A 25 años: Los 503 días de Pinochet detenido en Londres

"Le seguimos a todas partes, hasta el final", relatan los exiliados chilenos que vivieron los 503 días que pasó el dictador detenido en Londres, tras ser arrestado por la policía británica en la capital inglesa, el 16 de octubre de 1998.

Por Leonardo Buitrago

16/10/2023

Publicado en

Chile / Justicia y DD.HH / Portada

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El 16 de octubre de 1998, Augusto Pinochet fue arrestado por la policía británica en la capital inglesa donde se encontraba por una intervención médica. Al cumplirse 25 años de este evento de relevancia político-jurídico internacional, integrantes del llamado «piquete de Londres» recuerdan cómo siguieron al dictador durante los 503 días que duró el proceso que culminó con su regreso a Chile el 03 de marzo de 2000.

Gloria Miqueles, Stella Franceskides y José Lavín, relataron The Guardian la lucha que emprendieron junto a otros cientos de exiliados chilenos para que se concretara la extradición de Pinochet , luego de la orden de detención emitida por parte del juez de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, por implicación en los delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas ocurridos en nuestro país durante la dictadura militar.

«Cuando me enteré de la noticia, salté y grité como si estuviera celebrando un gol de fútbol», afirmó Lavín, quien fue detenido y torturado durante el brutal régimen de Pinochet, por formar parte de las filas del Partido Comunista de Chile.

 
Gloria Miqueles, Stella Franceskides y José Lavín se reúnen en torno a una mesa apilada con cientos de fotografías en el archivo de la Universidad de East London. Foto: The Guardian.

Tras llegar como exiliado a Reino Unido en 1977, durante años vio con impotencia cómo Pinochet realizaba frecuentes viajes a Londres, donde era recibido con un trato VIP por el Ministerio de Asuntos Exteriores y disfrutaba de fiestas del té con su íntima amiga Margaret Thatcher.

Sin embargo, Lavín pudo ser testigo de una noticia que sorprendió al mundo la mañana del 16 de octubre de 1998. Mientras convalecía de una operación menor de espalda, el general de 82 años fue detenido en la London Clinic por la orden de arresto emitida por el juez Garzón.

Tras el arresto, Lavín junto a Miqueles, Franceskides y cientos de exiladas chilenos formaron parte del movimiento que siguió la detención del dictador en Gran Bretaña y exigía su rápida extradición a España.

A principios de 1998, Pinochet se había retirado como jefe del ·Ejército y había asumido el cargo de primer senador vitalicio del país, un papel que creó para sí mismo mientras estuvo en el poder. Meses después viajo a Londres para recibir tratamiento médico, y suponía que sus fueros como ex mandatario lo protegerían del pedido de extradición de Garzón.

Sin embargo, el magistrado español, apoyado en el principio de «jurisdicción universal», logró que la justicia británica detuviera al exgeneral, acusado de crímenes de lesa humanidad. 

En esa oportunidad, los tribunales británicos rechazaron el argumento de Pinochet de que tenía derecho a la inmunidad como ex jefe de Estado, lo que supuso un hito en la política y el derecho internacional.

Exiliados chilenos protestan en las afueran del London Clinic en octubre de 1998. Foto: Matthew Fearn/PA

«Le seguimos a todas partes, hasta el final»

Tras su salida del hospital (London Clinic), Pinochet decidió refugiarse en una mansión residencial de Surrey mientras los tribunales debatían su destino. Hasta allí lo siguieron los exiliados chilenos que exigían su extradición a España.

«Le seguimos a todas partes, hasta el final», relató a The Guardian Stella Franceskides, quien para esa época regentaba un restaurante chileno, El Vergel, con su marido también exiliado.

Franceskides y los trabajadores de Vergel se aseguraban de que hubiera sopa suficiente para los manifestantes que desafiaban los fríos días de invierno.

Recordó que en oportunidades el frío era tan extremo que las banderas de protesta se congelaban, pero el piquete londinense nunca se rindió, coordinando un sólido programa fuera de los cuarteles de Pinochet que incluía barbacoas, conciertos y obras de teatro.

No obstante, los chilenos exiliados que formaban parte de este movimiento también debieron enfrentar agresiones y ofensas por parte de los seguidores del dictador.

Cuando Pinochet apareció en Belmarsh, el piquete de Londres se enfrentó a grupos pinochetistas. Sylvia Velásquez, exiliada, relató al citado medio, cómo abuchearon a una amiga activista que hacía campaña por su marido desaparecido.

«Le tiraron un saco de huesos a la cara y le dijeron que lo habían encontrad», recordó al tiempo que destacó que «era una mujer fuerte, pero esa fue la primera vez que la vi quebrarse».

Pinochet compareció por primera vez ante el tribunal británico el 11 de diciembre de 1998. El 24 de marzo del año siguiente, el Comité de la Cámara de los Lores decidió que solo podía ser extraditado por las acusaciones de delitos de tortura y conspiración de tortura cometidos después del 8 de diciembre de 1988.

El 8 de octubre, el tribunal de Bow Street, liderado por el juez Ronald Bartle, aprobó su extradición a España por tales delitos. Sin embargo, tanto la defensa, como el entonces presidente Eduardo Frei presionaron pata que el dictador regresara a Chile, usando como argumento su avanzada edad y mal estado de salud.

