Estibadores en Chile: o cómo la economía del país se sustenta en trabajadores eventuales

En términos generales, el estibador o trabajador portuario es aquel trabajador que se desempeña en los puertos en faenas de carga y descarga de buques mercantes

En términos generales, el estibador o trabajador portuario es aquel trabajador que se desempeña en los puertos en faenas de carga y descarga de buques mercantes.

Desde la matanza de los estibadores en huelga de la Pacific Steam Navegation Company, en Valparaíso en 1903, las leyes que se han dictado, y las reformas que se les han realizado a éstas, han sido para regularizar sólo la relación entre las empresas y los trabajadores con contrato indefinido. Desde ese hecho detestable, los estibadores en Chile se han organizado, formando sindicatos con los cuales intentan regularizar el trabajo en los puertos. Los estibadores son trabajadores que laboran en los terminales portuarios y trabajan hoy con un contrato por turno diario de 7,5 horas (luego quedan cesantes).

Remontando el tiempo en que los buques mercantes se descargaban y cargaban por intermedio de faluchos (lanchones con los que se acercaba la carga desde y hacia las naves), hasta el presente, la forma y las maquinarias para desarrollar este oficio han cambiado de forma fenomenal, esto se traduce en que la cantidad de tonelaje que se moviliza ha aumentado de miles a millones de toneladas, los estibadores, hoy conocidos gracias a sus movilizaciones como “trabajadores portuarios”, se han tenido que perfeccionar y profesionalizar, para seguir este ritmo creciente de la economía. Esto no debería ser problema, salvo por el hecho de que con ello el desgaste humano, producto del trabajo a la intemperie, soportando la lluvia, frío y el trabajo de noche, ha provocado que el tiempo útil de un estibador disminuya drásticamente (hoy a los 55 años se está viejo para este oficio) todo esto no ha sido reconocido, ni por los empresarios, ni por el estado de Chile (sociedad chilena).

Desde las primeras faenas portuarias que se desarrollaron en Chile hasta la fecha, la cantidad de puertos se ha multiplicado, hoy existen terminales portuarios a lo largo de todo el país: Arica, Iquique, Tocopilla, Antofagasta, Chañaral y Coquimbo, son algunos de los puertos de la zona norte que movilizan, entre otros productos, la producción minera. Valparaíso y San Antonio, movilizan entre otros la fruta y manufacturas. San Vicente, Talcahuano (DESTRUIDO POR EL TERREMOTO, hasta la fecha se mantiene sin novedad), Lirquén, Coronel, Corral, Puerto Montt, Calbuco, Puerto Aysén y Punta Arenas, movilizan entre otros, la producción forestal (celulosa, madera dimensionada, papel, paneles mdf, etc) y pesquera.

Con todo este desarrollo de la actividad portuaria y la contribución que esta ha tenido en el crecimiento económico del país, resulta burlesco que estos trabajadores laboren casi en la ilegalidad. Si bien en el Código del Trabajo se dignaron a colocarnos en ciertos artículos (133, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141, 142, 143, 144 y 145) que regulan la relación trabajador-empresario durante el turno (7,5 horas), y el acuerdo de trabajo entre un sindicato y la empresa (convenio de provisión de puestos de trabajo, no da derecho a negociación colectiva) no existe nada más. Por lo tanto somos cesantes permanentes.

Es inconcebible que una actividad tan importante como esta no cuente con un ente fiscalizador (súper intendencia de puertos) que regule al igual que en la minería, el trabajo que se desarrolla al interior de los puertos y, es más, se le entregue la responsabilidad de esto a la autoridad marítima. Si la importancia de los mineros del norte es extraer el cobre (sueldo de Chile) ¿Cuál es la importancia de quienes se encargan de su exportación? Estos trabajadores son un eslabón fundamental en la cadena de exportación e importación. Pero los empresarios y el Estado sólo se acuerdan de ellos cuando paralizan los puertos o salen a la calle para exigir mejoras en sus condiciones laborales y de salarios, a pesar de que en la mayoría de estas movilizaciones no ocurren hechos de violencia, la prensa los trata como delincuentes o como acusó el diario El Sur en su página editorial del día martes 7 de junio del 2011, con motivo de la paralización del Puerto de Lirquén, de “afectar el delicado clima social ocasionando profundos daños a la productividad, imagen y competitividad regional”. Pero no dicen nada con respecto al nulo interés de nuestra clase política por dar soluciones reales a las demandas históricas de nuestro sector.

Debemos recordar que en cada ciudad que existe un terminal portuario, existen al menos dos diputados y dos senadores (más de 12 ciudades puertos), hay que recordar que en dictadura a los trabajadores se les quitaron muchos de los derechos conquistados por años, los portuarios no fueron una excepción. Pero a más de 20 años de la vuelta a la democracia las condiciones siguen igual que en dictadura, salvo el hecho de que hoy tenemos diputados y senadores, que dicho sea de paso, son los únicos “trabajadores” que han tenido mejoras en sus sueldos y en sus condiciones laborales.

Los trabajadores portuarios eventuales son víctimas de grandes injusticias, producto de este sistema perverso e inconsciente. Por ejemplo: al momento de jubilarse no reciben indemnización por años de servicio, con suerte le dan un diploma por los años trabajados. No tienen derecho a vacaciones, a pesar de trabajar los 12 meses en forma constante para la misma empresa. No están acogidos a la ley de trabajo pesado, a pesar de que trabajan a la intemperie con lluvia, de noche, movilizando cargas pesadas (toneladas). Se les realiza el descuento de impuesto a la renta, aunque solo hayan trabajado un día (turno) en el mes.

La relación entre los sindicatos y las empresas se realiza en torno a un convenio de provisión de puestos de trabajo (articulo 134 y 142 del código del trabajo), el cual no es más que un simple acuerdo entre las partes para desarrollar un trabajo específico, este acuerdo no tiene fuerza legal, por lo tanto las empresas no están obligadas a respetarlo, y pueden darle término cuando ellas estimen conveniente según sus intereses. Esto fue lo que sucedió en el puerto de Lirquén y que provoco la paralización de faenas durante 23 días. Para que estas situaciones no sigan sucediendo es que necesitamos una ley que regule definitivamente este trabajo, no puede quedar todo sujeto a la buena voluntad de las partes, se necesita que los parlamentarios de todas las ciudades puertos hagan su trabajo, que se interioricen en el tema, que cuando realicen reformas a la ley, los trabajadores estén en la mesa y sean escuchadas sus ideas.

Esperamos que algún día, el estado de Chile y la sociedad chilena reconozcan la importancia de estos trabajadores para el desarrollo de nuestro país. Mientras esto no suceda, estaremos obligados a solucionar nuestros problemas con la única arma que nos queda y esa son las movilizaciones, que la clase política lo tenga muy claro, las demandas de estos trabajadores no tienen color político, por lo tanto las marchas y los paros van a continuar sin importar de qué lado sea el gobierno de turno.

¡Por una verdadera ley para los trabajadores portuarios eventuales, y por la creación de una superintendencia portuaria, la cual fiscalice y regule las faenas portuarias ahora!

Sergio Parra Ibáñez

Estibador

Talcahuano, 9 de julio de 2011

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