Verónica Gago, filósofa de la U. de Buenos Aires: «El movimiento feminista impulsó una dimensión transnacional muy importante»

Académica ofreció una charla magistral en la Conferencia Anual del Consorcio de Centros e Institutos de Humanidades (CHCI), organizada por el Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades (CIEFAH) de la U. de Chile.

Por Absalón Opazo

05/07/2023

Publicado en

Chile / Entrevistas / Feminismo / Género / Portada

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Integrante del colectivo «Ni Una Menos» y autora de best sellers como «La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular», «La potencia feminista. O el deseo de cambiarlo todo» y «Una lectura feminista de la deuda: vivas, libres y desendeudadas nos queremos», la profesora argentina Verónica Gago, académica de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), profesora de Sociología del Instituto de Altos Estudios de la Universidad de San Martín (Unsam), ha articulado en su trabajo el mundo de la investigación, la academia y el activismo desde el feminismo. 

La también investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina fue la invitada de honor de la Conferencia Anual del Consorcio de Centros e Institutos de Humanidades (CHCI), organizada por el Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades (CIEFAH) de la U. de Chile.

La académica estuvo a cargo del discurso de apertura de la cumbre, que reunió a investigadoras e investigadoras de todo el mundo en la Casa de Bello para analizar -desde las humanidades- los levantamientos y revueltas civiles de las últimas décadas. 

En su visita a Chile, Verónica Gago conversó con el departamento de prensa de la U. de Chile. Compartimos a continuación la entrevista completa:

Usted participó en esta cumbre en el 2017 cuando Buenos Aires fue la sede. Este año es una de las invitadas principales del evento. ¿Qué le parece esta invitación?

Bueno, es un honor que me hayan convocado. Estoy muy agradecida. Me convocaron, además, con un tema particular que vengo trabajando, que es la cuestión de la deuda, especialmente la deuda pensada desde una lectura feminista vinculada a las formas de trabajo, a las formas también de movilización política que los feminismos vienen desplegando en este tiempo y que han logrado justamente politizar la deuda.

Así que yo entiendo que la invitación viene porque hay un interés en ese tema, en la perspectiva con la que yo vengo trabajando y, bueno, también como una manera de interlocución con investigaciones y con debates que están sucediendo aquí.

¿Cómo ve hoy el movimiento feminista en la región?

Yo creo que hubo un antes y un después con la pandemia, que es un momento que obliga a cierto repliegue, pero que además coincide en nuestros distintos países con momentos y coyunturas políticas que refuerzan ese repliegue. Aun así en Argentina tenemos un momento extraordinario. Al fin del primer año de la pandemia, en diciembre del 2020, ganamos la ley por el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito.

Fue un momento muy emocionante…

Sí, fue muy emocionante. Sentimos que era una emoción compartida en los distintos países de nuestra región y más allá también. Fue un momento, además, importante después de varios meses de encierro y de tener que estar peleando para que esa lucha no quedara olvidada por la emergencia de lo que era la pandemia. Entonces, eso fue importante, pero creo que lo que podemos llamar salida de la pandemia nos arroja unas condiciones de pobreza, de cansancio, de agotamiento, de intensificación de los trabajos.

En el caso de Argentina, además, con una crisis económica muy fuerte, especialmente debido a la inflación y al endeudamiento externo, lo cual yo creo que complejiza también las condiciones en las que nos movilizamos, nos organizamos, nos logramos reunir, etcétera.

Entonces, yo creo que pasamos de un momento de mucho auge, de mucha movilización de ocupación masiva en las calles, a tener que ocuparnos de ese momento de emergencia en la pandemia y ahora a estar tratando de recomponer algo de ese movimiento en condiciones que son muy distintas.

Parece que la pandemia provocó un retroceso general en la actividad de las mujeres, tanto en la academia como en otros ámbitos. 

Exactamente. Eso es un poco de lo que hablé en mi charla, cómo pensar esa especie de contra efectuación, digo yo, de muchas de las cosas que empezamos a levantar, como consignas de la huelga feminista, sobre el trabajo no pago, sobre los roles de género asociados a las tareas de cuidado, sobre las maneras en que estábamos denunciando la violencia doméstica asociada a la violencia laboral y a la violencia de la deuda, cómo todo eso, de alguna manera, con la pandemia fue por un lado en retroceso, pero de una manera que interpelaba directamente las cosas que venía discutiendo el feminismo.

Entonces, creo que tenemos mucho que discutir sobre eso. Y también porque el nivel de pobreza en el que estamos, de intensificación de las jornadas laborales, virtuales y presencial, también nos ponen en una situación de bastante fragilidad a la hora de organizarnos, además del avance de las derechas.