«Pinochet empezó a utilizar una silla de ruedas y aparecía confuso y frágil en las encuestas médicas. En marzo de 2000, tras 17 meses de arresto domiciliario, los médicos declararon que no estaba en condiciones de ser juzgado, lo que llevó al ministro del Interior, Jack Straw, a concederle la libertad por razones humanitarias», recordó The Guardian.

El 02 de marzo de 200 Pinochet tomó un avión de la FACh de regreso a Chile,​ siendo recibido al día siguiente por el que fuera entonces comandante en jefe del Ejército de Chile, Ricardo Izurieta.

«La salud de Pinochet se restableció milagrosamente en el avión de regreso a Chile. Inmediatamente después de su llegada, ya no necesitaba silla de ruedas y se le vio pasear con confianza por el aeropuerto para saludar a sus partidarios», destacó el citado medio en su artículo.

Para los integrantes del piquete de Londres, el hecho de que Pinochet regresara a Chile y no fuera extraditado a España fue un golpe muy duro. Sin embargo, 25 años después señalan que para marzo de 2000 el dictador estaba acabado.

«Pinochet era un hombre acabado, un criminal reconocido», afirmó Gloria Miqueles.

Repercusiones del arresto a Pinochet más allá de Chile

A juicio de la analista y escritora, Francesca Lessa, la detención de Pinochet en Londres el 16 de octubre de 1998 «tuvo repercusiones mucho más allá de Chile.

La autora de The Condor Trials: Transnational Repression and Human Rights in South America (Los juicios del Cóndor: represión transnacional y derechos humanos en Sudamérica, afirmó que Pinochet fue el rostro más notorio de una serie de dictaduras que se sucedieron en Sudamérica en las décadas de 1970 y 1980.

La detención del dictador no sólo marcó un hito en el derecho internacional, también inspiró un cambio de paradigma. Varias organizaciones de América Latina comenzaron a investigar los abusos de derechos humanos cometidos en sus propios países.

«Los activistas pensaron: si esto puede ocurrirle a Pinochet, podemos poner las cosas en marcha en (otros) contextos», planteó a The Guardian.

Tras su detención en Reino Unidos, los tribunales chilenos solicitaron con éxito el desafuero de Pinochet, y posteriormente se le presionó para que dimitiera de su cargo de senador vitalicio.

Al respecto, Lessa atribuye a la creatividad y resistencia del piquete de Londres el mérito de incentivar la acción: «Sin los esfuerzos de los activistas, la política de impunidad habría tenido más fácil imponerse», afirmó.

«Solo quedaba una opción, u ordenabas la detención o dejabas que se marchara», afirmó el juez Baltazar Garzón.

Juez Garzón: «La historia cambió»

Para el juez Baltazar Garzón, el arresto de Pinochet hace 25 años permitió que se produjera «un cambio histórico».

«El Chile del que salió Pinochet y al que volvió 500 y pico días después tras ser detenido en Londres ya no era el mismo», dijo al tiempo que calificó la orden de arresto que emitió en su contra como un hecho «ordinario dentro de la dinámica del trabajo»

En una entrevista concedida a la agencia EFE, Garzón recordó que en octubre de 1998 le comunicaron que Pinochet estaba en Londres pero que regresaría a Chile el día 17, por lo que el 16 decide emitir la orden de detención en coordinación con Scotland Yard y otro juez que investigaba los crímenes de la dictadura chilena.

«Solo quedaba una opción, u ordenabas la detención o dejabas que se marchara, en mi caso lo tuve absolutamente claro, la obligación de un juez que está investigando los hechos criminales catalogados en aquel momento como terrorismo y torturas, era una decisión que no podía dejar pasar, hice lo que tenía que hacer», relató.

También se refirió a la decisión que tomó el Gobierno británico de negar la extradición a España por motivos de salud de Pinochet.

«Nunca me hubiera perdonado no hacerlo, España ganó la extradición para juzgarlo pero fue entregado, por decisiones del Gobierno británico con el Gobierno chileno, a Chile, pero yo creo que ocurrió algo fundamental y es que la historia cambió», planteó Garzón.

Destacó que en ese tiempo que Pinochet pasó en Londres, «los procesos judiciales que venían adelantándose se consolidaron y a partir de ahí fue beneficioso para las víctimas y la justicia frente a este tipo de crímenes masivos, que atenta no solo contra las víctimas sino contra la esencia de la democracia».

El dictador murió el 10 de diciembre de 2006 con más de 300 cargos pendientes y según Amnistía Internacional- más de 2.000 casos individuales de violaciones de derechos humanos fueron interpuestos en su contra.

Al cumplirse 25 años del arresto de Pinochet, los miembros del Piquete de Londres hacen un llamado a las nuevas generaciones a seguir luchando por la verdad, la reparación y la justicia en los casos de los detenidos desaparecidos durante la dictadura.

«Hemos seguido todo este tiempo porque todavía hay familias que buscan a los desaparecidos. Ya somos mayores. Necesitamos que la gente continúe para que no se olvide», afirmó Sylvia Velásquez.

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