Entrevista a William Serafino, desde Caracas

Politólogo desmenuza tenso escenario en Venezuela: «Los planes del Gobierno son los únicos que buscan remendar la situación»

A propósito de los llamados de la derecha y sectores de la Nueva Mayoría a evitar la presencia de Nicolás Maduro en el cambio de mando del 11 de marzo, Serafino sostiene que "una acción así de desproporcionada, más que mostrar fortaleza evidencia cierto grado de desesperación por afectar la imagen del presidente venezolano". Por José Robredo Hormazábal

Por Jose Robredo

15/02/2018

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La semana pasada, cuando se suponía que el gobierno venezolano y la oposición sellarían las negociaciones en República Dominicana, los últimos se bajaron del proceso y agregaron mayor tensión al escenario político del país llanero.

Las negociaciones buscaban fijar las garantías para las elecciones presidenciales en el país, las que fueron convocadas para el próximo 22 de abril por el Consejo Nacional Electoral venezolano. Al quiebre de las negociaciones se suma el bloque financiero impuesto por Estados Unidos hace unas semanas atrás y la presión del llamado «Grupo de Lima» (organismo conformado por países no aliados de Venezuela, entre los que se cuenta a Chile) que declaró como persona «no bienvenida» al presidente Nicolás Maduro, con miras a la próxima Cumbre de las Américas, la que se realizará en la capital peruana.

Junto con eso, desde Chile también se envían mensajes contra el gobierno venezolano y su proceso político. El canciller Heraldo Muñoz ha sido una de las voces más potentes en Latinoamérica en favor de la oposición de ese país. Al mismo tiempo, la derecha, con sectores de la Nueva Mayoría, presionan a la administración Bachelet para retirar la invitación a Nicolás Maduro al cambio de mando del 11 de marzo.

Para obtener un panorama del contexto político-social que se vive, El Ciudadano conversó con el politólogo de la Universidad Central de Venezuela, William Serafino, quien describe la situación como «la aplicación de variadas formas de violencia y castigo por parte de poderes transnacionales contra todos los ámbitos de la vida de la población», y donde -añade- la «oposición no es un cuerpo homogéneo», lo que complejiza más el escenario.

Sarafino expresa que a pesar de la presión para que se cambie la fecha de las elecciones presidenciales, estas se mantendrán para el día original, pues «existe una determinación jurídica y sobre todo política».

Finalmente, el politólogo es claro en señalar que, en este escenario, el chavismo «ha emprendido una reingeniería social y política que -sin dogmatismos ni enredos ideológicos- ha mostrado una respetable eficacia política».

William Serafino

Se ha intensificado la presión interna y exterior sobre el gobierno bolivariano. ¿Cómo se puede describir el escenario político social en Venezuela? 

Sin lugar a dudas luego de las dos victorias electorales del chavismo en 2017, las presiones, sobre todo externas, se han recrudecido a niveles inéditos. El actual escenario político y social de Venezuela está marcado por una disputa central y estratégica; incluso yo diría que hasta histórica: la aplicación de variadas formas de violencia y castigo por parte de poderes transnacionales contra todos los ámbitos de la vida de la población, entre las que caben las sanciones financieras, la manipulación del precio del dólar para estimular la inflación, la orquestación de una fuerte guerra psicológica para deformar los atributos identitarios de la nación y las respuestas oportunas diseñadas por el Gobierno venezolano para dar respuestas a una situación apremiante en lo alimentario y sanitario. El Ejecutivo venezolano entiende que el foco de estas presiones tiene como objetivo fragmentar al Estado-Nación y disolver una cultura política nacional sólida, la única con arraigo histórico en Venezuela, como lo es chavismo.

¿Cómo se toma la denominación de «no bienvenido» que da el presidente de Perú al presidente Maduro respecto de la Cumbre de las Américas, y el «aislamiento» del Grupo de Lima?

Forma parte de una campaña de desprestigio y deslegitimación contra el liderazgo internacional de Venezuela, que marcó un punto de aceleración específico por parte de los Estados Unidos luego de que fuera instalada la Asamblea Nacional Constituyente; con ella, vale destacar, se dio fin al ciclo de violencia y caos propiciado por la oposición. Una decisión que no sorprende, ya que la Cumbre de las Américas, como una extensión de la OEA, es un espacio donde agacharán la cabeza ante Estados Unidos, aunque pudieran mostrarse falsamente descontentos por algunas medidas de Trump. Y también es una medida que encarna grandes contradicciones en medio del transcurrir geopolítico: a finales de enero del presente año, todos los gobiernos del Grupo de Lima enviaron a sus cancilleres al II Foro Celac-China, reconociendo tácitamente la relevancia de Venezuela en el cambio de tectónicas geopolíticas del continente.

