Constituyente paritaria: trastienda y trasfondo del triunfo feminista

Entrevista a Javiera Arce, de la Red de Politólogas

Por Francisco Marín

La persistente lucha por justicia y dignidad de las feministas chilenas alcanzó este miércoles 4 de marzo una victoria sin igual: el Congreso Nacional aprobó que la Convención Constituyente, que se elegiría en octubre próximo -de aprobarse en plebiscito de 26 de abril el remplazo de la actual Constitución Política- estará constituida por similar número de hombres y mujeres.

“Es la primera vez en el mundo en que va a haber paridad de salida en una asamblea constituyente o convención constitucional… yo no sé cómo llegamos a esto”. Es lo que señala en entrevista con Proceso la politóloga Javiera Arce, una de las ideólogas de este proyecto -definido como de “integración paritaria corregida-” que finalmente se aprobó.

Recordemos que el viernes 15 de noviembre, tras cuatro semanas de la más potente revuelta social que se recuerde en Chile, la mayoría de las fuerzas políticas presentes en el Parlamento alcanzaron un acuerdo “Por la paz social y una nueva Constitución”, promovido a regañadientes por el presidente Sebastián Piñera, que contempla la realización del señalado plebiscito en que se consultará a la ciudadanía respecto del remplazo o no de la actual Constitución Política (dictada por el general Augusto Pinochet, en 1980) y en relación al mecanismo para redactar la que le suceda.

Para dar forma legal al Acuerdo por la Paz, el Congreso Nacional sancionó -el 18 de diciembre- una reforma constitucional que definió las reglas del proceso constituyente. Sin embargo, aunque formó parte central del debate, la reforma no incluyó una fórmula de paridad de género que garantizara la participación protagónica de las mujeres en la redacción de la nueva constitución, como reclamaba el movimiento feminista y numerosos líderes de opinión. Tampoco se incluían mecanismos que salvaguardasen la inclusión de candidatos extrapartidarios y de representantes de pueblos originarios: los otros grandes excluidos de la institucionalidad chilena.

Foto: Roberto Muñoz

Por lo mismo, un amplio y transversal grupo de diputadas -entre las que destacaron la socialista Maya Fernández Allende y la oficialista Marcela Sabat- impulsaron un nuevo proyecto de reforma constitucional (boletín 13130). Su fin: que se garantizase la participación de independientes y mujeres.

Dicho proyecto (“de integración paritaria”) fue concebido y redactado por un equipo de la Red de Politólogas liderado por Javiera Arce, Julieta Suarez-Cao y Carolina Garrido. Este texto, pese a los feroces embates que recibió, terminó imponiéndose y fue sancionado con muy pocas modificaciones.

En lo sustancial, el texto aprobado establece que las listas de partidos políticos o pactos en cada distrito electoral, deberán estar encabezadas por una mujer, alternándose, sucesivamente, estas con hombres.

La norma establece que, si al final de la votación algún género resultase sobrerrepresentado, se realizará una corrección paritaria. De esta manera se proclamará convencional constituyente, en lugar del candidato o candidata menos votado del sexo sobrerrepresentado, al candidato o candidata del sexo subrepresentado más votado de la mismo partido, lista o pacto.

El proyecto aprobado requería de 3/5 de los miembros de la Cámara de Diputados y del Senado. Por lo mismo, para avanzar debía necesariamente recibir el apoyo de congresistas de Chile Vamos. Este objetivo parecía inalcanzable hasta este lunes 2 dada la negativa de Piñera a aprobarlo y al hecho que el propio ministro de Interior Gonzalo Blumel cabildeo en contra del proyecto.

No obstante, como clara expresión de la falta de liderazgo presidencial y de la desarticulación del bloque oficialista; y como resultado de la fuerte movilización de mujeres, el proyecto finalmente fue sancionado con el respaldo de parlamentarios del oficialista partido Renovación Nacional (RN).

De esta manera, la mañana del miércoles 4 la iniciativa fue sancionada por la Cámara de Diputados, con 98 votos a favor (cinco más de los necesarios), tres en contra y 52 abstenciones. Contó con el apoyo de la totalidad de diputados opositores presentes (desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista y el Frente Amplio) y con los votos de 15 diputados de RN.

El Senado, a las 19:30 del mismo día, aprobó el reseñado proyecto con 28 votos (3 más de los necesarios), 6 en contra y cuatro abstenciones. Al conjunto de senadores opositores, se sumaron Carmen Gloria Aravena, Juan Castro, Rafael Prohens y Manuel José Ossandón, todos de RN.

