Muestra 2054:

Develando los secretos de la impunidad: Papas Fritas expone archivos Valech en su piel y en inédita muestra

En su línea de constante desafío a los límites tradicionales de la propuesta artística, Francisco Tapia, conocido como "Papas Fritas", destapó junto a su equipo y ex presos y presas políticas, los testimonios de la dictadura que buscaron silenciar hasta el 2054.

Por Vanessa Vargas

21/12/2016

Publicado en

Artes / Justicia y DD.HH / Portada

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Foto2La muestra 2045, del artista visual Francisco «Papas Fritas» Tapia, constituye un valiente desafío al olvido y la impunidad que el Estado chileno impuso a las víctimas de la dictadura y a la sociedad chilena en su conjunto.

La apuesta comenzó en 2014 con el proyecto de Desclasificación Popular, donde el propio artista, un equipo multidisciplinario y las agrupaciones de ex presos y presas políticas iniciaron un proceso de quiebre e interrupción de los 50 años de silencio impuestos a los testimonios y archivos de la Comisión Valech. 

La segunda etapa de la iniciativa ayudó a las víctimas del terrorismo de Estado a interponer recursos de protección contra el Instituto Nacional de Derechos Humanos, que cumple el rol de custodio legal de los archivos. De esta forma, catorce ex prisioneros y prisioneras lograron acceder a sus fichas, declaraciones y testimonios de manera inédita, doblegando la imposición de silencio ideada por el ex presidente Ricardo Lagos en 2004.

Las acciones legales se ampararon en una nueva lectura de la ley 19.992 -que decretó el secreto del Informe Valech, que en su artículo 15 señala que las víctimas que declararon en las comisiones tienen el derecho a acceder a sus propios testimonios.

La introducción de la académica y teórica feminista Alejandra Castillo sobre la obra señala que la instalación de 2054, cuyo nombre alude al año del supuesto fin del secreto- consiste en un conjunto de cuadros que contienen piezas de los archivos de testimonios de aquellos y aquellas que sufrieron la prisión política y la tortura durante la dictadura militar.

«Cerca de aquellos cuadros, se instala otra serie de imágenes con las fotografías oficiales de quienes han gobernado Chile desde la 1990 hasta hoy; más los afiches del SI y del No de la campaña electoral de 1989 en forma invertida, volviendo visible la siguiente leyenda: is on. Más claramente se deja leer: The Secret is on. El secreto está, el secreto es visible, el secreto es ahora instalado a plena luz«, describe.

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La muestra, que se inauguró el pasado 16 de diciembre y que estará disponible hasta el 26 de enero en Galería Metales Pesados (Merced 316, Santiago), presenta por primera vez al público las verdades que desde el poder, de forma transversal a los sectores políticos, intentaron esconder por más de cinco décadas del conocimiento de la sociedad chilena.

LA AGUJA REESCRIBIENDO UN RELATO DE HORROR

intermedio2-1-1200x1856Una de las obras centrales de la muestra se vincula con la exhibición de un video donde el cuerpo de Papas Fritas parece ser parte de una escena de tortura. Dichas imágenes se cruzan con una sesión de tatuaje donde el propio artista decide escribir, letra a letra, un testimonio del Informe Valech que se va grabando en su espalda como parte de una verdad imborrable e indestructible. 

Uno de los testimonios visibles para el público permite identificar a uno de los victimarios de un ex prisionero: el teniente -hoy coronel en retiro del Ejército- Luis Alberto Medina, por los hechos ocurridos en septiembre de 1973 en el Regimiento 22 Lautaro de Rancagua. Así, la propuesta habla por sí misma de su capacidad de superar los límites de la reflexión artística para intervenir directamente una realidad donde impera el silencio forzoso.

En entrevista con El Ciudadano, Francisco Tapia comentó algunos de los aspectos de su trabajo y las razones que explican esta nueva muestra.

¿Cómo nace la idea de desarrollar 2054? Está claro que su motor es la desclasificación popular, pero ¿qué elementos te hicieron definir así la puesta en escena? Hay un compromiso radical en el hecho de tatuar tu cuerpo con los testimonios de la tortura.

