El libro que devela la historia del ‘mocito’ de la DINA

 “Cuando tú le preguntas, si piensa en los muertos, él dice: No, yo no quiero hacerme caldo de cabeza” Por 5 años, el periodista Javier Rebolledo investigó el caso de Jorgelino Vergara, que entró como mocito a la casa del jefe de la DINA, Manuel Contreras y se transformó en un agente del organismo, trabajando […]

 “Cuando tú le preguntas, si piensa en los muertos, él dice: No, yo no quiero hacerme caldo de cabeza”

Por 5 años, el periodista Javier Rebolledo investigó el caso de Jorgelino Vergara, que entró como mocito a la casa del jefe de la DINA, Manuel Contreras y se transformó en un agente del organismo, trabajando en el único cuartel de exterminio que se conoce hasta el momento, Simón Bolívar 8800. Si en las otras casas de la policía secreta de Pinochet se torturaba, quien llegaba a ese cuartel era destinado a morir. En La danza de los cuervos, libro basado en entrevistas largas del periodista con Jorgelino, el ex agente revela datos aún desconocidos sobre los aparatos de inteligencia de Pinochet y sus crímenes. Trae luz al secreto mejor guardado de la dictadura, el destino final de los integrantes del Partido Comunista clandestino.

 El libro se llama “La danza de los cuervos”. ¿Por qué este título?

Javier: Danza de los cuervos, en el fondo por estos animales, que siempre están cerca de la muerte. La danza describe todo el ajetreo, toda la forma de trabajar de este cuartel, el único cuartel que tiene Chile, reconocido como tal, como centro de exterminio, hasta ahora nuestro mini Auschwitz. El episodio más cruel, el episodio más crudo de nuestra historia. La danza de los cuervos, porque está escrito, a diferencia de otros libros, en base de las declaraciones de los propios agentes, como Jorgelino Vergara. Pero también son el resto de los agentes, sus confesiones en el proceso Calle Conferencia, los que dan cuenta de este episodio.

¿Cuál es la diferencia entre un centro de tortura y un centro de exterminio?

– La diferencia entre un centro de tortura y un centro de exterminio es que en el centro de exterminio, además de existir tortura, nadie sale vivo, por ningún motivo, es la ley o la regla madre.

¿Cuándo empezaste a trabajar en este caso?

– En 2007, cuando tuve acceso a la declaración policial de Jorgelino y de varios agentes más que, a raíz de su confesión, también declararon y confesaron los crímenes que se cometieron dentro de la Brigada Lautaro, el caso de Víctor Díaz, el caso de la Reinalda Pereira, los casos de otras personas que murieron ahí adentro.

A raíz de eso, cayeron varias agentes cuyos nombres ni siquiera se supieron antes…

– Él tiene memoria fotográfica de alguna manera, entonces lo citaron a declarar. Lo estaban inculpando por la muerte de Víctor Díaz López. Entonces él dijo: ‘No tengo nada que ver con esto’ y dio los nombres con las chapas de acerca de 40 o 50 gentes de la Brigada Lautaro que nunca habían sido mencionados antes en ningún caso de Derechos Humanos. Y eso es lo que provoca, y el detalle digamos del testimonio, lo que provoca posteriormente que el pacto de silencio de la dictadura, y este es el secreto mejor guardado de la dictadura, se va a las pailas.

Jorgelino Vargas no es un personaje cualquiera, sino una persona muy cercana a la familia de Manuel Contreras…

– Claro, él vivía en el sur, tenía dos hermanos que trabajaron en Santiago y en un momento lo van a buscar y le ofrecen, digamos, empezar a trabajar a la casa de un caballero del Ejército muy importante y él dice, que sí. Viaja a Santiago, conoce por primera vez la capital y resulta que la casa a donde él llega es la casa de Manuel Contreras.  Ahí tiene las primeras nociones de calor familiar, por decirlo de una forma. Porque el había quedado huérfano muy chico, y es en la casa de este criminal donde recibe cariño de parte de la señora de Contreras fundamentalmente, que es María Teresa Valdebenito, a quien  en algún momento la quiere como una segunda madre, o como madre, porque él no tenía imagen materna.

Y ahí empieza a trabajar para Contreras, y su familia…

– Primero empieza como mocito, como asistente de mozo, con el paño y con la chaquetita. Le compran toda la tenida, él entiende muy bien su trabajo, es inteligente, tiene muy bien su puesto y lo que tiene que hacer para salir adelante. Y dentro de eso, comienza a sentir bastante lealtad para Manuel Contreras, también desprecio hacia la gente de izquierda, por todo que estaba viendo, lo que pasaba en el país con la visión que él tenía ahí. Y empieza a aprender artes marciales, se vuelve cada vez más proactivo. Manuel Contreras se da cuenta del prospecto que está formando. Entonces el 76, lo nombra dentro de la Brigada Lautaro, que se dedicaba exclusivamente a la guardia personal de Manuel Contreras y labores de inteligencia relacionados con eso. Entonces, es un acenso para el mocito. El mocito así llega a la Brigada y presencia, siendo menor de edad, los peores crímenes de la historia de este país. Y después, más grande, cumpliendo los 18 años, empieza a perder un poco la memoria, por llamarlo de alguna forma, porque a él lo exculparon solamente por el hecho de ser menor de edad, como testigo clave dentro del caso. Entonces, después todo lo que hizo dentro de la CNI, lo que pasó con él en la CNI, él prefiere no explicarlo. Dice claramente: ‘No quiero meter la cabeza al water’.

