Sociólogo está preso desde 2013

Hans Niemeyer denuncia torpedeo de alcaide del CAS a su derecho a libertad condicional

Asegura que pese a cumplir con los requisitos para acceder a beneficios, los requerimientos han sido modificados unilateralmente por la autoridad de Gendarmería, afectándolo en sus derechos. “Estamos al arbitrio de alguien que se comporta como un señor feudal”, advierte.

Por Daniel Labbé Yáñez

27/12/2016

Publicado en

Chile / Justicia y DD.HH / Portada

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hans niemeyerHans Niemeyer hoy está preso en la Cárcel de Alta Seguridad en Santiago (CAS), cumpliendo una condena de 5 años y 300 días por tenencia de artefacto explosivo y daños. En una carta enviada a El Ciudadano, el sociólogo denuncia estar viviendo una “situación de injusticia, atropello a mis derechos y arbitrariedad” al interior del penal.

En primer lugar, señala que su condena termina en febrero de 2018. Esto significa “que hace ya tiempo cumplo con el tiempo mínimo para postular a la libertad condicional o algún beneficio intrapenitenciario”, explica. Además de eso, agrega que cumple igualmente con todos y cada uno de los requisitos establecidos por la Ley para acceder a la libertad condicional, como son la conducta irreprochable, tener más del tiempo total de la condena y participar en los talleres educativos o laborales que existen en el penal.

El problema, añade el sociólogo, es que “los criterios para la conducta irreprochable no son objetivos, sino que son relativos y han ido cambiando con el tiempo”. En ese sentido, explica que Gendarmería interpreta que se debe tener calificación de conducta Muy Buena (MB) durante 6 meses (tres bimestres) para poder postular y que hasta hace un par de años bastaba no tener castigos para tener MB, algo que cambió con la llegada del actual alcaide, el Teniente Rodrigo González, incluyéndose ahora la asistencia a algún tipo de talleres.

Respecto de esto último dice que en el piso que vive -uno de los más conflictivos de la CAS, en el que fue puesto aun cuando es primerizo y no tiene la calidad de “delincuente habitual”- la única opción de trabajo es el Taller de Carpintería. “Algo que para mí es imposible por mi situación de salud”, indica Niemeyer, haciendo referencia a la herida que padece, una “perforación timpánica del oído izquierdo e hipoacusia”, que además se traduce en que escucha poco. Un estado en el que quedó luego de estar cercano a la explosión en la sucursal Macul del Banco de Crédito e Inversiones BCI, ocurrida el 30 de noviembre de 2011, y por la que fue detenido por la PDI.

“Por motivos de salud no puedo participar en el Taller de Carpintería, tanto por el ruido (martillos, cierra eléctrica) como por el aserrín en suspensión que entra al oído sin tímpano y provoca infecciones”, explica el sociólogo, según se lo ha señalado el doctor Julio Bravo, quien lo ve regularmente.

CAS

Cárcel de Alta Seguridad

Niemeyer agrega que el mismo médico le ha expuesto que la única solución es una cirugía, operación para la que dice llevar esperando más de dos años, ya que por trámites burocráticos -“responsabilidad de la Asistente Social”- aún no consigue estar inscrito en Fonasa. “Sufro de otitis purulenta cada dos meses y últimamente cada mes, supurando por el oído y sufriendo fuertes dolores que me dejan en cama, debiendo esperar varios días en algunos casos ya que solo un médico puede recetar los antibióticos y no un paramédico como el de la Unidad Penal en que me encuentro”, detalla. Agrega que, de acuerdo a lo que los propios médicos le han dicho, “una otitis mal cuidada puede provocar meningitis o un edema cerebral en los casos más graves”.

Junto con ello explica que ni él ni su familia están en condiciones de costear una cirugía particular, considerando el “fuerte golpe económico” que les ha significado cinco años de prisión para él, su esposa y su hijo.

El allanamiento

Niemeyer cuenta que a pesar de todo ese escenario desfavorable, en el invierno de 2015 comenzó a asistir a un taller de artes visuales que se ofrecía en la escuela del penal. Esto le permitió tener dos bimestres con Muy Buena conducta (MB) (septiembre-octubre y noviembre-diciembre). Solo le faltaba uno para poder postular a la ansiada libertad condicional.