Antes que todo, nada que tenga secreto de 50 años que esté acordado por la Concertación, la derecha, la oligarquía, los militares y la iglesia católica, puede ser para el bien común y creo que la historia de Chile deja claro que cada uno de estos participantes jamás han hecho algo para el bien común. Por ende, aquí hay algo más y obviamente que no es resguardar la intimidad de las personas torturadas, así que claramente desclasificar y obtener la información nos puede dar más que verdades y justicias, sino protocolos de torturas, continuismo, violaciones a derechos suscritos por el Estado contra la ciudadanía y por el mismo Estado contra la ciudadanía, que fueron cometidos durante la  dictadura cívico militar y que de diversas maneras siguen  funcionando,  ya no  a sangre  fría,  pero  sí  con  un modelo elaborado y pensado de represión por la garantía de unos pocos,  por eso es que existe la pieza de  “the secret is on” el secreto está funcionando, está entre nosotros y nosotras.

El nombre de la exposición alude a la violencia del Estado de Chile de permitirnos conocer toda la verdad de la dictadura cuando muchos de sus victimarios y víctimas hayan muerto. ¿Qué rol jugó en ti como artista esta necesidad de terminar con estos secretos? ¿Qué tan relevante es descorrer ese velo en este contexto y qué implica esa resistencia de la memoria?

Para ser exactos, un 24 de diciembre del 2054 se revelan los archivos, una ironía navideña, esa es la fecha de desclasificación dictada por Ricardo Lagos. Ahora, no tengo toles separados, el rol de persona con lo que me dedico o uso como medio de trabajo de expresión y modificación, es la necesidad de contar una historia de resistencia y no solo la victimización al sobreviviente de los vejámenes. Descorrer el velo es poner en jaque los acuerdos políticos, es la última lucha que pueden tomar los y las ex prisioneros políticos con edad avanzado y en con secuelas por la violencia de las torturas, es correrles las líneas de la imposición, es verdad, es justicia, es memoria, pero sobre todo es desobediencia civil, aunque se realice por medios legales.

Tu obra va en contra de aquel discurso forzoso con el que nos enseñaron «que hay que pensar en el futuro» y en la reconciliación. ¿Por qué nos ha resultado tan imposible en todo estos años? ¿Es posible reconciliarse en medio de la impunidad y el secreto?

De partida, no estoy a  favor que existan militares, creo que es un gasto innecesario, una violación a los derechos humanos por sí mismo, que crea y genera miedo, control y dominación desde un Estado paternalista, masculinizado y  fálico. Es la verticalidad de un devenir de imbecilidad de la fe en las armas y de una patria, pero ya que están y no somos conscientes de que no son necesarios, es imposible reconciliarse con uniformes idéntico a los que usaron los golpistas, con homenajes a asesinos y con misas privadas de militares y políticos para abominables seres. ¿Cómo reconciliarse? Si no hay ley que tipifique la tortura como un acto abominable, ni una educación clara sobre ello. Estas abominaciones debieron ser aprendidas con la segunda guerra mundial, pero ¿ese es el progresismo desarrollista de la clase política para reconciliarse? Probablemente sea olvido y desarrollo, así que hay que abrir la herida, bien abierta para sanar y terminar con las estructuras e instituciones como las conocemos, para tener la empatía de un bienestar que nos de un atisbo de paz.

Es una sanación que no pasa por la venganza sino por la elocuencia de una democracia que no existe en Chile, que es lo que todos perdimos, y en cual todas y todos fuimos y somos vejados.

¿Cómo viviste la experiencia de lectura de estos informes y archivos que dan cuenta de todo aquello que nos han intentado esconder? ¿Qué representa en adelante para ti esto de llevarlos escritos en tu piel?

El tatuaje es solo abrir la herida, es sin tinta, es la aguja reescribiendo un relato de horror que se satura de sangre, al cicatrizar. Manchas en mi piel quedarán, como quedan manchas en la historia, pero que si se abren como lo hice y se cuidan se sanan. Sino, se puede maquillar y eso es lo que ha hecho hasta ahora la institucionalidad: maquillar la memoria, prácticamente borrándola con espacios como el Museo de la Memoria y los acuerdos concertacionistas. La memoria es constante y es desde este minuto al minuto anterior que ya es pasado, pero presente en la conciencia.

