Justicia y Derechos Humanos

Auditor del Rumpy confiesa al aire ejecuciones de detenidos desaparecidos. Acá te revelamos su verdadera identidad

Un hombre llamó al programa Chacotero Sentimental y dijo haber participado de ejecuciones y violaciones a los derechos humanos, en los meses posteriores al Golpe, cuando se encontraba realizando el servicio militar.

Por Ángela Barraza

09/12/2015

Publicado en

Chile / Justicia y DD.HH / Portada

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detenidos desaparecidos

Desde que comenzó el Chacotero Sentimental que hemos podido escuchar de todo con el Rumpy. Pero lo que pasó hoy no tiene comparación y se ha sentado un precedente en cuanto a declaraciones criminales que no tienen mucha lógica. El asunto fue el siguiente.

Un sujeto, que se identificó como Alberto, de 62 años cuenta la historia de que en su juventud se había entusiasmado con una polola, que era una italiana maravillosa pero que no pudo consumar su amor, porque en el 73, de mala suerte, fue llamado a hacer el servicio militar, donde «se quedó pegado como por 3 años».

Este Alberto, en el fondo, lo que quería contar era que la italiana maravillosa no lo esperó, que se casó con el regidor de la ciudad y que se enteró de ese matrimonio por las páginas sociales del diario, pero que por las casualidades de la vida, siendo milico, se encontró en la carabana que asesinó al esposo de la italiana -ya que era un regidor socialista- entre otros. (En total reconoció haber participado en unos 18 fusilamientos).

El asunto es que años después se volvió a encontrar con esta mujer, que a pesar de los años y la pena, seguía siendo maravillosa y que estableció una suerte de relación amorosa con ella, sin que supiera de que él había sido el asesino de su esposo.

Ante la constante remembranza de su marido, este Alberto no aguantó más y le contó que él había participado en su ejecución y ella, que seguía siendo maravillosa porque practicaba artes marciales en la esperanza de encontrarse con los asesinos de su esposo, le sacó la cresta y media, pudiendo reaccionar conforme a todos los años de preparación física y a las ganas de venganza.

Esa es la historia que Alberto quería contar, como quien cuenta que se tiró a su prima para la fiesta de año nuevo.

Con lo que no contaba, era con que la historia que estaba saliendo al aire, más que hablar de un romance freak, hablaba en realidad de violaciones a los Derechos Humanos. Entre las declaraciones que va soltando a medida que cuenta su «romance» son completamente descarnadas y son del corte «asesinar gente era mejor que fumar marihuana».

La explicación que da a su actuar era que “…estabas obligado, o te mataban los milicos o te mataban ellos (…) Uno actuaba por maldad y después cachabas que te gustaba y te volvías loco. Luchabas contra ese sentimiento (…) Cuando eres pelado no tienes derecho a preguntar”.

Entre las atrocidades que narra (les dejo el audio más abajo para no ir detallando cada cosa que dijo) señaló que publicó un libro que se llama «Desperdicio Militar Obligatorio» y más tarde, dijo que se podía buscar en google. Y así lo hicimos.

Resulta que el llamado Alberto, en su libro se llama «Demián», pero en la vida real se llama Guillermo Reyes Rammsy. Es oriundo de Iquique y, efectivamente tiene 62 años.

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Entre los datos que fue soltando en su narración, además señaló que el esposo de esta Italiana era «regidor de su ciudad» y el único regidor de Iquique que figura como detenido desaparecido es Juan Antonio Ruz Díaz, quien coincidentemente, estaba casado con una mujer de apellido italiano. Misma mujer que años más tarde demandó al Estado de Chile por la desaparición de su marido.

ruz juan

En el Informe Rettig, lo que aparece de información al respecto es lo siguiente:

El día 29 de octubre se constituyó un Consejo de Guerra que decretó pena de muerte para cuatro personas, las cuales fueron ejecutadas, a las 06:00 horas del día 30 de octubre de 1973 en el Campo de Prisioneros de Pisagua.

En el diario «El Tarapacá» del día 31 de octubre de 1973, se informó la ejecución, haciendo referencia a la supuesta participación de los condenados en un plan destinado a provocar la guerra civil en Chile y la rebelión de las Fuerzas Armadas. Fueron ejecutadas así, las siguientes personas:

Rodolfo Jacinto FUENZALIDA FERNANDEZ, 43 años, piloto civil, Secretario Regional del Partido Socialista. Detenido el 11 de septiembre de 1973, en su domicilio, trasladado al Regimiento Carampangue, luego al Regimiento de Telecomunicaciones y desde allí al Campamento de Prisioneros de Pisagua.

Juan Antonio RUZ DIAZ, 32 años, militante del Partido Socialista, funcionario de Aduanas en Iquique. Se presentó voluntariamente al Regimiento de Telecomunicaciones.

José Demóstenes Rosier SAMPSON OCARANZA, 33 años, Relacionador Público de la Municipalidad de Iquique, militante socialista. Se presentó voluntariamente a Carabineros de Iquique el 21 de septiembre de 1973.

Freddy Marcelo TABERNA GALLEGOS, 30 años, Director de la Oficina Regional de Planificación (ORPLAN, actualmente MIDEPLAN) en Iquique, militante socialista. Se presentó voluntariamente el día 16 de septiembre de 1973 en el Regimiento de Telecomunicaciones.