“Entonces sucedió algo inaudito: en un allanamiento de tantos, el Capitán Muñoz -ahora Mayor, que tuvo un fugaz paso por esta unidad- ‘descubrió’ que en la celda que yo habito y que he compartido durante tres años y medio, había un fierro doblado de la ventana, algo que sucede en todas las celdas, ya que los presos las ocupan para hacer estoques y armas hechizas. El fierro llevaba doblado muchos meses y había pasado múltiples allanamientos. Este fierro fue sacado por funcionarios de Gendarmería con herramientas especiales (diablitos), ya que se encuentra empotrado en la pared, y fue puesto a disposición del tribunal señalando que yo guardaba ese fierro para fabricar un cuchillo”, relata Niemeyer.

Explica que apeló al Tribunal y con la ayuda de abogados y las fotografías tomadas por los mismos gendarmes durante el allanamiento, pudo demostrar que el fierro había sido arrancado por ellos. Se anuló el castigo, ordenando borrarlo del sistema, por lo que podía seguir postulando a la libertad condicional de marzo de 2016. Sin embargo, continúa, “el Alcaide González, quien preside el Consejo Técnico y el Tribunal de Conducta, me bajó la conducta a Buena (B), y con ello no pude postular”. Dice que la razón que esgrimió la autoridad de Gendarmería fue la no asistencia al taller, cuando “los talleres no funcionaban en enero y febrero”, apunta Niemeyer. “Me fue bajada la conducta arbitrariamente, lo que ha significado el derecho a postular todo este año”, explica.

Foto infinita.cl

Foto infinita.cl

Dice que decidió comenzar de nuevo. Se inscribió en el Taller de Música. “Me costaba, ya que cuando los instrumentos musicales suenan al mismo tiempo se me satura el oído y quedo muy sordo. También había días en que me dolía mucho”, cuenta. Pese a esto, dice que continuó asistiendo constantemente -“porque era la única opción para llegar a los MB»-, participando de una presentación final el pasado 21 de diciembre. Además de esto, en octubre hizo el curso de Alfabetización Digital del programa Biblioredes -“pese a que manejo perfectamente un computador”- y participó en un concurso literario organizado por la DIBAM.

Sin embargo, añade, surgió entonces otra complicación. “Resulta que ahora el Alcaide González dice (porque nunca nada de esto es oficial ni por escrito) que para tener Muy Buena conducta había que asistir a talleres y además trabajar”, señala, explicando que los talleres laborales existen en el módulo J, que es “de conducta”, y no en el piso que él habita, el más conflictivo de la CAS.

“Si esto es así y no me dejan subir la conducta pese a mi asistencia a talleres y no tener castigos, perderé el proceso a la libertad condicional de marzo de 2017 y lo más probable que el de septiembre de 2017 también”, advierte. Junto con ello, agrega que tanto en 2014 como en 2015 ha sido convocado para la llamada “ley de rebaja de condena” por no tener castigos, pero que tampoco le fue otorgada. “No sé por qué. Nunca dicen nada, nunca un documento, nadie da una explicación”, critica.

“Estamos al arbitrio de alguien que se comporta como un señor feudal”

Hans Niemeyer dice que su intención no es cuestionar la condena que le fue impuesta ni pedir un trato privilegiado, sino que ejercer su derecho a la reinserción social y a la libertad condicional, lo que- asegura- ha sido torpedeado por el alcaide de la Cárcel de Alta Seguridad. “Estamos al arbitrio de alguien que se comporta como un señor feudal, no como alguien que establece procesos y requisitos objetivos, comprobables y verificables, sino que como un autócrata”, señala.

El sociólogo asegura que no hay un trato igualitario para él, denunciando de paso que el alcaide González se ha comportado de forma distinta con otros reos, como el ex jefe operativo de la CNI, Álvaro Corbalán. “Tomaba café en la guardia interna de la Sección de Máxima Seguridad con él mientras permaneció en ese penal, y a la hora que el resto de los presos se encontraban encerrados en sus celdas”, relata.

Foto: El Dínamo

Foto: El Dínamo

“Soy un preso primerizo, llevo casi cinco años preso, tengo buena conducta, dos años sin castigos, asisto a los talleres, mis días en la cárcel son leer y hacer deportes cuando no estoy enfermo del oído. En lo que puedo ayudo a los presos con sus materias de la escuela, en sus exámenes, en algún escrito. En la medida de mis posibilidades intervengo para que no generen problemas ni sean violentos entre ellos, ya que afortunadamente varios me respetan”, asegura el sociólogo. Sin embargo, añade que “el sistema me cerró todas las puertas”, postulando que en su caso se ha hecho válida aquella máxima de que «cuando la justicia pasa a ser venganza, deja de ser justicia».

Daniel Labbé Yáñez

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