Estamos viendo el avance de la ultraderecha en Chile y la región. ¿Cómo afecta esta arremetida ultraconservadora en las mujeres y las disidencias? 

En Chile y en Argentina también. Sí, mujeres y disidencias están siendo puestas como objetivo, como blanco de campaña de estas ultraderechas.

Creo que es una suerte de doble pinza, de contraofensiva, entre lo que sucedió en la pandemia a nivel de nuestras condiciones materiales de vida y de existencia y de reproducción, y cómo las ultraderechas están haciendo campaña contra nosotras y nosotres. Y aprovechando también este nivel de precariedad y de crisis, para hacer lecturas en términos bien reaccionarios de lo que significa esta crisis.

En Chile tuvimos la oportunidad de tener una nueva Constitución feminista, en cambio, hoy el proceso está liderado por la ultraderecha. ¿Cómo ve usted este escenario? 

Bueno, yo creo que hay una contrarrevolución, para decirlo en términos que -por un lado- pueden sonar clásicos, pero -a la vez- si vemos estos elementos de los que estábamos hablando, estamos viendo efectivamente eso, una especie de respuesta reactiva, culpabilizadora hacia los feminismos también diciendo ‘fueron demasiado rápido’, ‘plantearon cosas que no se entendieron’.

Eso, más allá de los balances y las autocríticas que podamos hacernos en los distintos movimientos, hay un efecto culpabilizador que está siendo utilizado, que me parece que es complicado.

Es muy complicado porque a veces esas críticas vienen de los mismos sectores de centro y de izquierda…

Exactamente. Me parece que una cosa es que digamos, bueno, ‘cómo analizamos entre nosotras y nosotres el proceso que implicó ese nivel de movilización y esas cosas que nos propusimos hacer’, y otra cosa es decir ‘estuvo mal la masividad, estuvo mal las cosas que planteamos, estuvieron mal las alianzas que propusimos y además somos las responsables en términos de culpa del avance de la derecha’. Me parecen cosas muy distintas. 

Y creo que es también en esa clave culpabilizadora, que ya lo hemos visto en otros momentos en nuestra región. Por ejemplo, siempre lo conversamos con compañeras de la Coordinadora 8M de acá de Chile, cuando fue el movimiento «Ele Nao» (Él No) en Brasil, después del asesinato de Marielle Franco, esa movilización tan enorme, y después se culpabilizó a esa movilización del ascenso de Bolsonaro.

Entonces, digo, cómo se reitera que los feminismos son el chivo expiatorio, que permite supuestamente descargar culpas y explicar los ascensos reaccionarios en distintos momentos en nuestra región.

Usted es parte de uno de los movimientos feministas más importantes del último tiempo, el «Ni Una Menos». ¿Cómo ha sido esa experiencia? 

En Argentina soy parte del movimiento Ni Una Menos, además del colectivo Ni Una Menos, que hoy es parte de una gran coordinación feminista, que tiene instancias importantes para nosotras de organización, como son los 8 de marzo, como son los 3 de junio, como son los encuentros plurinacionales de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. Y también una capacidad desplegada que vamos entrenando para intervenir en las coyunturas.

Me parece muy importante tratar de sostener esas tramas feministas que hemos armado con tanto esfuerzo, aun cuando los momentos no son tan álgidos, tan luminosos ni tan de despliegue. Pero cómo sostenemos esas tramas también para entender lo que está pasando, pensar estrategias en lo que está pasando.

¿Cómo ha sido su vínculo con las feministas en Chile? 

Yo con compañeras de Chile tengo bastante vínculo, con compañeras de la Coordinadora 8M y también con compañeras de la Fundación NODO 21. Y bueno, creo que gracias al feminismo en los últimos años hemos cultivado vínculos, relaciones, coordinaciones, que estamos al tanto unas de las otras, las cosas que se escriben circulan, las fotos de las manifestaciones, de las asambleas, de los encuentros, circulan de acá, de allá. 

Tratamos, me parece, de nutrir esos vínculos y eso creo que porque el movimiento feminista impulsó una dimensión transnacional muy importante, y que es otra de las cosas que me parece que vale la pena sostener y seguir pensando como recurso colectivo de organización. 

¿Qué se viene en su investigación? 

Estoy haciendo una investigación sobre qué pasó con la llamada inclusión financiera en la pandemia, como nuevas formas de deuda. Estoy también tratando de investigar cuáles son las metodologías feministas que estamos muchas tratando de poner en práctica para pensar conceptos, pero también para discutir cuáles son nuestras prácticas políticas y de qué manera hacemos política. Me interesa mucho esta cuestión de las metodologías, así que estoy un poco trabajando en eso.

Verónica Gago y su charla magistral. Foto: Prensa U. de Chile

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