¿La mesa de negociación de República Dominicana solo fue un distractor por parte de la oposición? 

No creo que haya sido así. Primero, porque la oposición no es un cuerpo homogéneo; segundo, porque fueron ellos quienes acudieron al llamado del presidente Maduro luego de que en la calle e internacionalmente habían perdido fuerza. Recordemos que luego de las elecciones de gobernadores, un dirigente opositor reconocido, Henry Ramos Allup, rechazó la postura de Luis Almagro sobre la decisión de participar en los comicios; para el Secretario General de la OEA habían sido instrumentos del fraude. Esa división, sumada al avance político del chavismo en medio de la agenda de violencia, provocó que se sentarán en República Dominicana en una posición de debilidad.

Chile se ha unido a los reclamos de la oposición y ha encabezado la posición del Grupo de Lima. Incluso están pidiendo que el presidente Maduro no venga a la asunción del mando de Sebastián Piñera. ¿Qué le parece este hecho?

Totalmente inútil y creo que el efecto político que persigue se diluirá a las pocas horas de que termine la toma de posesión. Una acción así de desproporcionada, más que mostrar fortaleza, evidencia cierto grado de desesperación por afectar la imagen del presidente Maduro con recursos endebles y sin mayor peso específico en la realidad. Con respecto al acompañamiento del Grupo de Lima, es totalmente coherente a su política exterior encadenada a los dictámenes de Washington. Y parecen sentirse orgullosos de ventilar esa total ausencia de soberanía y mérito propio.

«El chavismo viene adaptándose a nuevos escenarios»

¿Existe la opción de aplazar las elecciones?

El CNE ha dado una fecha de las elecciones de acuerdo a lo negociado en República Dominicana con los dirigentes de la oposición. Veo muy poco probable que sean aplazadas, pues existe una determinación jurídica y sobre todo política de que se lleven a cabo el 22 de abril.

El bloqueo se considera como un «golpe blando». ¿Cómo se ha percibido en Venezuela?

Claramente el bloqueo financiero forma parte de una estrategia articulada y multiforme de ataque contra la economía venezolana. Si te fijas, en los últimos resultados electorales en Venezuela la agenda del bloqueo financiero gestionada por la oposición venezolana ha traído efectos negativos en el respaldo de su base política, consiguiendo un aumento del descontento en sus filas y, en consecuencia, pérdidas en las votaciones. Existe un consenso tácito de que esas acciones dañan al país completo, sin distinciones políticas o ideológicas, y de que los planes del gobierno venezolano son los únicos que buscan remendar la situación. Eso explica buena parte de los últimos triunfos electorales del chavismo y el descalabro opositor.

¿Cuál es la situación en el oficialismo y en la oposición frente a este proceso electoral? 

El chavismo parte con una posición de dominio, con una base cohesionada, un liderazgo unificado y con ventaja en el tablero político interno. Además, ha implementado instrumentos para contener el bloqueo financiero y es el único actor político que narrativamente puede capitalizar un aspecto muy arraigado en cultura política venezolana: la defensa del territorio frente a amenazas extranjeras. La oposición, en cambio, aumenta sus fracturas en lo interno, choca permanentemente con las vocerías externas, llámense Grupo de Lima o Luis Almagro, y sufre una grave crisis de credibilidad ante sus seguidores. La encrucijada que se plantea no es para nada sencilla: si un sector decide presentarse a las presidenciales generará rechazo por parte de otros sectores más radicalizados y de los operadores internacionales de Estados Unidos, lo que desmovilizará aún más a su base electoral; si decide conjuntamente no presentarse, la imagen que le darán al país será la de unos simples emisarios, sin agenda propia ni capacidad de decisión, y que deberán acarrear los costos políticos de una agenda de asfixia financiera mucho más grave contra el país.

¿Qué significado le da al Movimiento Somos Venezuela, lanzado la semana pasada por el presidente Nicolás Maduro?

El chavismo, a la luz de la coyuntura, viene adaptándose a nuevos escenarios. Ha emprendido una reingeniería social y política que -sin dogmatismos ni enredos ideológicos- ha mostrado una respetable eficacia política. Una muestra de imaginación propia y capacidad de gestión de conflictos que hace del chavismo una fuerza viva. El Movimiento Somos Venezuela, a mí entender, forma parte de esa reingeniería para adaptarse a escenarios cada vez más complejos, donde la polarización extrema con respecto a coordenadas ideológicas inflexibles podría estar perdiendo peso e influencia en la constitución del voto en Venezuela.

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