Columna de opinión

¿Por qué mar para Bolivia?

En momentos en que las relaciones con Bolivia están en un grado históricamente bajo, vale la pena recordar propuestas canalizadas por anteriores gobiernos de muy diversos y antagónicos signos, que han acercado posiciones sobre la base de la integración de nuestros pueblos. El autor de este texto ha sido gestor y protagonista de aquellas propuestas.

 

Un tema de trascendente importancia, aún cuando no faltan quienes sostienen lo contrario. Que se discuta aún -y más que nunca- cuando ha transcurrido más de un siglo desde la guerra del Pacífico (1879), lo que me hace recordar, medularmente, las expresiones de dos personalidades notables: uno, chileno y el otro, boliviano.

Sostenía Vicente Huidobro que “todos hablan, pero nadie dice (o soluciona) nada”. Y afirmaba Daniel Salamanca que, con esta guerra, Chile se había enriquecido enormemente… Ahí están, por ejemplo, el salitre y el cobre.

Lo que me obliga a otra reflexión no insensata y que a mí mismo me sorprende: dos historiadores chilenos de reconocido prestigio, aunque de ideologías muy opuestas, uno de derecha y el otro de izquierda (no la actual, ciertamente…), que sin embargo coinciden plenamente en que Chile, antes de ese lamentable Conflicto Bélico, ¡no tenía Deuda Externa! Pero, después, sí… Y se dio inicio en esta forma, a nuestra creciente dependencia extranjera. Situación tan preocupante, nefanda y engañosa que, cuando seguimos endeudándonos más -como en el Gobierno anterior al actual- ya ni siquiera nos damos cuenta… ¿Dónde fueron a parar realmente esos miles de millones de dólares?

¡Es para reflexionar!

Sobre todo, en vísperas de próximas Elecciones Presidenciales en que el autor de tamaño endeudamiento, se repostula…

Nos pasó como a los nuevos ricos, que suelen dilapidar y ostentar, más allá de sus verdaderas capacidades económicas. Bueno sería leer o releer “Los Trasplantados” o “La Vorágine”, relato en el cual las mujeres aborígenes quedaban subyugadas por simples cuentas de vidrio con que los invasores “las conquistaban”.

Tengo la certeza personal y fundada de que este desentendimiento entre Bolivia, Perú y Chile se debe, antes que nada, a la supuesta y glorificada “especialización” -no raro infecunda- de quienes -diplomáticos “de carrera”- han participado en las repetidas reuniones ya celebradas entre Chile y Bolivia, particularmente. Y también Perú, que debe dar su aquiescencia, de acuerdo con un Tratado Internacional específico. Y éste, a mi juicio, puede y debería ser el mérito mayor o aporte principal de mi libro “¿Por qué mar para Bolivia?”. En él, desde luego, sobresale un hecho absolutamente fundamental: tuve el privilegio -tal vez inmerecido- de que el Presidente Salvador Allende me encargara la redacción del texto en cuya virtud el Gobierno de Chile “accedía” a dar a Bolivia una salida soberana al mar Pacífico. No a cambio de territorios porque, como debe saberse, nuestros hermanos no aceptan compensación territorial -como erradamente hace poco ha creído el Sr. Mayol-, sino que de aguas, las que podrían regar todo nuestro gran desierto de Atacama y con ello enriquecer enormemente nuestra economía agrícola.

Pero luego -y esto es quizá lo más importante o difícil de creer-, el gobierno de Augusto Pinochet también me autorizó  -como informó la prensa- para que yo lo representara extraoficialmente en esas mismas gestiones. Abarcando, ciertamente, las conversaciones  con las autoridades de Bolivia y Perú. Y todavía, parecerá más inverosímil que en ambos casos los tres países estuvieran al borde mismo de consolidar un tratado internacional que solucionaba definitivamente este “conflicto”, según explico en el texto de mi libro, fundadamente.

Además, entre otros, abordo una “conferencia” que ofreció en el Club de la Unión ante nutrida concurrencia el ex-diputado de Renovación Nacional, Luis Valentín Ferrada, la que contiene significativos alcances… Lo que años atrás parecería imposible de haber acontecido. Siendo en gran parte coincidente con la propuesta que yo analizo y, enfatizando el hecho de que -como yo expresara en el texto que me encomendó el Presidente Allende-,  para asegurar la aquiescencia de Perú se crearía un verdadero Centro Internacional con Soberanía Compartida entre los tres países, lo cual traería como consecuencia la creación de una verdadera Ginebra en América Latina. También con grandes y benéficos resultados no sólo de orden económico, sino también político, de nuestras tres naciones soberanas.

 

Por ello, entre otros, abordo también el tema sobre la “teoría de la argumentación” -de Chaím Perelman- que parecen haber olvidado nuestros “diplomáticos de oficio”. Según esta, por sobre el concepto mismo de la “racionalidad” profundizado por Kant, debe igualmente considerarse el de la “razonabilidad”, que es mucho más complejo pero que, sin embargo, podría constituir la llave maestra para una solución final y definitiva de un problema que necesariamente debemos superar.

Es precisamente sobre la base de estas sumarias consideraciones, que estoy formulando ante una universidad de Santiago la creación en Chile de una cátedra sobre “Integración Latinoamericana”: no tan sólo en mérito de los alcances formulados, sino porque además -y respaldándolos incontestablemente- es justamente un chileno “El Precursor de la Integración Latinoamericana”, según documentadamente lo demostrara el autor de un importante artículo divulgado ya hace años, pero que nosotros los chilenos mayoritariamente aún parecemos ignorar u olvidar: Raúl Silva Castro, destacada figura de nuestras letras (miembro de la Academia de la Lengua) y autor de diversos libros. Como él señala, sugestivamente, Juan Egaña Risco, sin embargo, nació en Perú y la propuesta que él formuló data de 1810,  por tanto anterior a Bolívar. Es más: su propuesta fue presentada aún antes de la Declaración de Independencia a las propias autoridades españolas. Y es un texto muy completo, que ningún chileno debiera ignorar. Destacando la circunstancia -tan vinculada con el tema-, de que en una parte significativa del texto él plantea que a lo menos esta unión o integración debe existir entre cuatro países del Cono Sur de “Nuestra América”: Perú, Bolivia actual, Chile y Argentina.

De hecho, esta cátedra -Integración Latinoamericana- existe actualmente en sólo dos países: Colombia y Argentina. Si en definitiva y como debe ser, ésta también se diera en nuestro país, el paso siguiente, como lo he planteado, será organizar en Santiago o Valparaíso un gran Congreso Internacional de Académicos o Universidades, para abordar de consuno este fundamental desafío que, si alcanzado o consolidado, fundamentaría absolutamente el rescate de nuestras soberanías nacionales que, como nadie tiene derecho a ignorar, en la actualidad y crecientemente están siendo pisoteadas o avasalladas por otras supuestas grandes potencias. Estas, como advertía Balmaceda, nos están transformando en meras factorías extranjeras, lo que constituye un verdadero insulto y también una vergüenza que, lamentablemente, por el creciente número de individuos chilenos que venden -vendepatrias- o comprometen a vil precio nuestros recursos naturales, están de hecho entregando nuestra soberanía nacional.

Concluyo, formulando encarecidamente un llamado a todos los chilenos bien nacidos, para respaldar la concreción de esta propuesta que, no sólo beneficia a algunos, sino que a todos los habitantes de nuestra República.

*Artículo publicado en la edición nº 215 de El Ciudadano.

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