Hallazgo de fosa común en Austria desentierra el recuerdo de crímenes nazis

Medio siglo después de uno de los regímenes más crueles de la humanidad, los genocidios nazis vuelven a estremecer al mundo

Por Cesarius

05/01/2011

Publicado en

Justicia y DD.HH / Mundo / Portada

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Medio siglo después de uno de los regímenes más crueles de la humanidad, los genocidios nazis vuelven a estremecer al mundo. El lunes pasado (3 de enero), se encontraron 220 cadáveres en Hall, localidad alpina de Austria, recordaron las atrocidades que millones de niños y adultos vivieron a mediados del siglo XX en Europa central.

Según la emisora pública austríaca ORF, la fosa fue descubierta en los alrededores del centro de psiquiatría del hospital regional de Hall, durante el desarrollo de excavaciones que se realizaban en el recinto sanitario. Se cree que los cuerpos fueron enterrados entre los años 1942 y 1945, y que pertenecen al llamado “Programa de Eutanasia” nazi, el cual tenía por objetivo potenciar la “raza aria”, eliminando personas con problemas psicológicos y físicos.

Las autoridades decidieron paralizar momentáneamente las obras, aunque están investigando la posible existencia de otras fosas comunes en el lugar. Por el momento, una rueda de expertos se encuentra a cargo de un proyecto que supervisará por dos años el proceso de identificación y de las causas de muerte de los cientos de cadáveres hallados.

De acuerdo a los registros, por lo menos 260 personas del hospital de Hall murieron en manos del ‘Programa de Eutanasia’ -también conocido como T4– en el que se utilizaron diversas técnicas para acabar con vidas humanas, como negligencias médicas, ‘dietas de hambre’, sobredosis y cámaras de gas que se instalaron en el castillo de Hartheim, ubicado en Linz, cerca de Hall. En este lugar, cerca de 30 mil personas fueron asesinadas entre 1940 y 1944.

Así, si bien todo apunta a que los muertos corresponden a las masacres nazistas, el historiador austriaco Oliver Seifert señaló a Reuters Televisión que “no deberíamos hablar de 220 víctimas asesinadas”.  Según él, algunas personas podrían haber perecido por causas naturales.

Por su parte, el vicedirector médico del hospital, Christian Haring, fue más allá y declaró que era probable que el cementerio del recinto hubiera sido construido en 1942, dentro de un plan para establecer un departamento completo dedicado a la práctica de eutanasia.

Lo anterior coincide con las fechas en las que supuestamente se puso en marcha el T4. Según se dice, en junio de 1939, Hitler firmó la autorización del proyecto donde también garantizaba total protección a médicos, científicos y personal médico que participara de lo que ellos llamaron la “higienización de la raza”.

UN MACABRO PROGRAMA PAÍS

Una “vida indigna de ser vivida” era la expresión retórica que se utilizaba en el Tercer Reich para referirse a sectores de la población que, según las ideas racistas, no deberían seguir existiendo. De este modo, todo aquel que padeciera enfermedades mentales, discapacidades físicas, problemas psicológicos; o fuera pedófilo, delincuente u homosexual, era exterminado de acuerdo a los métodos del “Programa Eutanasia”.

A mediados del siglo XX, existía una tendencia mundial a favor de la eugenesia y la eutanasia. Acorde a corrientes darwinistas más extremas, se creía que la ciencia debería mejorar las condiciones biológicas de los seres vivos para perfeccionar la especie humana y lograr hombres “mejores”. Para los nazis, esa “evolución” se llamó “raza aria”.

De este modo, por ejemplo, más de 400 mil personas fueron esterilizadas con el fin de no procrear hijos “indeseables”. A muchas otras, se les practicó la eutanasia con aguja letal o cámara de gas. Todo lo anterior sin el previo consentimiento de los involucrados directos o de sus familiares.

Según postuló Hitler en su publicación –que lleva un creativo título– el Segundo libro de Hitler: “La exposición de los enfermos, los débiles, los niños deformes, en definitiva, su destrucción, es más decente y en verdad mil veces más humana que la miserable locura de nuestro tiempo que preserva a los sujetos más patológicos y, de hecho, lo hace a cualquier precio”. De este modo, para conseguir sus objetivos, fue esencial el Proyecto Eutanasia.

El programa fue promovido por renombrados médicos y científicos. Doctores como Josef Mengele, Sigmund Rashcer y Karl Clauberg, fueron algunos de los más macabros.

Incluso en las universidades se celebró la iniciativa, donde profesores como Karl Clauberg (en la foto) estudiaron y examinaron distintos órganos  de niños asesinados recientemente por la eugenesia. Lo que buscaban no era mejorar las enfermedades por las que “debieron” morir, sino encontrar la cura para otro tipo de males que pudieran afectar a la “raza aria”.

De este modo, aunque los brutales asesinatos de judíos son los más recordados por libros de historia, los medios de comunicación y el cine mundial, lo cierto es que niños y adultos con problemas de salud también padecieron las atrocidades del nazismo alemán. Según las cifras, alrededor de 275 mil personas murieron en estas condiciones.

Por Mijaíla Brkovic Leighton

El Ciudadano

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