Historia

10 muertes ridículas en la Historia

La muerte es premeditada, esperada o una completa sorpresa

Por Ángela Barraza

17/10/2014

Publicado en

Actualidad / Historia / Mundo

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La muerte es premeditada, esperada o una completa sorpresa. Cuando es ésta última puede venir en varias formas: un ataque fulminante, mientras se está en un sueño profundo o por un accidente, algunos aparatosos, repletos de tragedia o ridículos. Las muertes ridículas son recordadas por lo inverosímil de la situación, pero en ello radica su popularidad: en la imposibilidad de imaginar un fin de tragicomedia.

Estas son algunas de las muertes más ridículas ocurridas a lo largo de la historia.

Calcas

Calcas fue un poderoso adivino de la mitología griega a quien Apolo entregó el don de la profecía. Entre otras cosas, predijo que la guerra de Troya duraría 10 años. Mientras plantaba viñas en su casa, un vecino le profetizó su muerte, incluso, antes de poder beber el vino de aquellas uvas.

Cuando el fruto estuvo maduro, Calcas invitó al vecino para que presenciara cómo bebía del vino. Cuando Calcas se dispuso a tomar de la copa, el vecino repitió lo que le había dicho antes, lo que provocó un fuerte ataque de risa al adivino griego hasta que murió por permanecer varios minutos sin respirar.

Harry Houdini

El ilusionista y escapista húngaro de origen judío y quien en los últimos años de su vida se dedicara a la exploración del espiritismo, dejó el mundo de los vivos a causa de un golpe mortal propinado por un universitario. En 1926, unos estudiantes retaron al mago a recibir golpes en el abdomen para comprobar su resistencia física. Houdini aceptó y, se dice, se mantuvo firme frente a los constantes golpes hasta que uno le reventó el apéndice y derivó en peritonitis, lo que significó su muerte un par de días más tarde.

Franz Reichelt

El sastre franco-austriaco tenía reconocimiento en su oficio cuando diseñó un modelo de paracaídas. Decidió probar su invento, primero, con un muñeco, el que lanzó desde la Torre Eiffel, entonces la construcción más alta del mundo, el muñeco cayó y se estrelló contra el suelo, pero Reichelt dijo que esto había sucedido por la imposibilidad del juguete de abrir los brazos.

Así, el sastre decidió que debía ser él quien probara el paracaídas, por lo que consiguió el permiso de las autoridades para realizar tal hazaña. El 4 de febrero de 1912, Reichelt se lanzó desde el monumento francés, su destino quedó enclavado en el agujero del pavimento.

Jack Daniel

El famoso destilador estadounidense y fundador de la marca de whiskey del mismo nombre murió de una infección en un dedo del pie. Se dice que un día por la mañana, cuando Jack se disponía a salir temprano a trabajar, intentó abrir su caja fuerte pero no recordó la combinación, enfurecido por el incidente, pateó fuertemente la caja con el pie hasta que se lastimó un dedo. La herida derivó en una infección y murió por envenenamiento de sangre en 1911.

Bobby Leach

Famoso por lanzarse a las cataratas del Niágara dentro de un barril, a Bobby Leach le gustaba recorrer circos, teatros y salas de conferencias contando su valerosa hazaña, además de posar en un sinfín de fotografías junto a su barril. Su muerte vino en una de sus giras por Nueva Zelanda, cuando, caminando, resbaló con la cáscara de una naranja. La pierna se le rompió e infectó al punto que tuvieron que amputársela hasta que, finalmente, murió.

Isadora Duncan

Considerada la creadora de la danza moderna, a Isadora Duncan se le reconoce por establecer un estilo único en la danza, alejado de los patrones clásicos imperantes y añadiendo a su técnica expresiones artísticas de la Grecia clásica: convirtió a la danza en una puesta en escena con movimientos libres y una estética propia en la que se dejaba ver descalza, utilizando túnicas vaporosas (que dejaban al descubierto su cuerpo) y el cabello suelto, acciones que suponían una ruptura con la danza clásica desde la superficie.

Una noche de septiembre de 1927 la muerte sorprendió a la bailarina cuando la chalina que llevaba alrededor de su cuello se enredó en la llanta de su automóvil mientras manejaba.

Tennessee Williams

El dramaturgo estadounidense famoso por obras como Un tranvía llamado deseo, La gata sobre el tejado de zinc o La rosa tatuada, murió cuando al intentar abrir un bote de pastillas con la boca, la tapa salió disparada hacia su garganta y lo asfixió.

Antonio Gaudí 

El 7 de junio de 1926, cuando el arquitecto catalán Antonio Gaudí se dirigía a la construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, símbolo de Barcelona y su obra cumbre, fue atropellado por un tranvía que, se dice, circulaba a una velocidad más bien lenta. Por su aspecto descuidado fue confundido con un mendigo y no fue hasta días después que reconocieron al célebre arquitecto, cuyo destino fue despedirse del mundo desde la cama de un hospital.

Allan Pinkerton

El fundador de la Agencia Pinkerton, la primera agencia de detectives en el mundo, murió cuando un día, al resbalarse, se mordió la lengua, la que se le infectó y lo llevó a la tumba.

Hans Steininger

El austriaco, famoso por poseer la barba más larga del mundo (casi un metro y medio), murió cuando, en un incendio, olvidó enrollar su barba mientras huía, la pisó y se tropezó hasta romperse el cuello.

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