Bregaron en los salitrales costrosos de la pampa, en el desierto más árido del mundo y fueron el sacrificio para bien de otras generaciones

Han pasado 116 años de aquella mañana en la Escuela Santa María cuando miles de obreros pampinos marcharon hacia el puerto de Iquique para pedir 8 horas de trabajo, la respuesta del gobierno fue exterminarlos.

Bregaron en los salitrales costrosos de la pampa, en el desierto más árido del mundo y fueron el sacrificio para bien de otras generaciones

Autor: El Ciudadano

Por Roxana Areyuna

Los días en la pampa salitrera son calurosos 40 ° a la sombra aproximadamente. Se llama desierto porque a miles de kilómetros no crece nada verde, excepto que vivas cerca del bosque de tamarugos, pero los campamentos mineros se encontraban muy lejos de allí.

El cronista y escritor Senen Durán logró contar 400 oficinas salitreras inscritas debidamente, no obstante según los relatos, alrededor de las oficinas oficialmente emergían campamentos informales y n o tenía la calidad de oficina. Estos asentamientos carecían de los suministros básicos como agua, electricidad y /o alcantarillado, sumado a la miseria de los obreros y sus familias, tampoco contaban con servicios mínimos de salud.

Conseguir mano de obra barata era el objetivo de los dueños de las Oficinas Salitreras, quienes a manera de engaños enviaban (enganchadores) al Sur de Chile a buscar jóvenes fuertes y saludables, les decían que aquí se llenarían de riquezas y podrían ayudar a sus familias. De esa manera los inocentes embaucados partían con esperanzas detrás del “enganchador “quienes eran embarcados hacia el desierto.

Se trataba de cientos de adolescentes analfabetos que huían de la pobreza en el campo.

Los relatos dan cuenta que la trata de hombres saludables venía siendo costumbre ya, desde la guerra del pacífico. De esta manera se repetía el mismo sistema para atrapar la inocencia de un adolescente con sueños.

Algunos relatos cuentan que más de algún veterano pampino logró con los años sobrevivir y volver a su tierra para advertir a sus familiares de la trampa del embaucador, de esa manera se le esperaba para cortarle la cara, se corría la voz de pueblo en pueblo que si se veía un hombre con cicatriz en la cara, que se le había marcado por ser un repudiable “enganchador”.

La trampa laboral

Al llegar al puerto de Iquique o Pisagua, después de un cansador viaje en las bodegas de alguna galera de pescadores, los obreros eran trasladados a distintas oficinas donde eran vendidos como carne fresca.

No había ningún modo de regresar a casa, el desierto no tiene caminos y los obreros eran obligados a trabajar como esclavos, 16 horas al día; el pago no era con moneda nacional , si no , con fichas que solo servían para la oficina donde trabajaban.

En un principio no había condiciones mínimas para su resguardo, con los años se edificaron los llamados “Buques “que eran habitaciones para solteros. Los primeros meses de trabajo los obreros no veían fichas, estas eran descontadas para pagar la indumentaria y herramientas de trabajo que se les otorgaba.

Había mujeres y niños en los paupérrimos campamentos, las mujeres aimaras, bolivianas y chilenas que bajaron de las quebradas acompañando a sus esposos.

Así ellas al calor del fogón introdujeron la cultura culinaria andina, rica en proteína que brindaba energía a los agobiados obreros. También usaron los conocimientos de yerbas medicinales para sanar los males.

Es mejor no pensar que ocurría cuando una persona tenía un dolor de muela, un fuerte puñetazo en el rostro y la muela salía volando entre otros dientes de pasada.

Los niños crecían y a muy temprana edad servía para ir a trabajar a la faena, poner cartuchos de dinamita en lugares donde no cabía un hombre era su arriesgada labor.

Entonces ni hablar de derechos humanos o derechos del niños, la política de los administradores era tener obreros fuerte pero analfabetos, así podían dominarlos siniestramente.

Hasta que un día llega Luis Emilio Recabarren y reparte un periódico informando a los obreros que la unidad los ayudará a salir de esta precaria situación, les informa sobre sus derechos y se comienza a urdir el Movimiento Social Obrero, en la pampa salitrera.

Un día de diciembre alrededor de 20.000 o más personas deciden partir junto a sus familias hacia el puerto de Iquique para pedir que se les respeten tres derechos básicos, 8 horas de trabajo, un sueldo mínimo pagado en dinero y el pago de indemnización por accidentes.

Durante el gobierno de Pedro Montt y el ministro del Interior Rafael Sotomayor Gaete designa al general Silva Renart para que controle la situación de los pampinos.

En la ciudad de Iquique el 21 de diciembre de 1907 se encontraba en estado de sitio, y las familias de obreros fueron alojados en la escuela Santa María.

Negociación no hubo, las tropas del general asesinaron a todo lo que respiraba dentro de la escuela, madres con sus hijos en los brazos, niños gritando asustados, padres intentado proteger a sus hijos.

Han pasado 116 años desde aquel día, otros hombres cada 21 de diciembre se acercan a la escuela Santa María para dar Gracias a las familias sacrificadas por conseguir las 8 horas laborales que hoy tenemos todos los trabajadores.

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