De eso habla también la película, que lleva su nombre, “El Mocito”.

– Claro, la película se queda digamos en el rol de mocito. Pero él es un tipo que efectivamente fue mocito, pero que después recibió instrucción militar y cumplió labores de agente.

Trabajaste en la película como asistente de dirección e investigador. ¿Cuál fue el aspecto del tema que te llamó la atención para seguir con el tema después?

– La personalidad de Jorgelino. Su capacidad de adaptación e inteligencia que tiene en el fondo para arrimarse al poder o para encontrar una forma de subsistencia. Es realmente un tipo inteligente, digamos. Es inteligente y además representa a un tipo humano universal en Chile, que es como el “junior”. Es junior, es un poco el gerente general de cualquier empresa que es capaz de justificar a su jefe y está al lado de él, bajo cualquier circunstancia. Eso no tiene que ver mucho con la ética, ni con la moral, sino que tiene que ver más con una especie de… yo no lo llamaría ciencia humana, porque tiendo a pensar más positivo, pero sí, tiene que ver con un rasgo muy marcado de muchos seres humanos.

… De adaptarse a jerarquías, a poder, una estructura, y cumplir con su papel dentro de esta jerarquía…

– Sí, exacto. Es la persona que está buscando poder, que está buscando distinción. Como te digo, tipos universales. Para mí, eso es un poco el aprendizaje, al verlo a él, al poder – de alguna forma – estudiarlo a él.

Entonces, le seguiste a Jorgelino, su biografía. Pero no es sólo eso el tema del libro, sino…

– Lo que te estaba diciendo ante, el ser humano en su contexto, como pez en el agua, moviéndose.

Dauno Tótoro: Pienso que es importante agregar una cosa. Finalmente, el libro arroja como resultado una especie de manual; el cómo convertir a un ser humano cualquiera en un agente espía, una persona que no tiene ningún escrúpulo, en una persona que es capaz de presenciar y de participar en los hechos más horribles, sin sentir, ni culpa, ni remordimiento, en el fondo, sin sentir nada. Uno al ver la vida de Jorgelino entiende la forma en que se forman los agentes de este tipo de aparato represivo.

El autor del libro Javier Rebolledo. Foto de Davs von Blohn

¿Su conciencia ética no existente?

DT: Su conciencia ética está completamente distorsionada. Es un personaje que finalmente entiende  que lo más importante es sobrevivir. Su principal objetivo en la vida es sobrevivir. Y sobrevivir, para ser más de lo que es. Entonces él, lo que pretende ser, lo planteaba desde el comienzo: él admira a los agentes, como se visten, como se mueven, como hablan, el hecho de que estén armados, el como lo respetan los subordinados. Y él quiere respeto, quiere vestirse bien y quiere andar armado y para eso si tiene que matar lo hace. Por eso es un manual de como se hace un agente, eso es el libro.

JR: Ahora, respecto a lo mismo, yo no sé, si esto se resuelve con educación. No sé, si Jorgelino con más educación de calidad hubiera resultado algo distinto. Por eso te digo que yo no sé, si eso responde a la esencia humana, a su esencia humana, o a una forma de ser de mucha gente. Creo que no se diferencia mucho de un candidato presidencial que puede estar buscando el poder o el reconocimiento como última forma de aceptación, dentro del esquema, dentro del país, dentro del mundo.

Es una lógica pragmatista por excelencia. No hay un valor más allá de lo que está ahí, de lo que te puede servir de alguna forma para mejorar tu posición.

DT: Es un pragmático, no tiene ley.

Cuando hablamos de Jorgelino, ¿hablamos del Jorgelino de entonces, o hablamos de un Jorgelino que es el mismo Jorgelino de hoy?

JR: Hablamos de distintos Jorgelinos. Un Jorgelino, que es niño, un Jorgelino que es adolescente, un Jorgelino que es adulto y un Jorgelino que está ahora. Y que se va cambiando y se va formando o deformando a lo largo de su historia dentro de esta familia, por llamarlo de alguna forma.

DT: Para mí, lo personal digamos, ya lo que hemos discutido en CEIBO, con todos los integrantes, lo que me parece notable y más importante, no es tanto el relato de un hecho concreto, sino entender de qué forma puede transformarse una persona en algo tan monstruoso, de qué forma se construye a un agente, cómo existió la inteligencia – entre comillas -, y cómo existió el mecanismo para deshumanizar a seres humanos, para que logren hacer lo que hicieron estos gallos.

¿Jorgelino hoy en día se arrepiente de algo de su pasado?