Tu arte vive en constante apelación a la realidad, pareces decidido a intervenir los puntos más sensibles de nuestro presente, ¿qué visiones refuerzan dicho compromiso?

Nuestra mente es todo y no está en nuestra cabeza dice Francisco Varela, ¿cómo puedo no ser sensible a los puntos más sensibles de mi mente- de nuestra mente- de tu mente? No hay ni siquiera ideología en ello, sino entropía, pues no es solo mi visión sino el estar aquí. Y el aquí está lleno de contextos y sub contextos multiplicado por todos y todas los que estamos, buscando conciencia en una sociedad arruinada por el poder vertical. Y a ese poder vertical es que hay que crearle realidad mediante la construcción de subjetividades que fracturen y den un punto de fuga. Hay que descapitalizarse constantemente.

¿Qué opinas de que la discusión sobre verdad y justicia haya quedado tan postergada, y que en su lugar hoy discutimos si liberar a los torturadores y asesinos de Punta Peuco?

Bachelet no tiene memoria ni de sí misma, ni criterio, es una desgobernada de su conciencia, alguien que se olvida de sus torturadores para implementar el perdón católico y el de la familia militar a la cual pertenece, alguien enfermizo de poder, y lo que ejecuta no es perdón, es guardar el secreto de la familia entre cuatro paredes y llegar hasta el final por el bien de la familia, por los intereses de la familia, es decir de la patria, y ¿quién es la patria o el patria? -porque de femenino no tiene nada esta tierra de símbolos de la oligarquía y la falsa aristocracia, que a su vez son los cómplices de siempre, y el poder de siempre, los intocables de siempre.

Ante ello no hay perdón, por ende la señora Bachelet es y seguirá siendo la persona que menos ha hecho en materia de derechos humanos tras el fin de la dictadura, ni siquiera cuando se tramitó la pésima ley de los concertacionista para desclasificar los archivos Valech este 2016 y que fue rechazada por casi todos los sectores, el Ejecutivo nunca envió a alguien a la comisión de DD.HH. de la Cámara de Diputados a aportar en la construcción de la ley ni a realizar el lobby en su coalición, a ese nivel les importan los derechos humanos. Al nivel de que un policía le dispare a un niño mapuche y quede sin cargos o desempeñando su rol de torturador, al nivel que una mujer mapuche tenga que dar a luz esposada por ser indígena y pertenecer a una nación usurpada por la oligarquía.

¿Quién es el rostro hoy de la continuidad nuestra rabia en este momento? Michelle Bachelet. Mañana pueden ser las ya caras conocidas o los nuevos rostros del progresismo llenos de carencias y propuestas a un sistema y a un Estado de no democracia, personas llenas de ego, llenos de la necesidad de crear sociedad y horizontalidad. El actual rostro es quien no destituye a su ministro de justicia por realizar alegorías a la violencia en su cargo, es un cómplice de la dictadura. Que no exista en Chile una ley que no tipifique esa alegoría al fascismo es grave, ya que permite validar el horror como lo correcto o el asesinato y el genocidio como reforma, y de esos alegóricos fascistas hay muchos que debería estar destituidos, multados o encerrados por desquiciados que narran frases que provocan un asco insoportable.

Bachelet no redacta un proyecto de ley ni contra el secreto de Valech, Valech 2 y Rettig, que no integra a las personas que no pudieron ser calificados bajo un proceso arbitrario de la Comisión Valech y que no reforma al poder militar poniéndolo por debajo de la democracia, es simplemente una persona que se enamoró de la ideología de sus torturadores incapacitada de autogobernarse y menos de gobernar.

Finalmente después de leer el horror de los archivos que hemos desclasificado, solo queda pensar que está todo destinado a una represión biológica, que espera la muerte para generar la impunidad y el olvido. Peor aún muchos de esos macabros y terroríficos personajes siguen en cargos públicos. A nuestro lado esperando su muerte o la nuestra, y el final de las luchas.

¿Permitirá este proceso sacar a la luz a otros victimarios?

Claro que sí y más cosas que desconocemos y espero que los y las ex presas políticas confíen y participen no solo por ellos si no por las generaciones que estamos luchando y las que vienen, y para que el nunca más no sea una frase de Twitter para el 11 de septiembre de cada año venidero.

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