Género

El día que decidí ser mujer

Todavía recuerdo la fecha, transcurría el verano y era el año 2009

Por Ángela Barraza

07/10/2015

Publicado en

Género / Historia / Justicia y DD.HH

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Todavía recuerdo la fecha, transcurría el verano y era el año 2009. Los árboles que unos meses antes se habían visto desnudos, ahora mostraban una vestimenta más que colorida. Yo les agradecía que vistieran largos ropajes pues me cubrían del sol abrazador. Era la primera vez que viajaba por mi cuenta. Me encontraba sola al otro lado del mundo. Por suerte el idioma era el mismo. Fue durante ese viaje que aprendí a ver con otros ojos, que descubrí las distintas perspectivas de la vida, así como el dolor y la felicidad de los habitantes de este planeta.

Medio día en las calles de Madrid. Verano, 2009. 

Hace un par de horas que dejamos el departamento localizado en Chueca, barrio conocido por ser habitado por la comunidad homosexual, para salir a una de las avenidas más hermosas de Madrid: Gran Vía. Ya las calles empedradas han quedado atrás y con ellas también la posibilidad de encontrar un poco de sombra.

Siento cómo los rayos de sol aterrizan en mis muslos descubiertos. Los pies ahora lucen algo más hinchados. Intento hacerme una coleta para detener el cabello y sentirme menos acalorada. Supongo que estaremos a más de 30ºC. Visto ropa bastante ligera: una blusa sin mangas, falda y sandalias. Ericka camina a mi lado. Viste unas botas de tacón, una falda que le cubre hasta el tobillo, una blusa de manga larga y un sombrero del que se asoman algunos cabellos rizados. Sé que lo que en realidad busca es esconder su cuerpo.

Hay algunas miradas que la voltean a ver de vez en cuando. Unas más obvias que otras. Siento cómo algunas pasan de ella a mí o de mí a ella. Ericka parece estar acostumbrada a ellas, aunque creo que en el fondo hace su mejor esfuerzo por ignorarlas y pretender que no le afecta.

Llegamos a un cruce donde la luz nos indica que nos detengamos. Hay un grupo de gente que ya está parada a nuestro lado. Me doy cuenta cómo Ericka intenta separarse más de mí. Creo que no quiere que la vean a mi lado. Sé que en realidad lo hace por mí. Entonces la luz cambia de color.

–Vamos –La escucho decir al momento que mueve los labios de color rojo intenso.

Hace ya algunos años que Ericka realizó una de las cirugías más difíciles de toda su vida. Todo comenzó cuando no se sentía del todo bien con su cuerpo. En el fondo sabía que no era hombre, sino mujer. Quizá la naturaleza se había equivocado con ella, o simplemente algo había sucedido en su vida que la había hecho sentir que pertenecía al género contrario. Lo que es un hecho es que después de mucho reflexionar, comenzó a vestirse como mujer. Pero el vestuario no era suficiente. Entonces decidió hacer un cambio biológico.

Ericka es muy introvertida, y aún no se siente cómoda con su cuerpo; es un reto que vive día a día.

*

Hoy la sociedad es más abierta, pero imaginemos una situación similar hace más de 50 años….

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Christine Jorgensen fue la primera persona en ser bastante conocida por haberse sometido a una cirugía para cambiar de género. Cuando nació el 30 de mayo de 1926 recibió el nombre de George William Jorgensen, pero en el fondo nunca se sintió como hombre.

Para sus padres fue algo difícil de asimilar, pues unos años antes de sufrir la drástica transformación, su hija, entonces hijo, había formado parte del Ejército de los Estados Unidos. Fue después de este servicio que prestó durante la Segunda Guerra Mundial que comenzó a investigar y tomar hormonas para ser menos masculina.

En 1951 abandonó su país de origen para someterse a una cirugía de reasignación de género. Para ello tuvo que ir a Dinamarca, ya que en ese entonces era una cirugía prohibida en los Estados Unidos. Fue en Copenhague que conoció al Dr. Christian Hamburger, un endocrinólogo y especialista en terapia hormonal de rehabilitación. Con la ayuda de Hamburger logró someterse a las cirugías necesarias para hacer el cambio que tanto había esperado.

