La ONG estadounidense no cesa de intervención en el país bolivariano

Freedom House carga sus baterías contra Venezuela

Esta organización está conectada al aparato de inteligencia gringo y evidencia la determinación que tienen las corporaciones de intervenir (bajo distintas tácticas) en la situación venezolana. Ayudó a preparar política y financieramente a la oposición venezolana y financia al bufete de abogados Foro Penal, defensor de agentes irregulares y violentos que han participado en hechos desestabilizadores como “La Salida” de 2014

El pasado 31 de enero Freedom House, en la publicación de su informe anual, declaró a Venezuela desde este 2017 como país “No libre”. O lo que es lo mismo: declaró a Venezuela como “una dictadura”, donde se violan todas las convenciones internacionales y se restringen derechos de manera generalizada.

Desde el año 2000 hasta 2015, Freedom House había catalogado a Venezuela en sus informes como país “Parcialmente Libre”. Desde el advenimiento de la Revolución Bolivariana comienza a marcarse esa tendencia y en años previos el país era catalogado por esta ONG como “Totalmente libre”, pese a las violaciones de derechos humanos y agotamiento político de la Cuarta República, según especifica un trabajo del portal Cubadebate.

Freedom House fue una de las principales agencias intelectuales y propagandísticas que Washington utilizó para el diseño y creación de la OTAN. De ahí en adelante (y sobre todo después de que la administración Reagan creara la NED como un brazo civil de la CIA) su papel ha consistido en formar y financiar disidentes, coptar intelectuales y partidos políticos, contribuir en campañas de propaganda (mediante sus tentáculos en los grandes medios internacionales) y generar expedientes pro-intervención en todos aquellos países adversos a las políticas de la Casa Blanca. Nació primero para frenar la expansión de la URSS y luego a todo aquel proyecto que atentara con la dictadura de las corporaciones a nivel global.

Por ejemplo, en Venezuela, según distintas investigaciones, Freedom House ayudó a preparar política y financieramente a la oposición venezolana y financia al bufete de abogados Foro Penal, defensor de agentes irregulares y violentos que han participado en hechos desestabilizadores como “La Salida” de 2014.

También tipifica a las naciones, un ejemplo de esto es que los países que comparten la nueva calificación de Venezuela como país “No Libre” son Rusia, China, Irán o Siria, entre otros. Demostrando así como Venezuela está enmarcada en el mismo compás de agresión geopolítica que arropa a los bloques emergentes de poder que actualmente desafían la hegemonía de Washington.

Pero aparte de recibir financiamiento del Departamento de Estado de EEUU, Freedom House está conectada al aparato de inteligencia gringo. Tanto así que quien dirigió esa ONG durante los primeros años de la década de 2000 fue James Woolsey, ex director de la CIA.

No sólo es que el informe plantea un salto negativo en cuanto a la situación de Venezuela en el ámbito internacional, o al menos de cómo debe ser percibida desde esta ONG. Lo realmente importante de su calificación es que esta organización está conectada a los principales aparatos del sistema (ONU, Banco Mundial, FMI, OTAN, etc.) y funciona como una fuente privilegiada a la hora de que estas instituciones tomen determinadas acciones contra un país.

Es decir, las sanciones financieras, parte de la guerra económica contra el país caribeño, preparación de intervenciones y agresiones políticas (vía revoluciones de color/golpes de Estado) tienen como antecedente las calificaciones de Freedom House, quienes promueven la narrativa y los expedientes que le dan sentido, justificación y credibilidad internacional. Le imponen una imagen que secuestra y decide cómo es percibido un determinado país.

Este informe de Freedom House no es cualquier acción. Es un paso más en la clara determinación que tienen las corporaciones de intervenir (bajo distintas tácticas) en la situación venezolana, presionando por vías no convencionales la salida del chavismo del poder. Multiplican argumentos a su narrativa pro-intervención. Las corporaciones no esperan por la MUD ni por nadie. Tienen su plan y activan sus dispositivos para llevarlo a cabo, como lo hacen en Rusia, China, Irán y Siria.

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