Las verdades del nieto 114

En su primera presentación en público, Ignacio Hurban, o Guido, el nieto recuperado de Estela de Carlotto y de Hortensia Montoya, arrojó un manojo de las razones que lo impulsaron a buscar su verdadera identidad.

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Sobre las tres de la tarde del viernes, en un marco de bullicio, gritos y alegría, se presentó a la prensa Ignacio “Guido”, el nieto reaparecido de Estela de Carlotto. Por suerte para la prensa es, como músico, un hombre acostumbrado a la exposición pública y al diálogo micrófono en mano. La conferencia, trasmitida en simultáneo por varios medios, los tuvo a él junto a Estela de Carlotto, quien lo presentó más como abuela que como representante de Abuelas de Plaza de Mayo.

Sí puede resumirse en una idea de las contestaciones que dio a las preguntas, naturalmente sin orden y de acuerdo con los interrogantes de quien preguntaba, es que la verdad siempre se impone; que puede tardar más o menos, pero que siempre sale a la luz.

En ese sentido recordó que fue en 2010, en unas jornadas por la memoria, cuando decidió tomar en serio la inquietud, las dudas sobre su identidad. “No podría explicarlo, pero son cosas que uno va sintiendo, sin saber de dónde vienen, como si tuviera memorias perdidas.” Una respuesta semejante es la que esbozó cuando le señalaron que su padre, Walmir Oscar Montoya, era como él músico. “Yo no sé si hay una memoria genética, o algo parecido, la verdad es que no lo sé –dijo–, pero tal vez sí, porque me crié en una familia que nada tenía que ver con el arte, y sin embargo mi incliné hacia ese lado.” Esta aproximación a los pasos que lo llevaron a indagar sobre su identidad tuvo una ampliación conceptual cuando respondió acerca de la conciencia social que él, como músico, ha mostrado y el compromiso político de sus padres. En ese sentido señaló que siempre, desde que tenía memoria, se había sentido “muy cerca de lo que pensaban las Abuelas de Plaza de Mayo, de esta necesidad de dar con la verdad para cicatrizar las heridas que nos han quedado. Y yo creo –dijo– que el arte es una forma de hacer política. En ese sentido también tengo tal vez algo heredado, una energía, algo así.”

Con calidez y respuestas directas, el nieto reaparecido número 114 bromeó incluso con su abuela en torno del hecho de que son una familia numerosa “muy grande”, aseguró con una sonrisa, pero dejó en claro que lo que verdaderamente le importaba era que se cerraba la búsqueda de otro nieto: “Pude ser yo o pudo ser otro, eso no tiene importancia. Lo importante es que todo el trabajo que se pone en esas búsquedas, todo el amor puesto, tiene una respuesta en el encuentro con la verdad. Yo, hoy no pienso en mañana. Tendré que trabajar todo lo que es mi pasado, el saber recién hace dos días quién soy, pero tengo todo el tiempo por delante. Ahora me siento muy cómodo, muy feliz por haber dado con la verdad”.

Ante el fluir de las preguntas, difíciles de oír por el clima de fiesta popular que se vivía en el entorno de la conferencia de prensa, Guido “Ignacio” Montoya Carlotto, quien no reniega de su nombre de toda la vida, subrayó que lo que le parecía más importante era que su caso lo llenaba de felicidad, “por mí y porque es un hecho simbólico y mucha gente lo vive con felicidad, porque contribuye a cicatrizar una capítulo penoso de nuestro pasado nacional”.
Por otra parte reiteró que quienes tuvieran alguna duda sobre su identidad acudieran a las Abuelas, “porque todo el procedimiento es muy respetuoso, tranquilo, y lo peor que puede pasar es que uno no tenga la respuesta que busca. Lo difícil es prepararte para no encontrar nada”. Sobre este punto bromeó brevemente con su abuela, porque es sabido que la noticia de haber encontrado al nieto de Estela de Carlotto se “filtró” a la prensa, cuando el protocolo exigía ser más cuidadoso.

El histrionismo del músico de Olavarría, puso una nota de color cuando contó, con una imitación tierna y jocosa, sus diálogos telefónicos con quienes le dieron la noticia de haber dado con su identidad y con su abuela. Con algo más de seriedad, pero no solemne, el nieto recuperado agradeció también a su familia de crianza, que le dieron “treinta y siete años de amor”, con lo que queda planteado el mejor de los escenarios, un nieto recuperado que no tiene que renegar de quienes lo criaron porque no son represores ni apropiadores.

En todas las respuestas el nieto 114 giró en torno de la verdad. “Esta es mi verdad, la que me toca”, señalando de diversas maneras que no es posible ocultar la verdad, que de alguna manera se filtra a través de los días, y termina por imponerse por caminos que pueden ser incomprensibles. “Yo no sé por qué uno se hizo esas preguntas, por qué comenzó a atar cabos, no lo sé, pero cuando eso se da hay que dar el paso y buscar la verdad.”

Tal como comenzó, con un clima de fiesta de barrio, donde las preguntas de los periodistas naufragaban en el bullicio, Guido Montoya Carlotto y su abuela Estela de Carlotto, que se mantuvo en un discreto segundo plano, cerraron la conferencia de prensa con un abrazo de los dos, que se extendió al conjunto de los asistentes.

Raúl Argemí

Miradas al Sur

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