando ya son humanos y tienen que enfrentarse a grandes interrogantes propias de lo humano. Me gustó la idea de poner a hablar de estos personajes y ponerlos a descubrir todo. La sensualidad de descubrir todo por primera vez, el ser sin pasado, sin ombligo y el proceso de tener que nombrar todas las cosas. Todo aquello daba lugar a construir un entrono muy interesante en lo sensorial y en las ideas, las reflexiones.

¿Algún cuestionamiento del rol de Eva?

– Sí. Cuestiono la identidad femenina que pone a la mujer como peligrosa, tentadora, como la gran culpable que provocó que perdiéramos el paraíso original; que entrara la muerte y el pecado al mundo. Quería desafiar eso.

¿Cómo lo haces?

– Eva en El infinito en la palma de la mano hace una decisión consciente al comer la fruta prohibida. Ella tiene una intuición de que si no come esa fruta no va a empezar la historia, la especie humana.

DESCONFIANZA DEL CAUDILLISMO

¿Cómo fue para ti la experiencia del Frente Sandinista en el gobierno desde el triunfo de la revolución en 1979?

– Fue una etapa muy rica en muchos sentidos, pero también muy dura porque tuvimos una gran resistencia financiada por Estados Unidos. Mucha muerte, zozobra, escasez. Con el triunfo teníamos grandes esperanzas de hacer reformas sociales importantes. Al igual como la Edith Piaf digo ‘no me arrepiento de nada’. Desde inicios de los ’70 participé en la revolución, un proceso que al ser joven fue muy intenso y entrañable, la relación que se logra con otros seres humanos fue muy enriquecedor. los sueños nunca se cumplen, después vino la parte más compleja y difícil en la que se cometen errores, nunca las cosas salen como uno quiere, pero logramos alcanzar el carro de la historia. Es muy larga, pero uno no ve todos los sueños cumplidos en el tiempo que te toca vivir.

¿Te preguntan mucho sobre esta etapa de tu vida?

– Sí.

¿Y qué ocurre hoy con el sandinismo vuelto a ser gobierno en Nicaragua?

– La gente cree que volvió el sandinismo, pero realmente decimos que volvió el ‘danielismo’ con el retorno al gobierno de Daniel Ortega. Se ha vuelto muy obsesionado con el poder, no tuvo reparo en hacer pactos con sectores de la derecha muy recalcitrantes, como el presidente Alemán, condenado en muchas partes por corrupción. Ortega está poniendo mucho énfasis en lo político porque se quiere perpetuar en el poder porque el proceso democrático. Veo incluso cierto autoritarismo.

A la izquierda le falta sacudirse un poco sus divinidades…

– El culto a la personalidad es terrible. Esos caudillismos son terribles. Piensa que Ortega fue candidato a la presidencia 4 veces. Creo que es mucho y hay más gente capaz en Nicaragua. Creo que son procesos que pueden fracasar por el tipo de liderazgo que están formando. Creo que es una izquierda que no ha aprendido una cosa fundamental, que es respetar la libertad individual

MUJER HABITADA

En 1988 publicaste La mujer habitada, pasando de la poesía a la novela ¿Por qué esa necesidad?

– En un momento sentí que lo que quería decir la poesía no era la suficientemente dúctil para contar lo que llevaba adentro: historias más colectivas. Tenía urgencias de usar una forma de más largo aliento, así que entré en la novela. Fue esa necesidad de decir.

En tu obra aparece Waslala, ciudad latinoamericana que es un basurero de tecnología del primer mundo. ¿Sigues con esa imagen?

– Fue una visión apocalíptica. En la forma como está repartida el mundo en estos momentos. La desigualdad entre lo que llaman el norte y el sur del mundo es tremenda. Se han mejorado los niveles  de posibilidad en el tercer mundo, pero también la globalización trae su carga de problemas. Lo que nos toca a nosotros es un papel muy marginal y en el que pagamos los costos más altos. En zonas como África y ciertos países de Asia la injusticia es tremenda. Eso debe cambiar, ya no por generosidad, sino porque a la larga el impacto también lo siente el primer mundo. Las olas migratorias están golpeando el nivel de vida del primer mundo. No podemos seguir existiendo con un mundo tan separado y con esas brechas tan gigantescas.

¿Nos puedes dar pistas de poesía nicaragüense hoy?

– En Nicaragua hay un poeta muy joven, Carlos Fonseca, que me gusta mucho. También otra poeta Milagros Terán, Blanca Castellón, Carola Branton: mi país tiene una tradición poética tremenda. Siempre han existido, en cada generación un grupo de poetas muy fuerte. Después de la revolución vimos emerger una poética más personalista, más para adentro, menos entregada a procesos sociales colectivos. En Nicaragua la gente lee mucha poesía, sí Rubén Darío fue nuestro primer héroe, cuando no teníamos ninguno. Creo en mi país es como un deporte nacional escribir poesía.

Mauricio Becerra

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