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Feb. 12, 1953. Fotografía de Tom Gallagher/ NY Daily News

El nombre con el que regresó a los Estados Unidos lo tomó de dicho doctor. En 1955, a la edad de 29 y año en el que regresó a su país, Christine Jorgensen ya era toda una celebridad. Fueron muchas las personas que al enterarse de su caso, acudieron al aeropuerto para recibirla. Algunas guiadas por la curiosidad y otras para apoyar y celebrar la decisión tan complicada a la que se había enfrentado. Más tarde, ya en los Estados Unidos se sometió a una vaginoplastia.

Desde ese momento Christine se dedicó a dar conferencias y apoyar a las personas transgénero.

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Feb. 12, 1953. Fotografía de Bill Murder / NY Daily News

 

En una carta a sus padres escribió: “Yo sigo siendo el mismo viejo ‘Brud’, pero la naturaleza cometió un error que he corregido, y ahora soy su hija”.

A sus amigos les dijo que “como podrán ver en las fotografías, tomadas antes de la operación, he cambiado bastante. Pero son otros los cambios que son mucho más importantes. ¿Recuerdan a la tímida y miserable persona que dejó Estados Unidos? Bueno, esa persona ya no existe, y como pueden ver, estoy de maravilla”.

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Agosto 7, 1954. Fotografía de Fred Morgan / NY Daily News

La prensa no tardó en centrar toda su atención en la recién llegada. El Daily News publicó un artículo sobre el “Ex soldado que se convertía en una belleza rubia”, siendo titular del periódico. Mientras el Hearst´s American Weekly magazine, compró su historia por 20,000 dólares.

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Dic. 1, 1952

Christine se dedicó al mundo del espectáculo. Fue cantante y actriz. Muchos cuentan que su presencia era extraordinaria. Nunca perdía la elegancia ni la sofisticación, que iba acompañada siempre de una sonrisa amable [1].

Christine se convirtió para muchos en un ejemplo a seguir; fueron bastantes los que decidieron seguir sus pasos. Fue ella, la primera persona que se dedicó a hablar abiertamente del tema, e incluso se definió a sí misma como uno de los miembros fundadores de la revolución sexual. Argumentó que le había dado a la revolución sexual “una buena patada en el trasero”. Meses más tarde moriría de cáncer de pulmón en 1989 a la edad de 62 años.

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Sep. 14, 1970. Christine en Londres en el estreno del filme “The Christine Jorgensen Story”. Fotografía por Roger Jackson / Central Press.

 

Hoy son cada vez más las personas que pueden aceptar estos cambios, pero el reto sigue siendo enorme. Nunca debemos olvidar a personas que como Christine abrieron esa puerta. Una que para muchos sigue siendo difícil cruzar, que para otros aún está cerrada y otros que niegan su existencia. Cuál sea el caso, no podemos negar la existencia de Christine Jorgensen; un referente en la historia de la transexualidad.

 Atardecer en las calles de Madrid. Verano, 2009.

La voz de Ericka me trae de regreso. Ya tiene un rato que he caminado sin pensar; agotada por el calor. Nos sentamos a tomar una copa para refrescarnos luego de un día intenso. Hemos llegado a un lugar donde las miradas ya no son tan fuertes. Luego de unos días de haberme mostrado la ciudad conozco un poco más sobre ella. En realidad no sé a detalle cómo fue que tomó una decisión tan fuerte, no sé cuándo se sometió a la cirugía, ni lo que su familia dijo al respecto. Lo que sí sé es que es una excelente guía. Una que me ha llevado a los mejores lugares y a los más locales. A esos en los que ningún turista podría ir por su propia cuenta y esos en donde la gente ya ha dejado de juzgar. Chocamos las copas y platicamos sobre diversos temas. Temas que le sacan una sonrisa; temas de la vida.

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Bibliografía:

[1] Docter F.,Richard. (2008) Becoming a Woman: A Biography of Christine Jorgensen. Estados Unidos.

Fotografías recuperadas de: Mashable

Fuente

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