– No, él no siente ninguna culpa, porque en el fondo dice: ‘Yo no tenía ninguna oportunidad. Yo tomé la mejor oportunidad, a mí me mandaron y después la CNI me botó y yo colaboré con la justicia y yo estoy bien. Yo estoy ayudando’.

Pero eso todo está dentro de la misma lógica con la cual funciona él. ¿Nunca cambió?

JR: No, jamás. Es absolutamente él mismo.

Cambió el contexto, por lo tanto cambió su comportamiento. Pero no cambió él, de fondo.

JR: No. Subsistencia. La cabeza dura. Cabeza dura y salir adelante. Cuando tú le preguntas, si piensa en los muertos y todo eso, él dice: ‘No. Yo no quiero hacerme caldo de cabeza’.

DT: En este sentido, una cosa que es importante es, que lo más probable y queda en evidencia también en sus palabras, es que él se guarda mucha información, todavía. Porque él sabe, que su única moneda de cambio, aquello que lo mantiene con vida, es lo que él sabe. Y a nosotros nos queda claro de que él tiene aún bajo la manga mucha información, y que esa información él va a dosificarla, dependiendo de su interés de sobrevivencia.

LA GENTE PREFIERE NO VER

Después de hablar del personaje de Jorgelino, me gustaría conversar un poco sobre la relación de este libro con el contexto de la historia y sociedad chilena de hoy. Respecto a la dictadura, queda mucho por revelar aún. La misma sociedad, en gran parte no se interesa…

JR: La gente prefiere no ver. Si tú te fijas la gente prefiere no ver. La gente de derecha, uno entiende, porque en el fondo son partícipes todos, y que reconozcan eso es quitarles su esencia, quitarles sus valores y hacerlos mirarse en un espejo y probablemente eso los mataría de alguna forma. Pero del centro y de izquierda, yo diría que no hay mucho interés en general. La gente dice: ‘Ya, van a seguir con el horror y tanto, qué horrible, párense, ya sabemos todo’. Yo creo, que no sabemos prácticamente nada. Por acá pasaron, no sé, ¿ochenta militantes del Partido Comunista? Saca la cuenta, ¿cuántos detenidos desaparecidos hay? ¿Cuántas otras brigadas de exterminio deben haber? ¿Cuántos centros de exterminio deben haber que nadie conoce hasta el día de hoy porque no han aparecido testigos claves como El Mocito?

DT: Y si tú te imaginas que El Mocito por su accionar entregó los nombres de 50 ó 60 agentes que jamás habían sido mencionados en caso alguno, ¿cuántos más están en este momento compartiendo contigo la plaza, la calle? Está lleno, lleno. El metro, tu vida cotidiana.

JR: Los de la Brigada Lautaro están todos libres, están procesados, pero están libres. El caso está en sumario, todavía. El sistema chileno es tan lento, están procesados desde el año 2007, ahora estamos en el 2012.

¿Qué sentido tiene el libro en un horizonte de cambios?

JR: Primero, que haya verdad. O sea, primero por la gente, por los detenidos desaparecidos, familiares de los detenidos desaparecidos. Segundo, por las generaciones de hoy día. Por todos estos cabros que están en las calles, los estudiantes. Es parte de su historia, y la historia es parte de nuestra esencia. Si para algo sirve nuestra historia es para aprender de las cosas, de los errores que pasaron. No podemos dejarlo de lado. Y eso de da valores, te da fuerza para ir más adelante. Lo qué hizo otra gente, lo qué estuvo dispuesto a dar otra gente para lo que tienes hoy día. Lo qué tuvo que sufrir mucha gente, para que tengamos lo que tenemos hoy día, aunque no sea lo mejor lo que tenemos hoy día.

DT: Aquí hay un detallito, que yo creo que también es súper importante. Se construyó desde la izquierda durante muchísimos años un mito, un mito que finalmente le hace daño a la izquierda y al ser humano. El mito de que nosotros convivimos en algún momento con héroes. Es la heroicidad entendida como aquél ser que no quiebra durante la tortura. Sin embargo, creo que hay que hacer una distinción ahí. Aquel que no habla durante la tortura, uno le está asignando poderes de súper héroe. Pero el verdadero héroe es aquel, que en el año 76 ó 77 estuvo dispuesto a sacrificar su vida, integrando, por ejemplo, una comisión clandestina del Partido Comunista. Ahí está tu valor de héroe, no si después hablaste durante la tortura. Nadie puede exigir a nadie que sea Superman.

JR: Esto no han querido entender los partidos, el Partido Comunista, fundamentalmente. La idea es un poco humanizar el tema y dejarnos de mentir. Si la tortura está hecha para hablar. No puedes criticar o condenar a tus militantes, porque hablaron en tortura.

David von Blohn

El Ciudadano

*Foto portada: Luís Arellano

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* El libro Javier Rebolledo La danza de los cuervos, El destino final de los detenidos desaparecidos está en la Librería de El Ciudadano, Loreto 260, Recoleta.

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