Chile:

Arauco tiene una pena: Matías Catrileo

Ayer martes 6 de enero se realizó una marcha para no olvidar que hace ya siete años Matías Catrileo murió con un disparo policial y aún no se hace justicia.

Por Arturo Ledezma

07/01/2015

Publicado en

Chile / Justicia y DD.HH / Portada

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Son siete años desde que Matías Catrileo murió con un disparo por la espalda. Siete años en que la impunidad es una palabra que sigue sonando en la cabeza de los que salen a la calle a pedir justicia. “Afirmo señor Ministro que se murió la verdad” diría la Violeta Parra. Porque insisto, son siete años y Walter Ramírez, el carabinero que mató a Catrileo, no ha cumplido un solo día de ese presidio que a veces es tan rápido de conseguir cuando el que dispara no tiene uniforme o apellido de vino tinto. Y claro, pensamos de inmediato en Martincito Larraín saliendo de un homicidio como quien se saca un parte de estacionamiento. Y duele. (levántate Huenchullán)

Salir a la calle hoy martes 6 de enero de 2014 y ver a la gente marchando es algo que te conmueve porque, a pesar de que las marchas se han naturalizado ante los ojos de la Presidenta, la gente insiste y sale y pinta un cartel para decir cien veces que estamos viviendo en un sistema político que ha permitido que la justicia sea ciega y sorda y tonta como una muñeca inflable a la que se la viola sin que pueda rechistar. Y eso es lindo porque a pesar de todos los pisotones de la política y de los medios aún somos capaces de salir a la calle y seguir peleando. (levántate Curimón)

Porque, seamos sinceros, a ratos la batalla del día a día duele, igual como ha dolido desde hace quinientos años ese conflicto que no ha menguado nunca y que pone al pueblo mapuche a sangrar cada vez que el huinca le quita, le roba o le mata únicamente por tener un título de propiedad que no es más que un robo puesto en el ejercicio patronal de un notario que sella cualquier cosa que reitere el poder que tiene un fajo de billetes. Entonces mirar a la gente gritar a voz en cuello el nombre de Matías Catrileo en medio del Paseo Ahumada es volver a sentir que se repite ese dolor que llevamos en la garganta mientras caminamos en el mismo Chile que ha dividido con un muro a los pobres de los dueños de la parte bonita del país. (levántate Manquilef)

Yo me pregunto si es que tiene sentido que sigamos peleando. ¿Sirve realmente que salgamos a la calle cuando sabemos que la historia se repite porque los libros de historia los escriben los mismos que se encargan de pervertirla? Y me pregunto si es que cuando los carabineros están ahí, esperando, mirando, preparados y listos para repartir palos sobre el primero que se les cruza… ¿Tendrá sentido realmente seguir recibiendo los palos y el agua de los mismos que jamás van a cumplir un día en la cárcel por matar a alguien como Matías Catrileo? Acaso no es que en toda esta coreografía de cada marcha no hay un cierto tinte de crueldad puesto ahí por los mismos poderosos que deberían estar escuchando nuestras demandas en lugar de mandarnos a callar con un zorrillo que nos deja ciegos y fríos en mitad de la calle. (levántate, pues, Callfull)

Pero claro, no todo está perdido, pienso, mientras veo que una machi se hace camino entre una fila de carabineros que no saben cómo detenerla porque ella no los está mirando y no les tiene miedo. Entonces, al verla, uno renueva un poco de ese espíritu que no pasa por tener odio porque sí, sino que pasa por tener un poco de dignidad para enfrentar un poder que es mucho más grande y más armado que lo que uno tiene, sin embargo hay que seguir porque como dicen por ahí “la única batalla que se pierde es la que se abandona” (levántate Callupán)

Los carabineros aparecieron esta tarde de martes y se reprodujeron por todas las esquinas del centro, pero por sobre ellos aparecía el nombre de Matías Catrileo y la gente avanzaba a pesar de los palos y las detenciones injustas, absurdas, de rigor. Y entonces inevitablemente volvíamos a ver en todos los pacos el rostro de Walter Ramírez porque cuando el uniforme es síntoma de injusticia la tristeza se vuelve un reflejo del que tenemos que deshacernos. (levántate Pailahuán)

Yo no sé si un día habrá justicia. La historia nos dice que no. Sin embargo si sé que de las pocas cosas de las que podemos sentirnos orgullosos en Chile es de ese pueblo que nunca se ha dejado dominar (domesticar, diría un cuico con tono patronal). Porque hay que ser sinceros y decir que a pesar de todo el matonaje y todo el terror y terrorismo que han impreso sobre el pueblo Mapuche ellos no han bajado los brazos y han sostenido una lucha que, a pesar de desigual, es de una belleza tosca y sincera tal que ni todos los poetas colonizadores ni los historiadores ramplones han podido eliminar de nuestros libros de historia y eso es, insisto, quizá lo único de lo que realmente podemos sentirnos orgullosos de tener como propio. (levántate Huenchullán)

Me gustaría cerrar esta crónica diciendo que si bien no es nada nuevo lo que pasa y pasó hoy en el Santiago de Chile facho que repele las movilizaciones como si llevaran la lepra, hay que decir una vez más que estas cosas ocurren y somos responsables de que sigan ocurriendo. Sabemos que seguirán robando en la Araucanía y seguirán privatizando los ríos y los recursos de todos los rincones de este país mientras sigamos permitiendo que nos convenzan de que somos tan insignificantes que cien, mil o quinientos mil bocas cantando en medio de la Alameda es un dato menor. Y aún cuando tengan toda la prensa oficial y sus canales y sus teleseries pitucas con que nos llenan la cabeza de esa mierda arribista que la gente consume, aún hay mucha gente que en horario punta y también en su puto horario Prime, está dispuesta a salir a la calle para exigir justicia, igualdad y libertad. Sobre todo mientras las heridas permanezcan doliendo y no se haga justicia con todos aquellos que han perdido la vida tratando de hacer de este país un lugar más justo. Y seguiremos escribiendo y seguiremos hablando y machacando para que la memoria no se apague ni se olvide la muerte injusta de un mapuche tal como se olvida el último capítulo de un reality show. Que no les quepa duda: Seguimos en la lucha. (levántate Catrileo)


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crónica y fotos @arturoledezma

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