La aprobación de este proyecto generó desazón en los sectores más conservadores del país, especialmente los vinculados al filopinochetista partido Unión Demócrata Independiente (UDI). Estos ven como se desarma, ante sus ojos, el entramado institucional originado en la dictadura cívico militar (1973-1990) del que han sido principales defensores.

La aprobación del proyecto de paridad de género, que fue celebrada con algarabía en las tribunas de las dos cámaras del Congreso y también en las redes sociales, se verificó en medio del recrudecimiento de las protestas callejeras a lo largo y ancho de todo Chile. Además, ocurrió en la antesala de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que este año fue más masiva y contestataria que nunca.

FIN AL PATRIARCADO

La magíster en Ciencia Política, mención Instituciones y Procesos Políticos, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Administradora Pública de la Universidad de Chile Javiera Arce (34) sostiene en la entrevista que el reseñado logro hay que ponerlo en contexto.

“Desde el 18 de octubre hay una crisis social y política que ha resultado determinante”. También indica como sustancial el impulso generado por el colectivo Lastesis: “nos ayudaron demasiado”.

Javiera Arce. Foto: Pablo Quiroz

Javiera Arce sostiene que resulta interesante del proyecto aprobado el hecho que la oposición política abriera espacios para que entrara la sociedad civil “y dejara que propusiéramos -como Red de Politólogas- un proyecto… todas las políticas con enfoque de género requieren de la sociedad civil”, explica.

“Cuando se abrió la ventana de oportunidades, pudimos entrar y mostrar nuestra
propuesta y someterla a consideración”, acota nuestra entrevistada.

A nivel teórico Arce dice que lo sucedido en este caso se enmarca en lo que a nivel de la Ciencia Política se ha definido como policy window. “En algún momento de la coyuntura histórica ocurren sucesos que permiten instalar temas repentinamente, que se abra una ventana de política en la que aparecen las, los, les emprendedores de políticas que entren con sus propuestas”.

Arce puntualiza que, en medio del desorden político existente, existen factores circunstanciales que nada tienen que ver con programas ni proyectos de largo plazo, que incidieron en la aprobación de este proyecto de paridad de género. En ese sentido señala que muchos votos de derecha se decantaron ante el deseo de no quedar fuera del momento histórico y cultural en que vivimos: “hoy es in ser feminista y es out ser machista”.

La investigadora afirma que con el nuevo marco legal va a existir “la oportunidad de generar un texto constitucional menos patriarcal” que el que hay “porque vamos a tener la mitad de mujeres dentro -de la Convención- presionando para cambiar el género del contrato social”.

Añade: “El Estado, la democracia y sus diversas instituciones, han sido construidas por hombres y en clave masculina”.

Arce -que nos recibió en su estudio de Valparaíso, a pocas horas de establecida la
paridad en la constituyente- es de la idea que “el feminismo no avanza si no hay movimiento social”.

No obstante, expone que para que se materialicen los avances “es clave que haya mujeres pensando la institucionalidad”.

Adscribiendo a las tesis del “feminismo institucional”, Javiera Arce plantea que “mientras más mujeres haya en las instituciones, más posibilidades hay de transformarlas”.

La académica señala que abrir el espacio a las mujeres no sólo cambiará las materias que les incumben a ellas, si no que permitirá atender las problemáticas de otras minorías como niños, adultos mayores, grupos LGTBI, personas en situación de discapacidad y “otras que no sean hombres, heterosexuales, que tengan una funcionalidad normal”.

En esa línea argumentativa, señala que esas miradas diversas permitirán “que la generación de políticas públicas sea distinta” puesto que “habrá más apertura a considerar las desigualdades”.

Pese a esta mirada optimista, la cientista política es consciente de los riesgos que
se ciernen sobre la democratización de la sociedad chilena y de la inclusión equitativa en ella de las mujeres, dadas las lógicas capitalistas y patriarcales de la elección de candidatos; la forma en que funciona el financiamiento de las campañas, y el desigual acceso a los medios de información masiva, todo lo cual podría socavar el rol transformador de la Convención Constituyente.

Por lo mismo, apunta que para evitar dichas distorsiones se hace necesario generar una gran alianza entre todo el arco opositor -desde el centro político hasta la izquierda- que incluya a independientes. Además, propone que previó a la elección de delegados se definan los mandatos políticos con los que estos acudirán a la convención constituyente.

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