Respecto de todos los condenados en este Consejo, a esta Comisión le asiste convicción de la falta de legalidad en la tramitación del proceso. Fundamentan esta convicción los elementos que se indican, sin perjuicio de aquellos que revisten el carácter de generales para todos los procesos:

– No hubo unanimidad de los jueces que concurrieron en el fallo. En la sentencia se deja especial constancia que el Auditor Ad hoc «estuvo por imponer a los citados reos la pena de diez años de presidio mayor en su grado medio, estimando que cabe hacer aplicación al respecto de las normas del artículo 107 de Código Penal, en grado de tentativa, y que los favorece la atenuante de su anterior conducta irreprochable». Así, en este Consejo, no se cumplió un principio básico establecido en la legislación: que la pena de muerte sólo puede aplicarse cuando concuerdan en ella la totalidad de los sentenciadores.
– Se condenó a los prisioneros por delitos que no fueron debidamente probados y que legalmente no procedía imputárseles: los cuatro procesados fueron condenados como autores del delito previsto en el Nº2 del artículo 245, en relación con el artículo 246, del Código de Justicia Militar. La primera de esas normas, a esa fecha disponía: «será castigado con la pena de presidio militar mayor en su grado máximo a muerte:… El militar que sedujere tropa chilena o que se hallare al servicio de la República para que se pase a las filas enemigas o deserte las banderas en tiempos de guerra»; El artículo 246 del mismo Código establecía que: «si en los crímenes indicados en el artículo anterior incurriere un chileno no militar o individuo de la clase de tropa la pena podrá rebajarse en uno o dos grados según las circunstancias, …»;
– Las conductas por las cuales se condenó a los procesados, de haber sido efectivas, se cometieron con anterioridad al ll de septiembre de l973, contrariando la exigencia de la conducta jurídica imputada, cual es que ocurran en tiempos de guerra;
– De haberse cometido estos hechos, ellos no fueron consumados. La propia sentencia se encarga de establecerlo en su considerando 3º: «Que estos hechos, a juicio del Consejo de Guerra, constituyen el delito referido en los artículos 245 Nº2, en relación al artículo 246 del Código de Justicia Militar, en grado de frustración»;
– El único medio de prueba que se cita en la sentencia, para acreditar la participación de los condenados en los delitos señalados, es la supuesta confesión de los procesados. Respecto de las confesiones debe tenerse presente que los antecedentes recibidos por esta Comisión, permiten afirmar que en los interrogatorios practicados en el Campo de Detenidos de Pisagua se utilizó sistemáticamente la tortura, lo cual invalida en la especie este medio de prueba.

Los cadáveres de las víctimas jamás fueron entregados a sus familiares, no obstante que resultaba moral y jurídicamente obligatorio hacerlo así. Algunos familiares de los condenados recibieron el 30 de octubre de l973 una carta de la VI división del Ejército en la cual se les comunicaba que: «… en el día de hoy se ajustició en Pisagua a…, por resolución acordada por los Tribunales Militares en Tiempo de Guerra. Se les dio cristiana sepultura en el Cementerio de Pisagua». Nunca se dijo a los deudos cuál era el lugar preciso dónde se encontraban enterrados. Hasta la fecha, sus cuerpos no han sido encontrados.

Esta Comisión tiene así la convicción que Rodolfo Fuenzalida, Freddy Taberna, Juan Ruz y José Sampson fueron ejecutados por agentes del Estado en un proceso que por no haberse ajustado a derecho, vulneró las reglas de resguardo a los derechos humanos de los procesados.

Respecto de la italiana, solo vamos a aplaudir su tezón; su entrenamiento y su valentía. También sentir alegría por la oportunidad que tuvo de poder tener entre sus manos a quien asesinó a su esposo y reaccionar como muchos quisieran hacerlo, en este país en el que la justicia sólo favorece a los Novoas, Délanos, Lavines, y en general, a todos los que tiene plata, como Jhonny Herrera.

Espero que, así como Reyes Rammsy, otros que también participaron en las violaciones a los Derechos Humanos, a pesar de toda la locura y de todas las justificaciones que puedan encontrar a las aberraciones que cometieron, encuentren la forma de hacer público lo que sucedió. En este relato, se aportan datos importantes como que algunos detenidos desaparecidos fueron dinamitados y que difícilmente se van a poder encontrar esas osamentas. También reconoció haber participado en el asesinato de otras muchas personas, cuyos casos no sabemos si están o no resueltos y si se acuerda de la identidad de Ruz Díaz, puede no ser imposible que se acuerde del resto, como también de los nombres y suertes de quienes cometieron estos delitos en su compañía.

Da igual a estas alturas quién dio las ordenes. Seguirle sumando años de cana a Krassnoff o a Corbalán no tiene caso. Seguir sumándole almas al Ronco o al Mamo, que ya se están pudriendo también en cuerpo, tampoco tiene sentido; y menos seguir diciendo que Pinochet fue un maldito, porque es seguir hablando de lo mismo. Lo importante es que los familiares sepan dónde están sus seres queridos y qué pasó con ellos antes de que, como los torturadores, se vayan también muriendo, sin encontrar justicia o descanso en la búsqueda.

Por esta razón me animo a dar la identidad de este sujeto que llamó a la radio, para contarle un romance al Rumpy. Porque lo cierto, es que nunca contó un romance, sino una historia de horror, que ya venía contando hace rato en su libro, que publicó también en un blog.

Acá está el audio que es de Radio ADN 

 

En Twitter @angelabarraza

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