Universidad reconoce por primera vez este derecho

María Ignacia, la universitaria trans cuyo título llevará su nombre social: «Desde chiquitita en el espejo siempre vi una mujer”

“Si me hubiesen preguntado, a la edad en que empiezas a hablar, si quería comenzar a vivir como una niña, yo les habría respondido que sí, y no me hubiese arrepentido”, sostiene en conversación con El Ciudadano la estudiante de Publicidad de la UDLA.

Por Daniel Labbé Yáñez

07/06/2018

Publicado en

Chile / Diversidad / Entrevistas / Género / Portada

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La tarde de este jueves, cuando la estudiante trans María Ignacia Valdés (25) reciba su título de Publicista, este llevará su nombre social. Será la primera vez que esto ocurra en la Universidad de Las Américas (UDLA) y marcará un hito en la historia de la educación chilena.

Pero ella pone las cosas en su lugar. «Para mí esto es lo que siempre debió haber pasado. O sea, yo no lo veo como admirar a la institución, como ‘¡que grandes que son!’, ‘¡que pioneros que son!’, porque me parece que es algo que siempre debió existir y que corresponde que se haga. No es algo que se deba alabar ni criticar, sino que es simplemente el respeto hacia el otro y ya está», sostiene María Ignacia.

En todo caso, así de natural fue también la decisión de la casa de estudios de escribir en ese anhelado «cartón» un nombre distinto al que está estampado en el carnet de la estudiante. «Yo para todos los profesores soy María Ignacia», dice, y relata que lo que vino fue simple: la contactaron y le pidieron que firmara la autorización para que en su título apareciera su nombre social. «Yo nunca tuve que acercarme a ellos y pedirles ‘por favor, necesito que me respeten como una mujer’. No, no fue así. A ellos les nació y, bueno, si no me decían ellos lo iba a hacer yo», relata.

Foto: Gentileza María Ignacia Valdés

Yanko Gallardo, director de la carrera de Publicidad y de la Facultad de Comunicaciones de la UDLA, explica que este hecho se dio en el marco de la firma de un decreto al interior de la casa de estudios que permite a los alumnos transgénero usar su nombre social en todos aquellos registros que resulte técnicamente posible realizar. Un reglamento que se oficializó a principios de mayo de este año en el contexto de la visita al plantel de Sebastián Lelio y Daniela Vega, director y protagonista de la película ganadora de un premio Oscar, Una Mujer Fantástica.

«Ahora se trató de llevar este convenio a la realidad», apunta Gallardo, quien señala que el caso de María Ignacia es «la punta de lanza» de un cambio en el que al menos otros dos alumnos trans verían pronto reconocido su derecho a utilizar su nombre social. «Lo hicimos como creemos que es correcto», señala Yanko.

«Desde que tengo uso de razón soy consciente de que soy mujer»

«Yo desde muy chiquitita siempre en el espejo vi una mujer. O sea, yo siempre tuve cintura, cadera, lo único que no tenía obviamente era un órgano reproductor como mis compañeras, entonces eso me generaba mucho ruido. Siendo niña, mientras todas estaban pensando en jugar, yo pensaba: ‘qué pasa con mi cuerpo, qué pasa conmigo, por qué tengo cosas distintas a mis compañeras’. O sea, yo ni siquiera me asumía como un chico. Era la sociedad la que me decía ‘tú tienes que comportarte como hombre porque eres hombre’. Y yo decía: ‘No’. Si me miraba al espejo y veía una niña con pelo corto. Siempre fue así. Desde que tengo uso de razón que soy consciente de que soy una mujer», narra María Ignacia sobre su infancia como niña trans.

De ahí que para ella la discusión que se ha dado en el último tiempo respecto a la Identidad de Género, especialmente entre aquellos que plantean que no se debiera permitir a los menores de 18 años realizar el cambio se sexo registral, se aborda desde la ignorancia.

Foto: Gentileza María Ignacia Valdés

«Hablan siempre en base a estudios antiguos, en base a lo que opinan los papás… O sea, no. Hay que ser un niño trans, hay que vivir esa transición desde chica, para tú saber que cuando niño también puedes decidir sobre tu futuro. Yo te digo: si es que a mí me hubiesen preguntado a la edad en que empiezas a hablar, a los tres años, ‘oye, ¿tú te sientes como una niña?, ¿quieres empezar a vivir como una niña?’, yo le respondo que sí, y no me hubiese arrepentido. Un niño puede saber», postula.

La estudiante de Publicidad cuenta que sus papás -oriundos de Curicó- son personas “súper conservadoras”, por lo que no tenía un muy buen augurio sobre lo que ocurriría al momento de confidenciarles lo que sentía. Pero se llevó una sorpresa. «Cuando les conté fue como ‘heee, se veía venir (ríe)’; o sea, se sabe. Y fue como ‘okey, cuenta con nosotros en todas las cirugías que quieras, dale, adelante’, y me dieron todo el apoyo. Como que mis papás finalmente sabían más que yo del tema. Como que se prepararon, porque sabían que tarde o temprano yo les iba a decir, porque mi feminidad es algo que es demasiado evidente», recuerda hoy.  

«Yo respeto a los demás y pido lo mismo para mí»

María Ignacia reconoce que el asumir desde muy chica su condición le enseñó a madurar mucho antes que al resto, aunque también le significó enfrentarse a momentos muy fuertes. «Porque cuando te aceptai tú misma -y antes de los 10 años- es como muy fuerte. Eres un niño, no estás pendiente de esas cosas. Entonces el haberme asumido me hizo generar esa personalidad que en el colegio y la universidad siempre mantuve», reflexiona.

De carácter fuerte y de opiniones categóricas, la futura publicista postula que quien no esté cómoda con ella al lado es quien debe apartarse y no al revés. «Yo soy María Ignacia y es mi pará y al que le gusta, bien, y al que no, que se vaya del lugar; yo no me voy a ir, si yo elijo un lugar es porque quiero estar ahí y ahí me voy a quedar», advierte Valdés. Dicho esto, enfatiza: «Para mí el respeto no es algo que tengo que pedírselo a los demás, sino que es algo que tiene que estar. Yo respeto a los demás y pido lo mismo para mí».

Foto: Gentileza María Ignacia Valdés

Una actitud que -dice- le ha evitado afortunadamente experimentar episodios de bullying en el colegio, la universidad y en el trabajo. «El yo haber sido tan libre siempre, tan dueña de mis decisiones -nunca dejé que ni siquiera mis papás decidieran sobre mí, sobre mi carrera, mi futuro, ni mi presente- y al tú decidir sobre ti, nada de lo que las otras personas te puedan decir te hace cuestionarte, porque tú tomaste las decisiones correctas», plantea María Ignacia.

Desde hoy la estudiante de la UDLA será publicista. Una carrera ideal para empujar desde allí el avance en los derechos de la población trans. Sin embargo, para ella esto no tiene por qué ser necesariamente así. «No me llama la atención ser activista ni utilizar la publicidad o las comunicaciones para transmitir algo de mi transexualidad. La transexualidad no me define, no es algo con lo que tenga que salir a profetizar a la gente. Quien quiere aceptar, acepta, y quien no, bien también. Y si la ley acepta, bien, y si no, bien también. Igual vamos a seguir existiendo, vamos a seguir cambiándonos el carnet, vamos a seguir operándonos y vamos a existir siempre», concluye.

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